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—¡Alto ahí, policía!—detuvo al malicioso ladrón.

—Tsk, ¡No me atraparás!—el chiquillo regresó sobre sus pasos antes de salir disparado en dirección contraria

—¡Te tengo!— no se percató a tiempo de la presencia de la niña, quien lo atrapó desde un costado.

—¡Sii, ganamos!—festejaba Chifuyu, hasta que Emma le sacó la lengua.—Faltas tú—como si fuera un toro, se preparó para embestir a la ladrona restante.

Emma corría muy lejos de Chifuyu, se estaba fatigando de tanto esfuerzo, así que entró al baño de las niñas para tomar un descanso.

—Emma, ¡Eso no se vale!

Mientras tanto, Kazutora era llevado a la estación de policías a cargo de Yuzuha. Desde que salieron, pensaron en aquel juego, reunieron a los niños suficientes para jugar. Los más grandes sufrieron en atrapar a los menores, ya que estos se escabullían bastante bien.

Los mejores policías fueron Yuzuha y Chifuyu, los dos dejaron para el final al ladrón más difícil de capturar: Hanemiya.

El momento de diversión llegó a su punto máximo, desbordaban risas y comentarios graciosos, también cansancio y quejas.
Emma esperó a que el captor se distrajera, para salir corriendo del baño y tratar de salvar a alguno de los ladrones.

Más de uno se raspó debido a la persecución, pero como todos estaban animados al límite, no les importó.

Cuando Chifuyu estaba a casi nada de atrapar a Emma por la blusa, desde atrás, tocaron el timbre.

—Oh, rayos —imitó al zorro de Dora la exploradora.

La rubia saltó feliz de haber ganado, todos los demás hablaban emocionados de todo lo que hicieron en el recreo, quedando de acuerdo para jugar de la misma manera al día siguiente.
Kazutora aún no se sentía familiarizado con los juegos colectivos, verse rodeado e interactuando con otros niños, de todos los grados, lo ponía en un estado de escepticismo, no podía disfrutar en su totalidad los juegos, por culpa de esa espinita de pena.
Jamás se vio a sí mismo jugando con tantas personas, riéndose a más no poder.
Y sin embargo, lo estaba viviendo.

—Tora-san—volteó en busca de la presencia del rubio, hasta ser interceptado por sus bruscos abrazos.—¡Nos vemos en la salida!

—Sí Chifuyu, anda a tu salón.

Él fue hasta Yuzuha, esperando a que ella se atara las agujetas quién no sabía hacerlo, pero la esperó con calma.

—Adelantate al salón, ya voy ...—le dijo, no alzó la cabeza porque estaba avergonzada de que se diera cuenta.

—¿Necesitas ayuda?

—No, gracias—trataba de recordar cómo amarrarse las agujetas, las estiraba y les hacía nudos.

Aunque le negaron la ayuda, el decidió hacerlo, porque era su amiga.

—Mira, se hace así—se puso en cuclillas para enseñarle, indicando los pasos.

Quedaron juntos, Yuzuha pasó su otro zapato para que lo amarrara también. Ya habían pocas personas alrededor, solo quedaban ellos en medio de la cancha, viéndose fijamente.

Kazutora intentó hablar pero las palabras no le salieron, la niña lo miró sin poder contener su sonrojo.

—Gracias...Kazu-kun.

—No hay de que, ahora a correr o llegaremos tarde.

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Que linda es la vida, vive cada día sin una medida, vive hasta lo máximo

Pecositas(っ˘з(˘⌣˘ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora