Capítulo 25

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DongHae despierta al tercer día, cuando finaliza su celo, sobre el pecho de HyukJae. Es extraño lo que siente, pues su cuerpo pesa al tener los músculos adoloridos por la actividad física intensa, pero su interior es liviano y ligero como pluma. Sale de la cama y detalla su cuerpo, sonriendo, ya que no hay ningún hematoma o lesión, como si le sucedía con YunHo, que no lograba controlar los instintos del lobo.

Sonríe amplio al comprobar el dicho sobre los Alfas emparejados con la persona correcta. Hombres fuertes y temibles en batalla, que se volvían sumisos y delicados como cachorros con su SoulMate, porque animal y humano se sincronizan para priorizan el bienestar de su pareja, aún en una época salvaje e instintiva como lo es celo.

— ¿Cómo te sientes? —habla HyukJae, removiéndose en la cama. Se sienta e intenta disipar el sueño—. ¿Te duele? —pregunta por las veces que lo anudo.

DongHae niega, moviendo la cabeza.

—Estoy bien, algo sensible, pero es soportable —comenta y gatea por la cama, hacia el mayor. DongHae rodea su cuello y lo jala hacia sí para unirse en un beso delicado que igual hace hormiguear y erizar su piel—. Duerme. —Acaricia su mejilla—. Me encargaré de alimentar a YiXing, sigue descansando.

HyukJae lo había cuidado desde que inició su celo y se hizo cargo de los niños la mayor parte del tiempo, porque DongHae tenía la mente nublada y solo deseaba satisfacer su necesidad. Ahora, iba a cuidar de su Alfa.

Viste una camiseta y un pantalón de algodón, desciende al primer piso, prepara el biberón del bebé y sube a dárselo. YiXing lo mira con sus ojos adormilados y trata de balbucear, pero el sueño es mayor; DongHae debe masajear sus mejillas de vez en cuando para que no se le olvide que está comiendo, porque levantará la casa a gritos si queda con hambre.

Se prepara café, toma dos calmantes para el dolor muscular y cocina diversos platillos para el desayuno, pues sabe que HyukJae se levantará hambriento. Termina justo a tiempo, cuando los niños se despiertan y son atraídos a la primera planta por el agradable olor de la comida.

— ¡Ananak, está delicioso! —expresa Onew, llevando los palillos a su boca, después de que todos se sentaron en el comedor.

— ¡Es cierto! —Concuerda SuHo y los trillizos asiente con la cabeza.

— ¡Apati, come. Etá lico! —dice JongIn a media lengua, con la boca y manos manchadas, pues al comer solo, aún no usa cubiertos o palillos.

HyukJae besa las cabecitas de sus pequeños y atrapa por la cintura a DongHae, besándolo con pasión y delicadeza; combinación que le hace contraer el estómago al Omega.

—Hola, precioso.

Lo saluda con una flamante sonrisa de encías rosadas. DongHae se para en puntas de pies, rodea su cuello y lo besa con la misma intensidad.

—Buenos días, mi cielo.

Están por volverse a besar, pero las risitas de sus chiquitos les llama la atención y terminan llenando sus caritas de picos.

La última semana del tercer mes de la temporada invernal concluye e inicia la primavera. Los primeros quince días para HyukJae son bastantes agitados, porque llegan los suministros que compró con el fin de remodelar el Instituto. Semanas donde intenta respetar el horario autoimpuesto antes de encerrarse los tres días con DongHae, pero que a veces le cuesta cumplir. Cuando en definitiva le es imposible, el padre de DongHae viene a la casa a ayudarle con los pequeños, pues RyeoWook ha estado ocupado con sus Alfas en los invernaderos.

Acordó con HyukJae que solo invitaría a SangBin cuando él estuviera. Sin embargo, con sus palabras y gestos en la primera visita le había perdido el miedo y le gustaba su compañía.

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