De vuelta a la nada

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Y ahí estábamos. Salíamos por la puerta del edificio, César cargaba a Naiara con una sola mano y Jay llevaba a Puerro en hombros. Al salir lo primero que vimos fueron unas luces de discoteca rojas y azules. Que bonito, la policía había venido a felicitarnos. Amaku estaba apoyada sobre uno de los coches aplaudiendo sarcásticamente. Las chicas de arriba estaban siendo interrogadas por dos oficiales de la policía. Uno de ellos apuntaba las confesiones en una libreta mientras que otro intercambiaba la escucha para hablar por el walkie talkie.

—A ver... Vosotros sois idiotas o...—Nos empezó a decir Ameki, seria.

—Jefa!!! Necesitamos tu ayuda para unas cosas...—La interrumpió un policía.

—Dadme un momento...—Ameki se fue a atender al policía y nos dejó solos de nuevo.

Jay dejó a Puerro en el suelo, desmayado. Los policías nos ignoraron y nosotros nos acercamos hacia los coches. César estaba un poco confundido y preocupado. Naiarita estaba inconsciente y tenía heridas graves por el cuerpo.

—Policía! Hay un herido!—Gritó César.

Unos policías se apresuraron a sacar una camilla y se llevaron a Naiarita. Cuando se marchaban, sin decirnos nada, cuchichearon levemente mientras la metían en una furgoneta policial. Esa fue la única toma de contacto que tuvieron con nosotros.

De quien si se fijaron fue de Puerro. Aquel contra quien nos habíamos enfrentado. Lo agarraron y lo metieron a un coche a la fuerza. Y aprovechando esto, creo que es el momento de que os cuente su historia ( o por lo menos lo que sé de él).

Todo empezó cuando éramos unos críos. Yo me llevaba bien con él aunque poco a poco fuimos perdiendo relación. De niño era muy molesto y pesado y menos mal que lo dejé. Tras un tiempo, volví a juntarme con él. Todo fue por un nuevo grupo que nos marcaría un antes y un después: Los nocturnos. Aunque esta historia es para más adelante. Tras un tiempo Puerro dejó el grupo, como todos los que estábamos en él. Yo seguí a mi rollo y Puerro decidió intentar ser alcalde de la ciudad. Sus intentos no sirvieron de nada así que tuvo que empezar de nuevo. Tras un tiempo s rindió y decidió empezar un nuevo proyecto: Una empresa de seguridad. Pero no era una seguridad normal, era una empresa de seguridad militar personalizada. Había personas que protegían y vigilaban todo el rato. Pero todo esto salió de una manera que no fue la mejor para él. Puerro desapareció de la ciudad, solo se podían ver sus centinelas. Los seres de negro recorrían las calles a sus órdenes, pero él parecía desaparecido. Puerro era el pasado, pero sus seres seguían existiendo.

Y así pasaron años hasta hoy. Un día, los seres de negro me empezaron a vigilar a mí. En ese entonces no sabía por qué, pero ahora creo que sí. No sabía que eran sus seres hasta que vi en su pecho el logo de su empresa... Puerro sabía que algo me iba a pasar, y quería acabarlo con sus propias manos.

Historias a parte, seguíamos en el coche de la policía. Nos habían metido unos policías en un coche. Naiarita no estaba con nosotros, ella estaba en la furgoneta de auxilios (me sorprende que esta ciudad tenga sanidad).

Ameki apareció en la ventanilla, me miraba con mala cara. César bajó la ventanilla y nada más lo hizo, Ameki apoyó su brazo en ella para regañarnos.

—Mirad, no sé en qué lío os habéis metido, pero sinceramente me da igual.—Nos dijo bastante seria.— No sé si nos habéis hecho un favor o no buscando a Puerro, pero tampoco os vamos a dar un regalo ni nada, ya me he gastado todo el dinero en sobornar a los jefes para que no me despidan. Dejando eso a un lado, no os vamos a poner ninguna condena, ese edificio tiene autorizado el uso de armas y violencia así que tristemente no os podemos encarcelar. Y tú, Naiarita, supongo que cuando escapaste del jurado y destrozaste todo se puede considerar una dimisión. No hemos podido recuperar tus papeles pero aun así, tampoco podrías volver, está en reformas. Ya podéis iros, pero a Puerro me lo quedo yo. Hum!

