Pov: Puerro.

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Yare yare...

Ya iba siendo hora de tener mi capítulo, ¿no?

Me presentaré...

Mi nombre es Puerro. Tengo 139 años de edad. Mi casa está tras las oficinas de Puerro.inc, localizada al oeste de la ciudad y... Lamentablemente sigo soltero. Trabajo, o trabajaba, como el jefe de una organización de seguridad corrupta por el gobierno y no suelo salir del trabajo hasta que me toca ir a dormir o hacer algo privado. No fumo, y pocas veces bebo. Me acuesto a las 11P.M. como tarde, aunque hay días que me acuesto sobre las 3 de la madrugada, depende de qué trabajo se me asigna. Después de tomar un vaso de leche tibia y hacer unos minutos de estiramientos y autoreflexión me consigo dormir sin problemas hasta la mañana. Últimamente, debido a mi estancia en la cárcel, he tenido un horario un poco cambiado, pero seguía disfrutando de mi sueño.

Lo que os intento decir es que hoy he dormido diez horas y estoy preparado para partirle el culo al primero que vea.

La maldita de M.E.R. me había estado manipulando durante años por un maldito trozo de metal pegado a mi cabeza. Puede que con ese trozo de metal fuese más fuerte, pero no tenía tanto carisma.

Estoy en proceso de recuperar mi sentido del humor.

Mi poder me ha acompañado desde hace mucho, antes de que trabajase para M.E.R. . Este consiste en poder borrar una acción ocurrida en los últimos cinco o diez minutos, esto creará una nueva realidad donde esta acción ha cambiado a ser un tiempo de pausa.

Un poco confuso, pero se entiende con la práctica.

Sigamos con lo importante...

Llegué a la cima en unos cuantos minutos. No os creáis que soy un super deportista o algo así, símplemente tomé prestado un helicóptero que tiene César en su garaje.

Había aterrizado en uno de los laterales de la gran fortaleza que se ocultaba sobre las nubes de la montaña.

Ni llevaba provisiones, solo mi cuchillo de combate y una pistola con poco alcanze pero mucha potencia.

Siempre me gustaron esas pistolas, no soy bueno en puntería, así que así tenía un ataque potente que no dependía de ella.

Quizás me pasé un poco al no haberme cambiado nada más salir de la cárcel.

Seguía con mi traje de presidiario, que ahora era una túnica que me hizo un amigo costurero que había sido envíado a prisión. Además decidí ponerle unas cadenas que servían como defensa y le daba epicidad.

Cuando llegué rodeé los muros hasta llegar a la gran puerta de madera podrida, que estaba quebrada.

Gracias a la brecha conseguí entrar sin problemas y llegar a los túneles.

Estaba todo casi en silencio. Mis pasos resonaban por los pasillos.

Continué hasta la primera luz a la distancia.

Salí a una gran plaza circular, con sirope de piña por el suelo. Pero lo más importante: Había un gigante calvo atacando a Naiarita. Fruncí levemente el ceño.

Me acerqué en silencio, evitando que me escuchase o viese.

En un paso en falso, pisé una roca salida del suelo que hizó un leve ruido. El gigante giró su cabeza hacia mí y sus ojos cobraron más furia de la que tenían.

Con ese enfado, el gigante agarró más fuerte a Naiarita y la disparó hacia un muro, dañándola fuertemente. Los ladrillos cayeron sobre ella y la dañaron más.

Me enfurecí y despejé el pelo de mi cara. Saqué el cuchillo con fuerza y con furia me acerqué.

—No sabes dónde te has metido, asqueroso y miserable insecto.—Le dije.—Te vas a arrepentir de haberle hecho eso... HIJO DE...

El gigante se rió y se puso en guardia, saltando y provocando una onda que creó un efecto épico en mi pelo y túnica.

Justo después, el gigante volvió a saltar, esta vez hacia mí.

Atnes de que me alcanzase, borré la acción y aproveché la distracción para correr hacia él antes de que intentase hacer otra cosa.

Empuñé mi cuchillo con más fuerza y aumenté mi velocidad.

Cuando estuve a su lado, intenté clavar mi cuchillo en su pierna. Jorgíngulus intentó reaccionar pero... ¡ERA UNA TRAMPA!

Cambié mi ruta y saqué mi pistola para apuntar hacia su ojete, rodeando su pierna y disparando una bala hacia el músculo del recto excretor.

La bala lo perforó perfectamente y el gigante se enfureció más, girándose hacia mí y golpeando el suelo con fuerza.

Él estaba pateando al suelo y provocando temblores sobre la plaza.

Yo intentaba esquivar sus patadas, pero al mismo tiempo las paredes empezaron a temblar por los golpes.

Las rocas de los muros y los arcos que se encontraban sobre Naiarita empezaban a debilitarse.

Yo me cabreé más y decidí acabar con esto lo antes posible. No me iba a contener, me daba igual querer ser pacífico, ese ya no era alguien vivo.

Disparé hacia la cabeza pero fallé.

Borré el momento y volví a disparar.

Borré y volví a disparar.

Y por fin acerté.

Disparé todo el cargador seguido, haciendo que todas golpeasen en el mismo lugar y llegasen a su cerebro nansocópico.

El gigante estaba posiblemente muerto, ya que tenía el cerebro perforado y destruído, pero decidí asegurarme. Salté hacia su calva y saqué mi cuchillo para apuñalarlo sin tregua. Sangre salía de su cabeza y finalmente salté un poco para darle una patada y tirarlo contra el suelo.

Pero no pensé en una cosa. La cosa más importante.

El temblor de su caída empezó a derribar muchas partes de la zona, entre ellas, una gran roca puntiaguda que se encontraba sobre Naiarita.

La roca se sacudió y finalmente cayó sobre ella, perforándola y manchando el suelo de su sangre.

Yo caí al suelo, derribado, sin fuerzas, pero tenía que salvarla.

—¡¡¡NAIARITAAAAA!!!—Dije casi entre lágrimas.—¡¡¡JODEEEEER!!!

Caí tumbado en el suelo, con las manos agarradas a las baldosas.

Tenía que borrar el momento, tenía que eliminar su muerte. Esto no podía acabar así, no podía dejarla marchar. Ella me había salvado y yo tenía que salvarla a ella.

Pero si lo hacía...

Me retorcí de dolor y suspiré por el cansancio. No tenía otra opción, así que lo hice.

Cerré los ojos y esperé a mi destino.

Ya no sentía mi cuerpo, apenas recordaba que tuviese uno.

Noté como la muerte me daba la mano.

Noté las manos de Naiarita sobre mi cadáver y un grito de dolor a mi lado.

La alucipante aventura sin sentido.zipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora