Los días pasan y en la casa el ambiente mejora, la relación con Damián cada día me sorprende más. Está más atento, nos invita a salir juntas y comparte cada rato libre que tiene con nosotras. Un día nos sorprende llegando al negocio con la intención de ayudarnos, pero como es un auténtico desastre en la cocina, mejor lo ponemos a entregar los pedidos a los clientes.
Cuando Sergio y Alex llegan, enseguida nos cuentan lo ocurrido. Alex, me mira con mala cara porque yo estaba más que enterada, Emma no puede evitar reír al escucharlo, mientras yo les digo:
―Lo siento, pero no podía dañar la sorpresa, ayudé a Sergio a comprar el anillo cuando estuvimos en Dubái y aquella noche que dijiste que eras el novio de este y que le pedirías matrimonio, no pude abrir la boca y dañar la sorpresa que él tenía para ti.
―Eres genial mamita ―dice Emma, mientras Alex y ella me abrazan.
Desde que Damián cambio con ella me llama mamita todo el tiempo y eso me gusta, ella es una niña increíble y tierna, aunque no puedo negar que me hace sentir vieja.
Algunas noches salgo con las chicas de rumba y Damián nos acompaña gustoso, otras sólo nos quedamos en casa, mientras bailamos a un lado de la piscina y terminamos empapados haciendo el amor como de costumbre. La vida en Londres de un momento a otro se torna maravillosa, por primera vez en mucho tiempo esta es una casa llena de amor, donde ya no se escuchan gritos, sólo la risa de la niña y eso me llena totalmente.
Una tarde cuando llego de trabajar, entro directo al gimnasio y al pesarme no puedo creer lo que veo, ya he subido siete kilos por arte de magia y aunque no estoy gorda si estoy repuestica.
Ya estoy cansada de seguir subiendo de esa manera ―pienso, cansada de hacer ejercicio y que nada pase.
Damián se empeña en decir que así estoy mejor, que antes estaba en los huesos, pero yo necesito volver a tener mi peso y para mañana es tarde. Cuando me canso y no puedo más voy a bañarme, pero Damián me toma desprevenida y grito, mientras él me sube a la habitación y pasamos un rato divertido.
Dos días después, este me llama y me dice que necesita hablar conmigo y no puede esperar para después; su tono no es el adecuado y aunque le hago caso, algo en mi me alerta y eso me preocupa.
¿Qué puede estar pasando?
Cuando llego a la casa, escucho gritos y fuertes golpes, de inmediato corro a ver qué pasa. Inés se acerca a mí y tomándome del brazo me dice:
―No vaya a entrar señorita Eli, el señor, ha llegado temprano hoy y media hora después de estar encerrado, comenzó a tirarlo todo como un completo demente, no entre, no entre.
La miro sin poder imaginar lo que le puede estar pasando, pero ahora más asustada que nunca por su llamada decido entrar, y me quedo como estatua cuando veo el desastre que tiene en su despacho. Si es que a esto ahora se le puede llamar despacho.
―Cielo ¿Qué te pasa? ―Le digo acercándome despacio y con un poco de miedo.
―!Eres... Eres lo peor que existe¡―Grita fuera de sí, y no entiendo nada.
― ¿Por qué estás diciendo eso Damián? ¿Qué pasa?
―Pasa... Pasa que eres una mujerzuela ―grita más alto sacándome de mis casillas.
―Me haces el favor y me respetas, maldito idiota.
― ¿Respeto? No te mereces el respeto, ni el amor de nadie de esta familia, eres igual a ella, eres igual a Elena, eres igual a todas, una... una desvergonzada, que sólo están conmigo por dinero y nada más que eso, eres una... una zorra aprovechada.