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Ambas se encontraban tomando, y aunque para Caitlyn no fuera del todo agradable, ya le había prometido a la peli rosa que la iba a acompañar así que no tenía de otra, viendo el lado positivo es que podía pasar un tiempo a solas con ella después de los entrenamientos.
— ...y después se atrevió a decirme que no era buena en matemáticas, ahora sé que a los Aries no se les confía los secretos— lloriqueo dándole el último trago a su vaso, la tatuada levantó la mano para que el barista le volviera a servir, pero Cait se adelantó y la hizo bajarla de un manotazo.
— Ya tomaste suficiente, es hora de regresar a los dormitorios, aún estamos a tiempo antes de que Mary pase a revisar que si estemos— le indico, pero al verla se dio cuenta que su explicación no tuvo sentido, la peli rosa se encontraba jugando con los hilos que salían de las mangas de su sudadera ya desgastada.
Se sobo la frente buscando paciencia, de verdad quería a Pim, pero había días en los que le irritaba lo fácil que se distraía, sobria o no.
— Quiero un helado, ¿podemos ir por un helado?— preguntó mientras dejaba de jugar con su sudadera.
Cait sonrió a medias y después negó, la otra hizo un mini berrinche, pero a los segundos volvió a distraerse, esta vez viendo como unos hombres se hacían de palabras a tan solo dos metros de ellas.
— Mira, ese hombre parece una papa, tiene cara de papa, ¿me doy a entender?— le hablaba mientras señalaba al hombre y después a ella.
Caitlyn negó con la cabeza, y dejando su pago más la propina se dirigió hacia la otra y la obligaba a levantarse de la silla.
Cuando pasaron al lado del hombre que decía que parecía una papa, volvió a decírselo, esta vez más eufórica al percatarse que lo que había dicho era verdad.
El hombre calvo, con facción toscas y planas las volteó a ver con el ceño fruncido. La de cabellos oscuros se disculpó por el mal entendido y rápidamente las sacó a ambas del bar.
Ya afuera Pim se había empezado a quedar dormida, lo pudo deducir al ya ver como cooperaba caminando y como de vez en cuando se tropezaba haciéndose despertar accidentalmente.
Cuando ya se encontraban a pocos pasos de la entrada trasera, Caitlyn se las ingenió para ver su reloj, que estaba en la mano con la que estaba ayudando a la otra a caminar más decentemente.
10:52 p.m.
Aún estaban a tiempo.
Reviso que el portero estuviera dormido y cuando lo verifico, se apresuró a abrir la puerta, dejó con cuidado a Pim en el primer escalón y con lentitud fue cerrando la puerta, para que de esta forma no llamara la atención el ruido que solía hacer al dejarla cerrarse por sí sola.
