13 de noviembre
La cola del polideportivo estaba abarrotada de gente. En las competiciones masculinas solían venir mas gente ya que una gran parte de ellas eran fans o admiradores que animaban a su crush en la competición. En la de las chicas no era así, solo venia el equipo, familiares y algún que otro amigo, muy pocas veces habían llegado al aforo completo por mas nivel que tuviesen las nadadoras.
En el interior del polideportivo la temperatura era mas alta que fuera. Nos teníamos que quitar los abrigos y los jerséis para no morirnos de un sarampión.
Sophie y yo teníamos suerte, al ser miembros del equipo podíamos reservar asientos en las competiciones en las que el equipo compitiese y podíamos invitar cada una como mucho a dos amigos. Así que la fila de la entrada, solo era un incordio para nosotras.
Las butacas eran de plástico y blancas. Las cambiaron el año pasado cuando hicieron reformas en las instalaciones. Otra de las cosas que también cambiaron fue el techo, antes era un techo normal de un local, con su pintura por encima y todo, pero gracias a la humedad, el techo se estropeó y eso fue la principal causa de la reforma. Ahora el tejado eran paneles de efecto invernadero en los que traspasaba la luz.
El entrenador Howland, nos había mandado un mensaje con nuestras butacas y las de Abby. Estábamos en la fila tres las butacas nueve, diez y once, mas o menos por la mitad.
Tuvimos que pasar por donde unas señoras que rondaban los cincuenta estaban sentadas. Llevaban pintadas dos rallas en las mejillas. La superior roja, y la inferior blanca. Eran de un equipo enemigo, uno de muchos, a decir verdad. Nos miraron con mala cara y luego quitaron los pies para poder pasar.
—A esa señora le va a nacer una verruga como siga teniendo esa cara de mala leche—nos susurró Sophie a Abby y a mí. Nos dio gracia el comentario y al final llegamos a nuestros sitios.
Al sentarme, vi a nuestro equipo, los Schwimmer Blau. Estaban reunidos junto con el entrenador en sus banquillos. Había cinco chicos de los cuales solo reconocí a dos, a Isaak y a Albert, los otros tres me sonaban, pero no les ponía cara.
—Ahí está tu crush, Sophie—esta, giró la cabeza en un microsegundo y se comió con la mirada a Isaak.
—¿Alguna vez has hablado con él? —quiso saber Abby.
—Unas cuantas, pero nada fuera de lo normal—se encogió de hombros—. Tenemos el mismo horario de entrenamiento desde hace dos años—la interrumpí.
—Que es el tiempo que llevamos viniendo a las competiciones masculinas—añadí y disfruté su sonrojó.
—¡Leah!
—¡Sophie!
Bufó y volvió a retomar la conversación.
—Ambos somos los mejores de nuestras categorías.
—Son como los populares del colegio—hice referencia.
—¿Y tú, Leah? —me preguntó la pelirroja.
—No estoy federada, solo voy a natación como método de desconexión, nada más. No me lo tomo a la literal como Sophie ni como Isaak.
—¿Y por qué no estas federada?
—Ella lo estuvo, simplemente quiso bajar de nivel—contestó mi amiga.
—¿Por qué?
—Por presión—dije. —Antes el club no tenía un nivel alto y eran solo competiciones amistosas, en ese momento solo nadábamos por placer, pero cuando el nivel comenzó a subir, cuando Sophie quedó segunda en un campeonato internacional ahí se acabó todo eso. Los entrenamientos comenzaron a ser más duros, exigían más y estabas en constante presión, cosa que yo no quería, solo iba ahí a pasármelo bien—suspiré—. Al final hablé con el entrenador y le pedí que me bajase al nivel de escuela, estuvimos debatiéndolo, pero al final cedió y pues aquí estoy.
ESTÁS LEYENDO
El Arte De Leah © ✔️
Short StoryLeah Baker lleva enamorada de su mejor amigo desde que hace años. Evita a toda costa que sus sentimientos se hagan notar para no delatararse a si misma, pero por curiosidades de la vida, debe tomar la decisión, olvidar esos sentimientos y seguir con...