Los camaradas de HyukJae llegan al campamento antes de la puesta de sol en su propia autocaravana, como se lo explicó a su pequeño lobo blanco. Saludaron con una reverencia a DongHae, mostrándole respeto, y a HyukJae lo estrecharon en un fuerte abrazo, extendiendo el saludo al resto del grupo.
Sus amigos de niñez son alfas experimentados, dispuestos a ayudarle a proteger a su pequeña manada. Ellos se quedaron en Akela para impedir que el legado de su familia fuera borrado. Lucha que agradece con todo el corazón, pues concuerda con ellos, quienes creen que su lugar está dentro de la manada. Sin embargo, cuando le solicitó su respaldo no se negaron en brindarlo.
Hablan un poco, al calor de una fogata, mientras la oscuridad cae. HyukJae indaga sobre la manada y sus amigos les comentan que el pliego de peticiones propuesto por los jóvenes está siendo cumplido por SuJae, quien no lo hace como un acto de buena voluntad, sino porque se vio acorralado por múltiples capitanes y escuadrones que respaldan dicha acción. También les relata cómo WheeIn se salió con la suya y logró que vampiros del Clan Ragnar ingresen a la manada y enseñen al cuerpo médico que se quiera capacitar en el uso de las nuevas tecnologías, adquiridas por HyukJae antes de ser destituido.
Escuchar estás noticias llena de felicidad y tranquilidad a HyukJae, puesto que Akela no retrocede, sino que seguirá avanzando y será aquella que siempre soñó.
Lo único que lamenta, es no estar allí para ver en qué se transformará.
Cuando el frío incrementa, todos deciden refugiarse en sus respectivas casas rodantes. DongHae prepara la cena, mientras HyukJae baña a los niños. Después de colocarles los pijamas, cenan y como siempre les lee un cuento. Salvo que los pequeños no se conforman solo con uno y les lee tres en total, pues como se levantaron tarde, se quedan dormidos más allá de la hora habitual.
Sentado sobre la cama, los acomoda en hilera, cubre con mantas gruesas y besa sus frentes. Sonríe, porque son cuatro angelitos que adora con toda su alma. DongHae rodea sus hombros con los brazos y le besa la mejilla e inicio de la mandíbula.
— ¿Te he dicho cuánto te amo? —pregunta el menor. HyukJae niega, agitando la cabeza, fingiendo que no sabe, aunque él ha comprobado la magnitud de su amor con cada gesto, palabra y acto cariñoso—. ¿No? ¿Y qué puedo hacer para demostrarte todo mi amor?
HyukJae se gira entre los brazos del menor y le picotea la comisura derecha, al sujetarlo de la cintura.
—Nada. Con solo tenerte en mi vida es más que suficiente.
Se deleita con la enorme sonrisa que delinea DongHae; esa que lo hace ver como un crío al marcar sus pómulos y convertir sus ojos en medias lunas. El menor inicia un beso suave que le permite dominar, a la par que HyukJae introduce las manos por debajo de su camiseta, pellizcando la piel nívea de su cadera.
El menor termina sentado sobre él, rodeando su cuerpo con las piernas, mientras se continúan besando y este se convierte en uno intenso. Recorre el cuello de su pequeño lobo hasta el inicio de su oreja que lame, antes de morderle el lóbulo.
— ¡Hyuk! —gime DongHae y se lleva una mano a la boca, observando a los cachorros detrás de él.
El Alfa también los mira por sobre su hombro, tranquilo, ya que ninguno se despertó. Aun así, sale de la cama y conduce al menor hacia el baño en donde se encierran, ocupando el espacio de la regadera.
Entre más besos las prendas van cayendo al suelo, porque les estorban; lo único que desean es sentir el calor de la piel opuesta, sin ningún obstáculo de por medio para recorrerla como les plazca.
HyukJae acorrala a su Omega contra la pared y lo levanta. El menor enreda las piernas en su cintura, mientras se sujeta de su cuello y se funden en un beso que los deja jadeantes. Mirándose a los ojos, hechizado por esos celestes que brilla de lujuria, penetra a DongHae de a poco.
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War of Hearts
FanfictionHyukJae es el Alfa Líder de la manada Akela, que domina el Bosque de los Cerezos en el Valle Plateado. Manada que por generaciones se ha ganado la reputación de ser cruel e inflexible con sus enemigos. A pesar de su estatus, hay idiotas que se atrev...