Como ya estamos muy cerca de casa, al salir del Spa volvemos a montarnos en un increíble Maserati, y convenzo a Alex que me deje manejarlo. Hace rato no lo hago y nunca he manejado semejante carro, así que después de unos segundos, manejo sin rumbo alguno por la ciudad con un gran vestido de millones de libras.
Minutos después, cambio de lugar con Alex y volvemos a la casa, y como quedé que le avisaría a Thalía, la llamo y le digo que en minutos llegaremos. Mientras estamos en el coche se me ocurre algo y le digo a Emma:
―Quiero que me regales una cosa más.
― ¿Aún no estás satisfecha? ¿Quieres más? ―Me dice irónica y muerta de risa.
―Estoy más que satisfecha, pero quiero una cosita más.
― ¿Qué cosa? Habla ya ―dice feliz.
Verla sonreír no tiene precio.
―Quiero una foto de las princesas juntas.
― ¡Ah! ¡No! Eso sí que no, no quiero recuerdo alguno mío con un traje rosa, jamás, jamás.
―Anda Emma, yo también quiero una ―dice Alex para convencerla.
― ¿Pero ahora ustedes se ensañaron conmigo? Que no, que no.
La niña cruza los bracitos y cierra fuerte los ojos.
―Sólo es una selfi, así tendré el recuerdo más bonito del mejor cumpleaños de mi vida.
La niña suspira y abre los ojos, pero no dice nada, se queda pensando y mira a Alex por el retrovisor, mientras este asiente. Emma después de estar callada por unos minutos me dice:
―Sólo con una condición.
―La que quieras ―digo feliz de que acepte.
―Damian no se puede enterar de que tienes una foto conmigo y menos que me vestí así.
― ¿Por qué? ―Aun no entiendo porque dijo eso.
¿Qué pasa que todo hay que ocultárselo a Damian?
―Tú sólo acepta y toma la foto ―responde, sin querer decirme que pasa.
Así que, sin preguntar más y tentar a mi suerte, saco mi teléfono y nos hacemos dos fotos.
―Eres bien tramposa, has tomado dos ―dice Emma negando con la cabeza, mientras Alex y yo no paramos de reír.
Llegamos y Alex estaciona afuera de la casa, este se baja para ayudar a Emma, pero antes de que llegue a la puerta le pregunto a la niña.
― ¿El bono que me diste de regalo se puede reutilizar?
Tengo la esperanza de que diga que sí, pero no me dice nada, sólo se encoge de hombros, en ese momento Alex abre la puerta, la deposita en su sillita y esta añade:
―Creo que debemos entrar ya, el carro de la tía está aquí.
―Volteo y tiene toda la razón, así que entramos en la casa.
Cuando la puerta se abre todo está en silencio, Emma decide ir de una al invernadero y nos pide que la acompañemos, ha estado todo el día afuera y quiere ver que todo este perfecto con sus animales, así que, nosotros vamos encantados, pero cuando abrimos la puerta para entrar a la piscina, veo globos rojos y blancos por todos lados, miro hacia un extremo y abro los ojos asombrada. ―No puedo respirar. ―Camino un poco más y me doy cuenta de que no alucino, todos están ahí, mi abuela, Bea, Juan, las chicas, Max ¡Ay! ¡Madre santa! Todos gritan y corren a felicitarme.
―Mi niña, te ves hermosísima.
―Mamá.
El abrazo que le doy es tan fuerte que creo que voy a desarmarla, mientras no puedo evitar que mis lágrimas comiencen a correr sin control.