Final alterno

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Chifuyu había tomado una decisión estúpida, como consecuencia de su cambio de actitud. Por el crecimiento y la implantación de opiniones ajenas que no eran dirigidas hacia él, y que de todas formas las tomó como críticas.

Tora...—echó de vuelta la cabeza hacia adelante junto a todo su cuerpo.—Tora-san...—un ciclo vicioso, un abismo.  La constante de que sus ojos se volvieran crisálidas rotas y derrumbaran agua salada.

Somos dos chicos...no es correcto que estemos juntos.

¿Por qué dijo semejante barbaridad?

Había terminado con una relación de años, solo por la espinita de inseguridad y el qué dirán.

Tuvo la inmadurez de justificarse en todo lo que el mundo dictaba de una relación como la suya. Y Kazutora mostró en todo momento su serenidad, como si no le afectara, lo que solo complicó la situación.

Ese día hizo lo imperdonable al citar a Kazutora en ese pequeño parque donde bailaron por primera vez.

—¿No dirás nada?—fue el único ridículo que derramó sus lágrimas.—¿No te importa lo que te estoy diciendo?

Kazutora sonrió.

Igual a un fracasado, como si estuviera asimilando la escoria que era, aceptando su ennegrecido presente de la mejor manera. Sonrió para no explotar ni derrumbarse a los pies del chico que amaba, no se permitió destruir su dignidad.

Además, cualquier cosa que Chifuyu le dijera era importante.

—Esto no está bien.

No preguntó el porqué, porque no había uno. No existía una razón fuerte para destruir el amor tan hermoso que mantuvieron desde la infancia. Todo era un malentendido del cual se podría arrepentir toda la vida.

—Era un niño todavía cuando te propuse todo...y ahora ya crecí.

—Lo entiendo—pero él era incluso mayor y no veía nada malo en que su pareja tuviera el mismo sexo.

—Temo con el día que mis papás se enteren de lo nuestro, ¿Qué les diré?, ¿Qué llevo años besándome contigo?, me matarán...

—Lo entiendo.

En cada oración su voz perdía todo rastro de cariño.

Miró la pulsera que Chifuyu besaba todas las noches, aquella joya que decía indirectamente a todo el mundo que estaban juntos, comprometidos en el alma. Tembló al ver que volvía a estar en su mano.

Aquel día que "jugaron" a casarse, terminaba ahí. La inocencia se había esfumado.

—Lo siento Kazutora—habló cabizbajo.—Tú eres mayor que yo, no vale la pena ni el tiempo que sigas sintiéndote comprometido a cumplirme todos mis deseos de niño, merecemos estar libres. No quiero arruinar tu reputación solo porque sales conmigo.

¿De dónde sacaba todos esos inconvenientes?, si nunca habían experimentado uno con esa grave intensidad.

¿Acaso no se supone que pelearían e ignorarían todo?, ¿Qué no eran ellos contra el mundo?

No solo terminaba su noviazgo, también con su amistad. Kazutora había aprendido a soltar las cosas, no obstante, ese momento ácido se lo llevaría tatuado en la piel por mucho tiempo, seguramente.
Estaba por perder a quien fue su luz de la infancia, su primer beso, fiel amigo y compañero.

A su primer amor.

Probó el veneno dulce que Chifuyu le regaló día con día a través de sonrisas, y ahora que no había gota, tenía que asumir la maldición.

Pecositas(っ˘з(˘⌣˘ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora