Un ruido me despierta y por el rabito del ojo, veo a Emma salir de mi habitación, miro hacia todos lados y no hay nadie más.
¿Qué hacía Emma aquí?
Miro mi teléfono y encuentro muchos mensajes, llamadas perdidas de las chicas, Max, Lucas y mi familia, pero me derrumbo de inmediato al leerlos, Damián no me ha llamado y eso me pone peor, no quiero estar sola. ¡No quiero!
Decido bañarme y bajar a la cocina, el hambre se me ha despertado y necesito comer, ayer nadé tanto y pasé de largo sin comer algo, que hoy mi apetito es atroz y ni pensar en el gimnasio, no tengo fuerzas de nada.
Cuando voy a la cocina me encuentro con Casandra, que va de salida como de costumbre, esta me felicita y me abraza emocionada y aunque, me invita con ella, estoy tan cansada como para aceptar. Entro a la cocina y me encuentro con Lola, Liliana e Inés que me abrazan y me ponen un banquete de regalo. De pronto, Inés se acerca y me dice al oído:
―La niña Emma, se despertó bien temprano hoy y me ha ayudado a prepararle todo, pero me ha dicho que no le dijera nada.
Al escucharla una sonrisa se dibuja en mi rostro, Emma es una niña divina y bondadosa a pesar de todo, pero de pronto Inés llena de información añade:
―Póngase feliz señorita, la niña Emma la quiere, nunca la había visto divertirse tanto en años como en el tiempo que usted lleva aquí. La única diversión que tenía era hacerle bromas a la señorita Casandra, aunque la castigaran y la regañaran luego.
― ¡Ay Inés! No entiendo porque tratan a esa criaturita tan linda así ―le digo, comenzando a comer mi rico desayuno.
―Señorita, la vida ha sido muy dura con esta familia y creo que a pesar de que pasan los años, no han podido levantarse completamente de esa tragedia.
―Entiendo, pero la niña no es culpable, a ella también le tocó vivirlo y se llevó la peor parte.
Ella ya ha sufrido suficiente como para aguantar estos atropellos.
―Lo sé, aunque Sergio, Alex y yo hemos tratado de convencerla, para que vuelva a las terapias y pueda volver a caminar, ella se niega.
―Cuando Damián llegue hablaré con él, debo parar esto de una vez, no puedo seguir quedándome callada ante los atropellos que hacen todos a esta pobre niña.
Alguien debe ponerles un paro y si no lo hace otro, me tocará a mí.
―Piénselo bien, la señorita Thalía ya lo intentó y mejor se fue de esta casa, después del gran enfrentamiento con Damian.
― ¿En serio?
Inés asiente y continúa:
―Emma es lo único que tiene Damián, y aunque todos piensen que sea un ogro yo lo he visto llorar, y también sé que cuando se encierra en su despacho lo hace, recuerda y llora, y sólo su trabajo le impide pensar, por eso se mata trabajando.
Inés se sienta a mi lado y las lágrimas corren por sus mejillas, mientras le tomo las manos y esta añade:
―Lo conozco desde que él tenía diez años, él era un niño muy apegado a su madre y a sus hermanas, todo lo hacía por ellas y era muy amoroso, pero luego que pasó lo de mi Loris ¡Ay, mi hija! El señor cambió y se distanció un poco, pero con todo lo demás ya jamás volvió a ser él que un día fue.
Inés llora y yo la consuelo como puedo, debe ser duro perder a su familia, porque después de tanto tiempo trabajando aquí, así debe sentir que era, y no es para menos, me he encariñado con Emma y enamorado locamente de Damián en sólo meses, ahora Inés que lleva toda su vida en esta casa.