César cerró la ventanilla y Ameki se fue. El coche arrancó y salimos hacia el centro de la ciudad.

PARA QUÉ HABÍAMOS IDO A POR ÉL, SI NADA MÁS LO TENEMOS, NOS LO QUITAN?!

No sé para qué lo queríamos, pero bueno, habíamos acabado con quien nos intentó matar (más o menos). Además, ese idiota se merecía que le diesen una paliza. Bueno, a ver, en realidad perdió por su culpa.

El coche frenó y nos dejó tirados en mitad de la calle. Hacía frío y era de noche. Caminamos todos juntos hacia la base (por así llamarla). Por el camino empezaron a verse los primeros rayos de sol. Notaba el calor de nuevo y suspiré aliviado. Sorprendentemente, Jay, Airín y Laurel no hablaban, tenían una mirada esperanzadora hacia el horizonte.

César miraba hacia el cielo, con Luz siendo agarrada por su brazo. Llevaba música puesta en unos cascos inalámbricos.

Naiarita no estaba, se la habían llevado en una furgoneta a parte.

Tras un rato llegamos de nuevo a casa. Todos estábamos cansados, algunos más que otros. Algunos nos sentamos en la mesa, otros se tiraron a los sofás y colchones que habían repartidos por ahí y yo me senté en la mesa central a pensar en mi vida. Estaba todo en silencio, se escuchaba la televisión del salón. Naiarita no había vuelto aún. Escuché que los de abajo encendían los fuegos para preparar su desayuno así que yo decidí pillar también algo de comer.

Mientras me tomaba un perrito caliente de gato, César entró a la habitación corriendo. Casi tira la puerta del golpe para abrir la puerta. Corrió hacia la silla de mi lado y me mostró un papel con fuerza. Sus ojos brillaban no sé si de felicidad, ira o drogas.

—Piojo! —Me gritó.— Piojo, mira, mira, mira!!!

—Qué cojones ocurre ahora?—Contesté.

—Tienes que ir, SÍ O SÍ!!!

César me enseñó un folleto arrugado de color amarillo brillante. Tenía unas pocas cosas escritas y muchas flechas y círculos rojos que intentaban llamar la atención. En este ponía:

"Quieres desafiar al gran emperador de la montaña?"

"APÚNTATE A LA GRAN BATALLA DE CAMPEONES EN EL COLISEO GRIEGO!"

"Los ganadores podrán asistir a una fiesta en el castillo de la ciudad"

"(Solo se aceptan candidatos nuevos y autorizados, prohibido personas con antecedentes penales.)"

Tampoco tenía muchas ganas de apuntarme, o sea, soy un piojo que tampoco tiene muchas habilidades. Miré a César con cara de disgusto.

—Bro, y por qué no te apuntas tú?

—Porque yo tengo antecedentes penales. Por qué crees que vivo en mitad de la nada? La que arriesgué al meter a Naiarita ahí...

—Ajá, y todos los demás?

—Bueno... Puerro y Naiarita medio imposible, sobre todo porque Puerro no lo tenemos y Naiarita a saber cuándo se recuperará. Luego las chicas esas pues tienen pinta de tener un historial manchado. Ah, y luego tú, si te mueres, no será para tanto, no lamentaremos tu pérdida.

—Eh?

—Nada, nada. Tú ve, porfa.

—Iré.

César me miró con alegría, estaba a punto de irse a festejarlo con todos hasta que decidí decir una cosa más.

—Pero antes tienes que responder una pregunta.

César giró su cabeza confundido.

—Por qué... POR QUÉ QUEREMOS IR A LA MANSIÓN DE... M E R!?!?

La alucipante aventura sin sentido.zipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora