El palacio de la coca

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La furgoneta entró por las gigantescas puertas del almacén que teníamos delante nuestro.

Esta giró hacia la izquierda, aparcando en un hueco conveniente. Había también un hueco al otro lado, pero este estaba lleno de basura.

049 bajó de la furgoneta y nosotros también lo hicimos. Él hizo unos estiramientos y por fin pudimos ver su aspecto. Él era un chico bastante alto, con pelo rizado y rubio que parecía un maldito pollo del KFC y con dos mechas rojas que le hacían parecer un payaso. Además, llevaba gafas y vestía con un chándal negro.

Este estaba lleno de filas de estanterías llenas de tarros, algunos brillantes, otros de muchos colores y otros con criaturas o sonidos en su interior. Un alargado pasillo central que salía desde la puerta principal, aunque dejando un espacio al principio para aparcar, tenía en el fondo un tarro en un pedestal el cual debajo tenía un trono del que salían rugidos. El tarro del pedestal no podía ser otro que el legendario, el único, el inigualable: tarro de pepinillos.

—Bienvenidos al único, maravilloso, Palacio de la Coca. —Dijo 049—Mi casa y el lugar donde se almacena toda mi mercancía que solo yo tengo y puedo tener. Este lugar es extremadamente seguro y nunca jamás ha sido encontrado por nadie. Ahora os haré un pequeño tour, por ahora dejen sus abrigos y pertenencias extra dentro de la boca de ese cyber hipopótamo.

De pronto desde la basura salió un hipopótamo mitad robot y este abrió sus fauces. De estas salió un perchero en el que debíamos colgar las cosas. Naiarita dejó su capa y el Chipote Chillón y el cyberhipopótamo cerró la boca, tragándose el perchero. Naiarita gritó.

—Tranquila, niña, estarán en perfecto estado. He experimentado lo suficiente con ese bicho como para comprobarlo.

—A saber qué le has hecho a ese bicho...—Dije.

—¡Puto guarro!—Gritó Naiarita.

049 nos miró de frente y con las manos juntas nos dijo:

—Antes de nada, tengo que explicaros el porque os he llevado aquí. Os he vigilado desde que se robó el Chipote Chillón-049—Dijo. Naiarita tosió. —Una de mis substancias me ayudó a predecir que vuestro am- que os encontraríais y que sería la hora de parar el reloj de la abuela. Ya sabéis a qué me refiero... Pueden estar escuchándonos. —Hizo un parón para mirar alrededor.—Bueno, ¡comencemos con el tour!

Caminamos un poco por el pasillo central donde miles de tarros de muchos tipos nos rodeaban hasta llegar a un gran trono donde se posaba el tarro de pepinillos. Las estanterías eran bastante altas y cuando decidí mirar hacia lo más alto de ellas vi que en el techo había un gran agujero del cual colgaban unas cuantas enredaderas. Mientras caminábamos 049 nos empezó a explicar:

—Este es el pasillo principal, aquí se encuentran la mayoría de mis tarros, principalmente los que no me son muy valiosos. Algún ejemplo sería los de cereal a reacción, los de curación, los de cagar guindillas bailarinas, los de crecimiento de partes del cuerpo, los de hechicería, los de invocación...

—Ajá.—Dije.

Nos señaló que continuáramos hacia el trono y así hicimos, paseamos por el largo pasillo hasta llegar a un gran trono dorado con dibujos tallados de dinosaurios besándose con Scps (o como se diga). Bajo el trono había una pequeña celda oscura. Nada más llegar nos dijo:

—Este es mi trono, sí, tengo uno. Bueno, este es mi trono, ignoren las inscripciones. El diseño es muy avanzado tecnológicamente ya que con solo tirar de esta cuerdita se convierte en una cama, de esta en una mini-fortaleza, de esta palanca de aquí activa una mesa de reuniones y los demás mecanismos no os importan.

049 abrió la celda de la que fuertes ruidos salían.

