Desde el cielo miro todas esas hermosas construcciones y me regaño mentalmente, al no darme cuenta de que su diseño sólo encajaría en este hermoso lugar.
¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios!
Jamás en toda mi vida, creí llegar a conocer todo esto.
Miro embobada por la ventana del avión, mientras Damián me sostiene la mano y besa mis nudillos, sonriendo al saber cuánto me ha gustado su sorpresa.
Aterrizamos en el Jebel All International Airport, mientras no dejo de sonreír encantada. Cuando bajamos del avión un hermoso Roll Royce nos espera y yo abro la boca sorprendida cuando abren sus puertas. Este es el carro más lujoso y caro del mundo.
¡Dios! ¡Dios! nada más de subirme ya me siento la reina del universo.
¡Abran paso a la reina Elizabeth! ―Sonrío.
Este es sueño de media humanidad ―pienso, mientras Damián no deja de mirarme y sonreír.
Este dice algunas cosas en árabe y yo lo miro atónita sin entender.
¿Cuántos idiomas sabrá este hombre?
― ¿Estás feliz? ―Me dice al subirnos al coche.
―Eso ni se pregunta ―respondo besándolo. ―Por amor a Dios, es Dubái y esto es un Roll Rayce.
― ¡Uy! La que más sabe de coches. ―Sonríe y yo le doy un suave puño en el hombro.
Soy aficionada de los coches, así que sí, se mucho de eso.
― ¿Tú cuantos idiomas sabes? ―Pregunto curiosa.
―Muchos, por mi trabajo debo viajar y saber comunicarme con ellos cielo, es vital para los negocios, si sabes su idioma es como si te interesaras en su cultura, y en las negociaciones lo toman mucho en cuenta; no es lo mismo que llevar un traductor. ―Asiento.
Hablamos todo el camino y él promete ser mi súper guía, así que me va diciendo por donde vamos pasando, mientras yo me asomo por la ventana; veo tantos edificios juntos, que creo que me marearé al subir a alguno de ellos, son tan altos y extraños.
Damián me enseña el Burj Khalifa, que es el edificio más alto del mundo y me dice que mañana temprano se reunirá en la cima con el Jeke, para mostrarle todo lo que ha hecho para él y comenzar con la construcción lo antes posible, mientras yo asiento asombrada por todo lo que me cuenta.
Minutos después llegamos a Burj Al Arab y yo lo miro alucinando.
― ¿En serio nos quedaremos aquí? ―pregunto sin dar crédito, mientras él asiente y yo sonrío.
El Bruj Al Arab es el único hotel siete estrellas en el mundo, un día aquí, le saldrá por un ojo de la cara, y aunque es una pena bajarse de este increíble coche nos disponemos a entrar en este majestuoso hotel; en el que sólo al entrar, trago saliva con dificultad al ver semejante belleza, si Damián no me estuviera sosteniendo de la cintura, ya me hubiera ido de espaldas.
Damián habla con el hombre de recepción, mientras yo trato de adivinar lo que dicen, pero fallando en el intento.
―Es tan frustrante no entender nada. ―Pero cuando este me toma por la cintura y me lleva a las escaleras, me olvido del idioma y abro los ojos asombrada, al ver una gran fuente de colores y luces en medio de las escaleras. Si de día se ven increíbles, de noche debe ser lo más hermoso que mis ojos verán, pero me equivoco, al entrar a la habitación alucino.
¡Es la suite presidencial!
Sólo la habitación es tan grande como mi casa; esta tiene una hermosa cama circular con barrotes, muchas cortinas rojas y muebles lujosos que iluminan mis ojos.