— ¡Vamos, Nanami! ¡¿No puedes ir más rápido?!— Itadori sacaba un poco la cabeza por su ventana de copiloto, cual niño pequeño.
— Literalmente voy lo más rápido que puedo.— Hundiendo su pie en el acelerador y con ambas manos ocupadas en realizar movimientos concisos, Nanami conducía como diablo por la calles de Tokyo.
El cansado rubio estaba por disfrutar de su hora del té, acompañado por un perfecto sandwich casse-croûte, cuando de último momento Yuuji no solo había dicho que su hermano estaba de regreso, si no que ya también estaba detenido por la policía.Ser abogado era una mierda, pero no les podía fallar a esos hermanos pelirosados.
Y mientras esos dos hombres ocupaban sus pensamientos frente al auto, Megumi era una bolita de preocupación en los asientos traseros.
Sabía que Sukuna estuvo en la cárcel en su adolescencia pero ¿Ahora?— ¿Qué habrá hecho ésta vez?— Apoyó su frente contra el cristal de su ventana, cerrando sus ojos ante el contacto de éste.
No tardaron mucho en llegar, pues quién sabe cuántas señales de alto se habían pasado y el exceso de velocidad ya se había quedado atrás.
El primero en bajar del vehículo fue el pelirosa, quien no esperó siquiera a que el auto se detuviera, si no que en movimiento abrió la puerta, se lanzó al pavimento y rodó por el suelo hasta levantarse hábilmente como si nada.
Si no fuera modelo, bien podría ser un doble de riesgo en películas de acción.
— ¡Sukuna!— Gritó sin pensar al entrar al recinto jurídico, miró por todos lados buscando a su copia malvada.
Y justo ahí estaba, a unos metros de él, sentado como perro regañado.Golpeado de la cara, con los nudillos sangrantes al igual que su naríz, el labio inferior roto y una ceja abierta.
En cuanto la voz del menor hizo eco, todos los presentes levantaron la mirada, incluído ese estúpido albino que también estaba sentado, justo a lado de Sukuna.
Yuuji no se había percatado de su presencia pero al hacerlo, notó que estaba igual de golpeado que su hermano (si no es que peor), así que no fue muy difícil entender el problema en el que se habían metido.
La mirada color avellana se movía inquieta, observando a los dos individuos sentados.
Ahí estaban dos personas importantes en su vida (aunque le costara aceptarlo de Satoru), lastimadas, probablemente por su culpa y no sabía cómo reaccionar.Pero todo se decidió cuando dio el primer paso.
Exactamente, hacia su hermano.
Gojo bajó la mirada, un poco decepcionado en cierta parte, aunque en realidad no esperaba menos de Yuuji.
— Hey, ¿Qué te pasó?— Preguntó Itadori, colocandose en cunclillas para observar el rostro magullado de su única familia, sin embargo éste no respondió, solo se limitó a desviar la mirada.
En breves segundos, el sonido de pasos apresurados perpetraron el silencio de la sala y por el número de pisadas se podía calcular que eran más de dos personas, por lo que el pelirosa menor se dio media vuelta para mirar lo que causaba el alboroto.
Al hacerlo pudo mirar a Nanami, Fushiguro, Geto y... A quien podía reconocer como el papá de Fushiguro.
No lo sabía a ciencia cierta porque jamás se habían presentado formalmente pero vamos, el parecido era innegable, ese musculoso hombre y su mejor amigo compartían la misma cara de odiar a todo el mundo.— ¿Qué hacen todos ustedes aquí?— Por fin habló el hermano mayor.
— Itadori me dio tu mensaje.— Suspiró el rubio presente.
— Y nos encontramos recién.— Señaló a los pelinegros que estaban a sus espaldas.
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Love me again.
RomanceLuego de pasar años a lado de una persona que juraba cambiar y nunca lo logró, Yuuji finalmente se cansa y se decide hacer algo que jamás imaginó hasta el momento: Pedirle el divorcio a Satoru. Y Gojo tratará de hacer todo lo que está en sus manos p...