De ella salió un pequeño dragón negro con las puntas de los cuernos y garras como si fuesen de fuego y con grietas naranjas y unos brillantes ojos.

—Este es Emilio, mi pequeña y adorable mascota. Mola mucho una habilidad que tiene ya que puede estornudar fuego con un color que representa algún sentimiento de la persona que observa.

—Adorable?...—Dijo Naiarita. Emilio se le acercó.— ¡¡¡AAAAAH!!!

Qué pesada la puta niña fresa...

Emilio empezó a revolotear alrededor nuestro hasta que en un momento cayó de morros al suelo. Se levantó con un poco de vagancia y me empezó a mirar a mi y a 049 fijamente, a uno con cada ojo. Luego su respiración se alteró y junto a un adorable pero fuerte sonido de estornudo una llama multicolor salió de su nariz.

—Wow eso es nuevo. —Dijo 049.

—Qué. ¡¿Qué significa exactamente eso?!—Grité.

Naiarita se rió con una risa aguda. Será niña fresa.

—No lo sé.-Contestó 049. —Bueno, seguidme por aquí.

Empezamos a pasear por un pasillo a la izquierda del trono, se veían las líneas de estanterías llenas de cosas, es más, vi un pulpo montando una fiesta de cucarachas y una planta de maría bailando. Los pasillos estaban oscuros ya que solo estaban encendidos los fluorescentes del pasillo central, a saber que más había allí.

—Si entramos por esta puerta, llegaremos a la sala de criaturas y granjas,—Dijo 049 mientras una puerta de garaje se abría mostrando una sala con vegetación y miles de criaturas extrañas. —aquí podrán encontrar rabasaurios, conejos tácticos, un primo lejano de Juan, caballos homosexuales recién traídos de las montañas, el unicornio de tres cabezas, koalas con manos de hacha y granjas de todo tipo de substancias.

La sala era de un tamaño mediano, bastante más pequeña que la sala central. 049 y yo entramos tranquilamente pero Naiarita tardó un rato en entrar ya que estaba caminando con cuidado para no pisar nada.

Cuando ya estábamos dentro nos topamos con un lugar tan interesante y hermoso como extraño.

Había diferentes criaturas extrañas que rondaban por la sala y actuaban como lo haría cualquier otro animal.

La entrada tenía algunos arbustos de bayas cerca, junto a una pequeña piscina de agua estancada.

Era una sala muy bonita, por lo menos hasta que una serpiente gigante que en vez de cabeza tenía un cubo de palomitas salió de los arbustos.

La serpiente sacó una gran lengua tras dividir su cabeza en cuatro y se preparó para atacar a Naiarita.

—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!—Gritó Naiarita.

049 nos empujó hacia la vegetación mientras unos pájaros ventilador salían volando. Miró fijamente a la serpiente y entonces... Se puso a bailar una cumbia. La serpiente también decidió bailar junto a él y con una caricia de su parte, la serpiente volvió al arbusto.

—Pasas que cosan. —Dijo 049 mientras se sacudía las manos. —Bueno, vámonos de aquí que es poco seguro. A ver, si salimos por esta salida de emergencia de aquí llegaremos al baño pabellón y a la sala de máq... ¡¡¡SE ESCAPA EL UNICORNIO!!!

El unicornio de 3 cabezas estaba saliendo de la sala. Este corrió hacia el pasillo central, golpeando una estantería con la cabeza y cambiando su dirección confundido. 049 cerró la puerta de la sala y corrimos hacia el pasillo central para atraparlo. El unicornio paró de repente y empezó a olisquear un tarro que había tirado al suelo, roto. Este tarro contenía una hierba roja brillante. Luego, abrió una de sus bocas y se tragó la hierba que contenía el tarro.

Sus ojos se abrieron de par en par y se volvieron rojos brillantes.

Poco a poco, una cabeza tras otra empezaba a sumarse a su cuerpo, también se multiplicaron las patas y su cuerpo creció y engordó. Saltó al techo, caminando por él y 049 corrió hacia el trono. 

La alucipante aventura sin sentido.zipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora