⌦ 𝙅𝙞𝙣𝙭

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ᴺᴼᵂ ᴾᴸᴬᵞᴵᴺᴳ : Aɴᴏᴛʜᴇʀ Lᴏᴠᴇ ᵇʸ ᵗᵉᵐ ᵒᵈᵉˡˡ

Sulli se encontraba con uno de los peores sentimientos que el ser humano puede sentir, y ese es el de la mismísima culpa

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Sulli se encontraba con uno de los peores sentimientos que el ser humano puede sentir, y ese es el de la mismísima culpa. Sabía que en gran parte había sido suya y que lo que la peli azul le hizo fue poca cosa a comparación de lo que realmente merecía. Haber jugado con fuego miles de veces, era obvio que en algún punto una iba a terminar por poner un alto.

Hace años que no superaba un amor bastante codependiente por parte de ambas. Y, aun así, ambas con eso en mente decidieron por arriesgarlo todo e intentarlo. Un grave error.

La pelinegra claro que la amaba, inclusive podía dar su propia vida para que la otra consiguiera lo que quisiera, pero no podía verla de la misma forma en la que ella lo hacía, o eso siempre se obligaba a sentir, lo había intentado una y mil veces, pero nunca pasó, sólo conseguía hundirlas a ambas con promesas falsas, con frases que no iban realmente dirigidas hacía ella.

Inhaló profundo, empezando a sentir como el aire no pasaba.

Débil.

Con esa palabra se definiría, no era lo suficiente valiente como para ir y hablar debidamente con la otra, prefirió hundirse, prefirió apartarse y encerrarse en su miseria, quería rogarle por perdón, pero de que mierda iba a servir si lo hecho, hecho esta. La desesperación, la culpa, la necesidad abrumante de gritar, llorar y salir corriendo para terminar por desaparecer rondaban en su mente con cada segundo que pasaba.

Se recargo con las pocas fuerzas que le quedaban en el marco de la ventana, empezando a sentir la tentación de hacerlo, pero no podía, no podía dejarla así, sin más, sería completamente injusto, pero iba a ser aún más injusto si la veía y la ignoraba, no la dejaba acercársele, porque si lo hacía se iba a derrumbar, y no podía hacerlo, no otra vez.

Sintió como sus piernas y manos empezaban a temblar descontroladamente, llevaba algunos días sin comer debidamente y sin realmente cuidar de ella. Llevaba un camisón desgastado y lleno de lágrimas secas, algo que era reciente era la pequeña cortada en su mejilla, se la había hecho esa misma mañana en medio de un ataque de pánico.

Volvió a inhalar estruendosamente, buscando cualquier excusa para no hacerlo. Pero nada pasó.

— ¿Por qué te dije que sí? ¿¡POR QUÉ!?— el aire volvió a pasar, pero para este punto la pelinegra ya no se preocupaba por eso.

Estaba tan concentrada en no recordar, en no sentir, en querer dejar pasar todo sin que las consecuencias llegasen como recordatorio de que la perdió, perdió lo único que le quedaba.


¡Me dijiste que la conocías!— dijo alterada la más alta mientras tomaba con cuidado el maltratado rostro entre sus frías, pero suaves manos.

Sonrió, aligerando levemente el ambiente. Apaciguando el enojo y miedo de Sulli. Se acerco, pegando ambas frentes y sin dejar de sonreír la beso.

— ¡Me haces sentir el ser humano más especial de todo el Universo!


— ¡NO! ¡Carajo! ¡CÁLLATE! ¡No sabes lo que dices!— con exasperación empezó a golpear su cabeza, buscando acallar a su propia mente.


— ¿Qué escuchas?— le preguntó con curiosidad, mientras le quitaba sus audífonos.

La miró por unos segundos buscando que entendiera que los quería devuelta, pero no le hizo caso. Suspiro rindiéndose.

¿Te acuerdas cuando fuimos a ese museo enorme y sumamente elegante?— la contraria asintió enérgica, mientras se colocaba los audífonos, dejando sólo uno sobre su oreja para poder escuchar a la otra— Bueno... grabe lo que toque...— no terminó lo que tenía por decir al sentir un repentino bochorno atacarla.

Buscó controlar su corazón, que quería romper sus costillas y salir despavorido a dejarse querer por la chica enfrente de ella. Cuando consiguió callarlo, se decidió por terminar de decírselo.

— Para ti, lo compuse para ti, sólo que no me gusto realmente así que-

Los brazos delgados de la otra la abrazaron con cariño y diversión.

— Es hermosa— le susurro. Se alejo levemente, pudiendo ver el sonrojo intenso sobre sus mejillas— Tal y como la autora


Empezó a golpear y aventar cualquier cosa que se le cruzara en el camino. Su coleta alta, que siempre había estado impasible, ahora estaba completamente desecha. Los sollozos, los gritos y la desesperación llamaban la atención de todos los que pasaban por enfrente del edificio, de vez en cuando volteaban a ver la ventana circular, abierta de par en par, en busca de encontrar a la causante de todo ese alboroto.

— ¿¡POR QUÉ!?


— ¿Me extrañaste, verdad?— se sentó sobre de ella a horcajadas, pasando con lentitud sus manos por su nuca.

La más alta oculto su rostro en el pecho contrario, y terminó por asentir, escuchando como la otra reía ligeramente ante su infantil respuesta.

— Oye, mírame, me gusta verte cuando te pones toda rojita. Te ves aún más linda— pidió tomando con cuidado el mentón de a quien tenía abajo.

Sulli levantó el rostro con algo de pena por los cumplidos dichos tan casualmente.

— No lo digas como si realmente fuera así— pidió viéndola directamente a los ojos.

— Pero es realmente así, te ves hermosa


Volvió sus pasos hacía la ventana abierta, respiraba lenta y cortantemente, como si todo lo que acababa de sacar realmente la hubiera drenado en todos los ámbitos posibles. Quería seguir llorando, el mismo nudo en su garganta se lo aclamaba, pero ya no parecía tener ni las fuerzas ni las lágrimas como para hacerlo.

Se sentó con cuidado en la orilla, dejando sus piernas colgando. Un dolor soportable y común llegó a su nuca, no era tan fuerte, pero tampoco pasaba desapercibido.

— Soy una mierda, no te merezco... Dios, estoy sonando como el típico manipulador abusivo— se burló de sí misma, soltando una risa completamente falsa, siendo mucho más dolorosa que alegre.

Se inclinó para ver la calle que empezaba a ser poco transitada, había uno que otro peatón que volteaba para arriba y se le quedaba viendo, sin saber por qué de su estado tan deplorable y deprimente.

— Me sacaste de mi zona de confort, y lo peor es que no me desagrado ni por un segundo, y lo odio, realmente lo odio, pero... pero me haces sentir como si lo valiera...

Le dio una última mirada a su cuarto. Un vacío la empezaba a abrazar como a quien tanto anhela un abrazo, soltó un sollozo sin querer creer lo que estaba por hacer. Su corazón palpitaba desbocado, lo sentía en sus orejas y en cada parte de su cuerpo, buscando sobrevivir, pero su cuerpo estaba igual de destrozado que su mente.

Sullie... 

𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀 | 𝘈𝘳𝘤𝘢𝘯𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora