15. Montaña rusa

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Tal como había dicho Toji: Megumi y Sukuna dieron algunas vueltas por el parque antes de llegar a la recepción nupcial, pues no querían verse tan obvios por haber evitado a toda costa la ceremonia de unión.

Al llegar al tan anhelado evento, todas las miradas se posaron automáticamente en ellos, pues además de verse espléndidos, jamás habían visto a esos dos juntos.

— ¡Fushiguro! Pensé que no vendrías.— Comentó el novio, recibiendoles personalmente mientras se acercaba al pelinegro, con una copa de champagne en la mano.

— No me perdería ésta fiesta por nada del mundo.— Megumi sonrió levemente.

Sukuna por su parte sólo miró de manera acusadora a su pelinegro, ya que Megumi insistió varias veces en que no era necesario ir.

— Y por lo que veo, trajiste a alguien de lejos.

Yuta sabía de antemano que Ryomen se encontraba en Reino Unido y que además había llegado hace unas semanas, no por nada era el mejor periodista del momento.

— Felicidades.— El pelirosa se limitó a felicitar de la manera más ambigua posible.

No era que Okkotsu le desagradara, incluso agradecía que en cada uno de sus artículos semanales de moda incluyera a Megumi, solo que Sukuna no es alguien precisamente animado a iniciar una extensa conversación hipócrita.

Yuta esbozó una ligera sonrisa ante ello, al menos de esa manera no tenía que hablar sobre cosas innecesarias.

Con ésto, fueron dirigidos a su mesa reservada, donde ya se encontraba el hermano menor del pelirosa, al igual que el padre de Fushiguro.

— Veo que por fin se dignaron a llegar.— Habló el mayor de la mesa.

— Casi no llegan al banquete.

— Ambos cierren la boca.— Ordenó un exasperado Sukuna, tomando asiento frente a su hermano.
Fushiguro asintió a la respuesta de su prometido, e igualmente se sentó junto a él.

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No hacía falta decir que la comida fue exquisita, pero quizá Sukuna pudo disfrutarla un poco más si no tuviese que aguantar el coqueteo descarado que se desarrollaba frente a él.

Le importaba una mierda lo que hiciera Yuuji con su corazón o su culo, pero no quería verlo comportarse como una chica tímida y embobada, al menos no frente a él.

Tampoco mejoraba la situación al tomar en cuenta que Toji era su suegro, y no quería a su propio hermano como su segundo suegro.

Todo iba bien, en un concepto relajado al dejar de lado al viejo mañoso y al otro pendejo.
Pero claro, una maldita e irritante voz le tuvo que cagar –aún más– el día.

— Mi buen amigo Sukuna, ¿Qué haces por aquí?— Exclamó animado el hombre a sus espaldas.

Ryomen con su habitual cara de pocos amigos, se giró despacio hacia atrás y con el mayor esfuerzo de toda su vida se obligó a sonreír, pues le había prometido a Megumi que no se metería en problemas.

Dios sabrá que lo intentó.

— Primero: No soy tu amigo. Segundo: ¿Quién eres? Y tercero: ¿Qué te importa?

Satoru se permitió soltar un par de carcajadas al aire, y luego con total gracia peinó su cabello blanco hacia atrás.

— Tan gracioso como siempre.

Todos los presentes en aquella mesa sentían la tensión penetrante del momento.
Incluso que alguien se tirara un ruidoso gas en ese instante sería menos incómodo.

Love me again.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora