Al día siguiente mi casa es un caos, todos corriendo y empacando cosas, ya que la noche anterior, nos fuimos de rumba por los bares que están en el paseo del sol, y rematamos en la cuarenta y una, dejando la empacada para último momento, y aunque Damián me dice que nos iremos a la hora que yo esté lista, no quiero demorar mucho por lo de la zona horaria, pero fallo en el intento.
Las chicas y Max como tienen el vuelo más temprano terminan de empacar y Sergio los lleva al aeropuerto, les prometo escribirles siempre y mandarles mil fotos por el grupo de WhatsApp. Una hora más tarde me despido de Bea, que se irá una semana de luna de miel para París, la ciudad del amor, regalo de bodas del padrino.
Si antes Bea lo amaba, ahora alucina de amor por él después de semejante regalito.
Cuando ya tengo todo empacado me despido de la abuela, que pasará esa semana en casa de su hija y feliz con su nuevo restaurante. Cuando Damián dice que tenemos que abordar, ya que, aunque aquí sea medio día, en Londres ya es de tarde y como son muchas horas de vuelo, llegaríamos cuando allá sea de día y Thalía necesita estar lo más temprano posible.
―Te quiero, te quiero, te quiero mamá.
―Y yo a ti, hija mía ―me dice, mientras nuestras lágrimas afloran. ―Cuida ese pedacito de vida.
―Lo haré, pero igual tú, y por favor, prométeme que me llamarás a la hora que sea, siempre que me necesites.
Irme tan lejos y dejarlos, aún me preocupan.
―Lo haré mi niña, y tranquila, Damián le prometió a Beatriz traerte en cinco meses para el parto, así que ella misma se encargará de que estés aquí, o es capaz de no dar a luz .
Suelto una carcajada al escucharla, con mi tía uno nunca sabe.
―Te llamaré apenas llegue ―le digo abrazándola.
Thalía y Damián se despiden de ella, y Sergio la lleva de regreso a casa, el regresará en un vuelo regular más tarde. Cuando el piloto nos dice que el tiempo de vuelo será de diez horas con cuarenta minutos, miro a Damián horrorizada, mientras él me guiña un ojo y me pasa una botella con agua; este será el viaje en avión más largo de mi vida.
Para distraerme un poco, hablo con Thalía y esta promete recorrer conmigo todo Londres, mientras su hermano me come a besos y me dice que me llevará a donde yo quiera. Rato después, Damián me lleva a una habitación en el lateral de avión y me hace el amor encantado, la urgencia que tiene al poseerme es desgarradora y yo lo disfruto, aunque al mismo tiempo me muero de miedo, al hacer esto a esta altura.
Después de seguirle la corriente en todas sus locuras, el cansancio me puede y caigo rendida, las horas de vuelo se me hacen lentas y esta cama es lo mejor del mundo. Un movimiento me hace abrir los ojos y siento que él se levanta de la cama, lo tomo del brazo preocupada.
― ¿A dónde vas? ―Pregunto, un poco asustada.
―Tengo que arreglar unas cosas cariño, tú duerme que yo te despertaré cuando me desocupe.
Pero sin importarme lo que tenga que hacer, lo jalo con fuerza acostándolo de nuevo a mi lado, paso mi pierna por encima de él y lo aprisiono abrazándolo. Él sonríe y me besa el cuello haciéndome reír.
―No me dejes sola a tantos metros de altura ―digo y siento que me parezco a mi abuela.
―Aquí me quedaré contigo cielo, ahora duerme.
Damián me besa la cara y yo cierro mis ojos, cayendo en el más profundo sueño.
Cuando despierto Damián no está en la habitación, pero Thalía está dormida a mi lado, así que al levantarme intento no hacer ruido para no despertarla, y salgo de la habitación un poco mareada.