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La música en el lugar hacía que el bullicio fuera casi imperceptible, a lo que a la peli morada le agradaba. Se encontraba sentada en una de las remotas esquinas del abarrotado bar.
Sus dedos delineaban la boca de su botella de cerveza, era su primera ronda y por eso se la estaba tomando con calma. Las puertas del lugar se abrieron disimuladamente, dos chicas entraron, ambas cubriendo parte de su rostro, pero la atención de Liza fue llamada ya que la chica más alta intentaba cubrirse el rostro casi con desesperación, dio su último trago y se fue acercando a paso silencioso a las recién llegadas.
Cuando ya estaba detrás de ambas se congeló, no creía lo que sus ojos veían. Al parecer dejó de ser tan silenciosa ya que ambas figuras voltearon, por quien iba; la veía de una forma algo despectiva y distante, y por quien estaba en estado de shock; la veía igual o más sorprendida que ella.
— ¡Liza!— el gritó de la mayor la hizo salir de su estupor, parpadeo varias veces y se alejó.
— Mierda— susurró Caitlyn al ver como con quien venía se iba directo en la misma dirección que la peli morada.
Liza tomó con fuerza la muñeca de la pelirroja y la llevó hasta un callejón, su respiración estaba agitada y ni hablar de su corazón. Su cerebro aún no procesaba que ella siguiera viva, movió su cabeza con brusquedad y se concentró en lo que su subordinada tenía que decirle.
— ¿Te encuentras bien?— preguntó, la de cabellos morados sólo asintió restándole importancia a lo que acababa de pasar— Bien, ayer uno de mis hombres se encontraba por las afueras de Noxus, y en la cueva en la que se encontraba acampando se encontró con el mismo símbolo que el del mango de tu arma, dijo que no le fue la gran cosa hasta que...— la mayor se interrumpió y abruptamente la tomó de los hombros alejándola de la pared en la que se encontraba recargada.
Liza tomó por reflejo los brazos que la alejaron de golpe, la miró sin comprender, pero la otra no le estaba prestando atención y se había colocado enfrente de ella, como si la estuviera protegiendo de algo, frunció el ceño ante eso. Se movió sólo para poder observar de qué o de quién la protegían, y sus ganas de volver a correr regresaron.
— Liza— dijo la recién llegada con la voz irregular.
La mención de su nombre provocó que endureciera su gesto, una figura más alta apareció a los pocos segundos, ya teniéndola de frente identificaba de quien se trataba y porque actuaba tan poco disimuladamente.
Ahora la de ojos grises se colocó al lado de la mayor y con agilidad ya tenía presa a la oficial, la peli azul forcejeo, pero no sirvió de nada, la tenía acorralada y sus brazos estaban siendo sostenidos de una forma poco conveniente para ella, provocando que si se movía mucho le empezaran a doler los músculos.
