T r e c e.

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26 de noviembre

Me senté en la silla de la cocina de la casa de Ian y encendí el móvil. Uno era de Erika, quejándose de que me había gastado toda la tableta de chocolate del frigorífico.

«Pues ve a comprar», fue mi respuesta.

«Si claro, ¿Para gastarme el dinero y que cuando vuelvas a casa te la comas? Estas soñando»

Bufé y contuve mis ganas de mandarla a la mierda.

«Haz lo que te venga en gana»

Apague el móvil y me crucé de brazos. Odiaba estas discusiones con mi hermana, eran insoportables.

—Odio a mi hermana—mascullé por lo bajo, y entonces Ian elevó la ceja, intrigado.

—¿Y por qué será?

Fruncí el ceño y le miré.

—¿Qué?

Rodó los ojos.

—Sois hermanas. Los hermanos suelen chocar porque se parecen.

—Ian...— le advirtió Jake con una mirada de «cállate».

—No, ¿Qué quieres decir con eso?

Dejó su teléfono encima de su mesa y me miró seriamente.

—Leah, ¿No te has dado cuenta hasta ahora de que ambas sois iguales? Os chinchais mutuamente, tenéis el mismo carácter y por eso chocáis, pero en el fondo sois dos gotas de agua.

Eso quieras o no me había ofendido. ¿Me estaba comparando con Erika? ¿Con una niña que lo único que hacía era entrar en mi habitación sin permiso y robarme ropa?

Bueno, tú lo haces con su maquillaje.

Cállate conciencia.

—No somos iguales, ni en la forma de ser ni en el físico— negué con la cabeza.

—Joder, si nos fijamos en el físico todo el mundo pensaríais que sois dos extrañas— dijo Jake.

—Una es morena y otra rubia, pero eso es lo de menos— le restó importancia mi amigo rubio.

—No es lo de menos— negué con la cBeza:—¡Es lo mismo! Tú me has dicho que somos dos gotas de agua y no, no lo somos— me crucé de brazos.

—Lo que tú digas— rodó los ojos y la conversación acabó.

Jake pidió permiso para cocinar porque tenía hambre y Ian se lo concedió. Pusimos música para acompañar el ambiente. It'll Be Okay de Shawn Mendes. Ian la puso desde su móvil mientras la tarareaba.

Cogí un paquete de galletas de chocolate mientras que las tortitas se hacían. Tenía hablaré y mi cuerpo me pedía a gritos algo de chocolate.

Media hora después, Jake había terminado de hacer tortitas. Llevamos cada uno su plato a la habitación de Ian y nos sentamos en el suelo. Su cuarto era de color azul celeste. Sus paredes, la alfombra y la colcha eran de ese color. Lo demás lo contrastaba con amarillo, como los cojines, silla, demás.

Me tiré al suelo y me lleve un trozo de la tortita a la boca.

—Jake, me tienes que enseñar a cocinar asi— dije, con la boca llena.

—Cuando quieras— me guiñó un ojo.

—¿Enserio que aún no os habéis liado?— nos señaló, el sobrante.

Dios, tierra trágame.

—Yo no me niego a nada— se encogió de hombros. No me atrevía a mirarle a los ojos—, en cuento me lo pida daré el paso.

Lo peor de todo es, que él no sentía lo mismo, que para el hablar de esto era bromear, pero yo me lo tomaba en serio. Aunque no debería. Ya había aceptado que no daría el paso, que mantendría nuestra amistad por encima de todo. No me arriesgaría, no lo haría.

Además, él está pillado por una chica. Me ha pedido ayuda y yo, como buena mejor amiga, no me voy a negar.

Me tragué mi orgullo y me lleve otro trozo de la tortita a la boca.

—¿Al final que pasó con Harry que no me quedo muy claro?— cambié de tema, y al parecer, lo conseguí. Ian rodó los ojos y bufó por lo bajo.

—¡Está casado!

Jake frunció el ceño.

—¿Eh?

—¿Qué?— dije yo.

—Mirar.— asomó su teléfono y abrió el Instagram buscando su perfil. Pulsó en su última publicación, publicada hace un par de horas. En ella salía él y una chica de unos treinta años bastante atractiva dándose un beso. La chica llevaba el pelo por los hombros y su color de cabello era una mezcla de rubio y gris.— Y leer el comentario.

«Junto con mi esposa, la mejor compañía que jamás podría tener, te amo»

—Que cursi— hice una mueca.

—¿No te gusta lo cursi?— me preguntó Jake, sorprendido.

—No mucho— me encogí de hombros.

—Tomo nota...— murmuró y fruncí un ceño mirándole, aunque negué la cabeza apartando la vista y mirando a mi otro amigo, porque eso era lo que somos, amigos.

—No veo ningún problema, te haces el amante y solucionado— me encogí de hombros restándole importancia.

—No quiero ser el segundo plato— hizo una mueca de asco—, quiero ser el primero.

—Pues no te está yendo muy bien—bromeó Jake.

Ian le fulminó con la mirada y oculté mi sonrisa mientras me llevaba otro trozo de tortita a la boca.

(...)

Llegué a casa agotada. Mis pies me dolían de andar toda la calle y mi tripa me gritaba que le diese una infusión. Tantas tortitas no me habían sentado muy bien y eso me estaba pasando factura horas después. Al parecer los huevos que habían en la nevera de Ian estaban caducados y nos dimos cuenta tarde, cuando su madre se dio cuenta y nos lo dijo.

No vuelvo a la casa de Ian, pone en riesgo mi vida.

Me quité mis playeras blancas y estiré los dedos de los pies. Las recogí y caminé hacia el salón dejándolas en el suelo tiradas sin descuido alguno. Busqué el mando por todas partes pero no lo encontré. Desesperada, recurrí a la última opción que tenía en la manga.

—¡Erika! ¡Dónde está el mando de la tele!—grité mirando por el pasillo.

Esta apareció por él con el móvil en las manos y pasando de largo.

—No es mi problema— se encogió de hombros.

—¡Erika!

—¿Qué?— contestó secamente,  elevando la vista del móvil y mirandome con esos penetrantes ojos marrones, esos ojos que no había heredado yo, gracias a Dios. Si me tuviese que levantar todos los días, mirarme al espejo y verme con los mismo ojos que los de mi hermana me daría algo.

—Tu has sido la última en usar la tele—la acusé.

—¿Y?— dijo, con arrogancia.—Tú eres la que la quieres usar ahora, no yo.

—Te odio— escupí con rabia.

—El sentimiento es mutuo—me lanzó un beso y se acercó a la mesa encima de la mesa. Cogió un envoltorio de la mesa y vi que en él ponía "Chocolate Negro". Lo había aposta, la conocía—. Me llevo esto.

Qué hija de...

Cogí aire y me fui a mi habitación dando un portazo a la puerta. Qué más daba, si mis padres no estaban en casa.

Ian decía que nos parecíamos, que éramos como dos gotas de agua...una mierda.

El Arte De Leah © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora