La batalla del minuto :o

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Madre miaaaaa. Que locuraaaaa.

Delante de mí había un chaval con una larga túnica, su enorme estatura era en una parte lo más extraño de él aunque lo que de verdad era extraño era aquello que lo hacía tan alto. De ahí venía su nombre, EL EMPERADOR DE LOS GNOMOS DE JARDÍN. De repente cientos de gnomos salieron de su túnica rodeándome por completo. Entonces se prepararon para disparar con su afilado gorro hacia mí, pero como tienen que haber más capítulos y yo no podía morir aún se catapultaron de uno en uno. Decidí parar a cada uno con mi escudo pero uno de ellos consiguió perforar el escudo y quedarse enganchado en él. De repente una curiosa idea pasó por mi pequeño cerebro y decidí darle la vuelta al escudo. El gnomo enganchado pataleaba, para así conseguir desengancharse del objeto y escapar. Mientras tanto aproveché para intentar embestir al emperador con la parte puntiaguda del escudo. Pero mientras iba corriendo hacia él decenas de gnomos me agarraron las piernas y empezaron a morderme sin parar. A pesar del dolor intenté continuar, si me quedaba quieto lo único que alcanzaría sería la muerte. Probé a agitar con fuerza mis piernas para liberarme pero era imposible, no tenía nada que hacer. Entonces decidí concentrarme plenamente en un único punto, la cabeza del emperador. Fijé toda mi fuerza en ese punto, e involuntariamente mis alas empezaron a agitarse llegando a altas velocidades y haciendo que yo empezase a elevarme poco a poco, haciendo que me separase de las hordas de gnomos. Y preparando espada y escudo me lancé hacia el emperador, intentando perforar su cráneo para alzarme con la victoria. Pero sin tenerlo preparado el emperador consiguió agarrarme en vuelo y con su poderoso brazo me sujetó en el aire del cuello. No podía apenas moverme, solo podía mantener un contacto visual con su temible mirada. Y mientras me observaba con esos brillantes y atemorizantes ojos me empezó a decir lo que parecía un discurso antes de mi muerte.

-Piojo insensato,-Predicaba el emperador con un alto tono de voz.- No tienes ni idea donde te has metido. Acaso pensabas que tenías alguna posibilidad contra mí? Contra el emperador de los gnomos?! EH?! Insensato... Tu no tienes ni idea de lo que vas a sufrir antes de tu muerte por haber intentado atacarme así, pero debo felicitarte, nadie había llegado tan alto contra mí, literalmente.

Lo que ocurría es que el insensato era él. Mientras él soltaba su sermón que parecía de un crío de dos años que se ha flipado con una película de superhéroes yo aprovechaba para agarrar la espada con una de las patas de en medio, para así clavársela en el abdomen. El cielo empezó a circular a una velocidad absurda, se veía como la luna y el sol daban vueltas al coliseo mientras el emperador empezaba a apretar más y más mi cuello. Y cuando pude notar su mirada en el punto más furtivo y penetrante empujé la espada hasta que noté que se clavaba en su pecho.

Adriano rio, y me giró para que viese cómo unos cuantos gnomos caían perforados al suelo. Entonces me lanzó a mí también y mi caída abrió un cráter en la arena. El emperador sonreía siniestramente mientras se acercaba a mí con furia. No se de donde pero Adriano sacó dos espadas de su espalda y con sus ojos rojos como la muerte las empuño correctamente para clavármelas y matarme de inmediato. Y cuando me las iba a clavar todo se volvió negro. Y unos segundos después desperté en un lugar diferente al que estaba, intenté localizarme y me di cuenta que seguía en el coliseo, el cráter estaba ahí, y el emperador también. Pero algo no cuadraba, él no llevaba las espadas en la mano, en cambio tenía una cara de confusión. Gracias, Puerro. Así que aprovechando la ventaja salté y alcancé a ver la débil mirada de Puerro a la lejanía. Mi cuerpo empezó a iluminarse de violeta y mientras el emperador me observaba en el aire yo observaba a César y su brillo en el pecho. Y entendiendo lo que pretendía decirme le di la espalda al emperador, y segundos después estaba detrás suyo con la posición ideal para clavar la espada en su espalda. Y eso hice, perforé su espalda completamente y dejé la espada clavada para que él cayese al suelo y todo se calmase. La audiencia permaneció en silencio. Pero cuando yo saqué la espada del cuerpo del emperador el coliseo entero enloqueció, no se si era por emoción o por horror pero yo me sentía victorioso, me sentía feliz. Una ambulancia entró al estadio y se llevó al emperador Adriano, pude observar como su herida desaparecía espontáneamente y miré a Puerro sonriente. Él se estaba comiendo un dónut de chocolate. Yo decidí acabar dignamente y me impulsé con mis alas y piernas al cielo para acabar con una pose épica y que la audiencia me vitorease aún más.

Pero desde esa altura alcancé a ver algo que me heló la sangre, y que hizo que cayera bruscamente contra el suelo. Una mirada de lo que parecía ser una especie de máquina me observaba fijamente desde las gradas. Yo acabé más confuso que herido, a pesar de las dolorosas marcas del cuello, los trozos de exoesqueleto que se me habían dañado y todo lo demás, lo que más me preocupaba era aquél imponente ser que me observaba desde las gradas. Acaso podría ser... Imposible, pero si lo fuese, lo comprobaría en su castillo, nuestro próximo destino.

La alucipante aventura sin sentido.zipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora