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Sabía que no volvería a ver a Chifuyu en mucho tiempo, pero era algo que no pensó antes de cometer su intento de salvación.

Ahora admitía que por mucho tiempo que se tomó planificando, todo lo hizo mal.

¿Qué esperaba?, ¿Por qué creía que esa acción ayudaría a que su amiga estuviera bien?

Cuatro niños estaban en el hospital, las autoridades esperaban a que recobraran el conocimiento para empezar a profundizar en la investigación.
Al principio se creyó que todo fue causa de un adulto que allanó la mansión Shiba y atacó a todos los niños.

Nadie pensaba que un pequeño de nueve años fuera a cometer tal atrocidad contra otro de apenas dos años mayor.

Las pertenencias de valor seguían en la casa, las otras habitaciones estaban intactas. Todo se había ejecutado principalmente en la sala y la cocina, dónde una gaveta quedó semiabierta, aquella donde se guardaban los utensilios punzacortantes. Afortunadamente, no se encontró ningún arma blanca tirada, lo que haría pensar por intuición que no se utilizaron en el ataque.

Lo que sí, es que los fragmentos de vidrio sí fueron ocupados como defensa, los cortes en las manos de Taiju Shiba corroboraban tal hecho.
Las conjeturas en torno a los rastros y exposición visual hallados en el departamento se estaban ratificando con el pasar de los días.

El menor de la familia Shiba seguía internado, afirmaba no recordar nada, tampoco se le podía forzar a hablar demasiado porque tenía costuras en la boca.

Yuzuha, la única fémina de los infantes, posiblemente estaría condenada a una tensión permanente que involucraba a su familia y un amigo cercano. Se negaba a hablar de lo acontecido.

Quisieron forzarla a dar su testimonio ya que los otros niños seguían desmayados por la pelea que desataron, pero los doctores la defendieron y ahuyentaron a los investigadores, ya que necesitaba reposar seriamente. Ahora tenía un trauma psicológico muy grave, y como mecanismo de defensa, estaba borrando gran parte de los hechos, como si quisiera anular que alguna vez pasó. Pero vería las heridas en los otros niños, sabiendo entonces que nunca fue ninguna pesadilla.

Con la memoria encapsulada, Yuzuha solo quería tener cerca a su hermanito y ser ella quien lo estuviera vigilando. Empezó a delirar, la luz intensa del hospital la estaba mareando, así que cantó una canción de cuna para dormirse sola.

Estaba agotada de su corta y violenta vida.

Su corazón solo rogaba que esa fuera la última vez que viviría del miedo desgarrador.
El daño que ella recibió quizá no era tan severo en el aspecto físico, fue golpeaba intencionalmente durante la pelea, pero presenció absolutamente todos esos ataques, escuchó cada palabra hiriente, a diferencia de Hakkai que se tapó los oídos y cerró los ojos para no sufrir todo eso. Aunque también estaba traumado.

Habría repercusiones legales en el caso.

El señor Hanemiya aborrecía con toda el alma a su hijo. Quería desconectarle el tubo intravenosa, quitarle la máscara de oxígeno, hacerle un favor a la sociedad de un potente asesino.

¿De que otra forma llamarle?

Kazutora fue quien llegó a esa casa con intenciones de matar.
Pero al menos, los padres de él estaban ahí, la madre haría lo posible por salvarlo y evitar las consecuencias severas de sus acciones.

Por su parte, los Shiba no tuvieron la presencia de su padre, solo a otro representante legal que estaría pendiente de ellos durante el proceso judicial y el estado de salud de los niños.

Solo el alma de su madre veía a sus tres hermosos niños internados en ese hospital. Cuidándolos día y noche, permaneciendo más cerca que nunca de ellos.

Pecositas(っ˘з(˘⌣˘ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora