C a t o r c e.

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24 de noviembre

Picoteé mi mesa de clase de historia mientras miraba un punto fijo de la pizarra.

No entendía por qué nos enseñaban algo que ya había pasado, algo que estaba tan muerto como las personas que participaban en ello. Es como si me contasen lo que estudió mi tatarabuelo. No. Me. Interesa.

Miré de reojo a mi compañero de mesa. Jake parecía más entretenido en la clase que yo. Me miraba de reojo mientras—con su libreta en su regazo—, trazaba líneas con su lápiz.

La curiosidad me ganó y me incline logerente hacia delante para intentar ver cómo me dijubaja. No era la primera vez que lo hacía, y seguramente no sería la última.

Antes de que pudiese ver el dibujo, Jake puso su mano encima de él y me miró juguetón.

—¿Tantas ganas tienes de apreciar mi arte?—susurró, burlescamente.

—Mas bien a criticarlo—sonreí.

Intenté quitar su mano del dibujo, pero no lo conseguí. Hizo fuerza sobre la mesa para no levantarla, y mientras tanto, yo me estaba dejando en ridículo. Nadie puede competir estos brazos de fideo que he heredado de mi madre. Es i-m-p-o-s-i-b-l-e.

—Jake—somreí forzosamente—, ¿Me dejas ver tu dibujo?

Negó con la cabeza, sonriendo.

—Hasta que no esté acabado de te vas a tener que aguantar.

—¡Jake!

—¡Silencio ahí atras!—me hundí en mi asiento y volví a mirar al frente en donde el profesor escribía en la pizarra fechas al azar.

Miré de reojo a Jake que se estaba aguantando la risa. Alcé la ceja y le pregunté:

—¿De qué te ríes, tonto?

Alzó ambas cejas riéndose.

—De como te has asustado, tonta.

—¡Eso no es cierto!—protesté.

—Si que lo es—dijo, riéndose.

—¡Ya!—giró sobre sus talones y nos busco con la mirada. Me puse rígida al instante.—Keller y Baker,—nos señaló, a los dos— al despacho del director.

Abrí los ojos como platos.

Jake a mi lado, dejó su cuaderno encima de la mesa y se inclinó hacia delante.

—¿Al despacho?

El profesor se cruzó de brazos.

—¿Algún problema señor Keller?

—No-o, pero...

—No creo que sea necesario ir al despacho del director—intervine.

El profesor, clavo sus ojos en mi.

—No estoy de acuerdo con usted, señorita Baker. Teniendo en cuenta vuestra falta de interés de la asignatura durante todo el año.—algunos soltaron algunas risitas.

—Normal no tener intereses—mascullé por lo bajo, aunque claro, para mi mala suerte el profesor me escuchó y no pareció tomárselo muy bien.

—Señorita Baker, no me haga otra vez repetirselo. Ya no estamos en infantil como para repetir todo dos veces.

A regañines, me levanté de mi silla arrastrándola hacia atrás haciendo un chirrido. Segundos después, Jake me imitó y ambos guardamos nuestras cosas en nuestras mochilas.

La gente de nuestro alrededor miraban asombrados la escena, otros, se reían sin disimular por lo bajo. Odiaba a esa gente. Eran todos unos falsos. Todo el mundo odiaba está asignatura y también al profesor, ya que no hacía la clase asequible ni mucho menos. Eran pesadas y aburridas, tanto que el temario podía llegar a ser demasiado cargante.

El Arte De Leah © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora