5. Donde quiera haces falta

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Pasaron tan solo unos cuantos días para que Satoru se diera cuenta que su esposo, no, su próximo ex esposo, era la clave de su felicidad.

Desde que Yuuji se había ido de casa, sintió cómo el silencio era presente cada segundo que transcurría.
Ya no había una cena que le esperara al llegar.
Ya no escuchaba a nadie tararear dulcemente en la bañera.
Ya no tenía a nadie quien le preguntara por su día al llegar a casa.
Esa que dejó de ser cálida hace mucho tiempo atrás.

Pensó que podría comenzar a vivir la vida loca, follando y pasando tiempo con quien se le diera la gana sin que alguien le esperara en su hogar, pero no funcionó.
No era divertido hacerlo sin tener reclamos de por medio o un problema que afrontar al final.

La adrenalina brillaba por su ausencia en sus aventuras no prohibidas ahora.

Incluso comenzó a buscar candidatos para un próximo matrimonio en caso de divorciarse definitivamente, quizá era el lazo que unía a dos personas el que quería romper para ser feliz, pero había algo en Yuuji que le impedía dejarlo ir.

¿Sería por que de verdad lo amó en todo ese tiempo? ¿O es que se aferró a él por que quería joderle la vida a su ex mejor amigo?

«¿Por qué los hermanos pelos de chicle tienen que ser mis ex en algo
Pensaba al jugar con un bolígrafo en su escritorio, lleno de papeles y documentos sin completar, algo que le estaba generando muchos problemas.

— Ijichi, busca a Yuuji.— Por fin se atrevió a decir.
Desde que el menor se había ido, no había podido pronunciar siquiera su nombre ya que el dolor que le generaba al hacerlo era realmente inexplicable.

Su asistente completamente nervioso acató la orden sin demora.

Y mientras se encontraba el paradero del pelirosa, pensó que sería mejor joderle la vida a alguien más.
Ese era su motivo de felicidad tal vez.

Realizó una llamada desde su número personal, pues realmente era un asunto importante.

Un tono, dos, incluso un tercero  y parecía que nadie iba a responder, eso le quitaba diversión a las cosas.

— ¿Qué carajo quieres?— Se escuchó en la línea.

— Toji, querido amigo, ¿Tu hijo está disponible hoy?— Miró sus uñas como si estuviesen recién salidas de un manicure.

Bien, el plan consistía en tener una pequeña cita casual con el lindo Megumi, le pagaría a su padre para que lo llevara en contra de su voluntad o algo.
Yuuji al enterarse que el Fushiguro menor se metió con su esposo, lo odiaría por el resto de su vida, además que el compromiso de Megumi y Sukuna se vería arruinado, perfecto, todo sería pan comid...

— No.— Los pensamientos estratégicos del albino fueron interrumpidos por la voz grave y firme del otro lado.

Satoru parpadeó un par de veces, procesando la respuesta que le fue dada.

— Estás bromeando ¿No? Sabes que voy a pagarte la ridícula cantidad de dinero que me pidas solo por pasar un día con tu hijo.

— No creo que en tu cuenta bancaria haya suficiente luego de tu divorcio con Itadori.— Rió al final, dejando en claro la posición en la que se encontraba el albino. Éste al escucharlo palideció por completo, se supone que era algo que solo el abogado de Yuuji y ellos sabían.

A menos que...

— ¡Ja! ¿Quién dijo ese rumor estúpido?— Cuestionó con total seguridad, aunque con miedo a la respuesta.

Itadori no era de los que hablaban abiertamente de su vida, ¿O si?

— Lo leí en un artículo escrito por alguien de tu compañía. Debes ser un asco para que se te exponga de ésta manera.

Love me again.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora