[Final parte final] El final. (Final)

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Lo siento... Pero algún día esto tenía que llegar. En realidad no lo siento, la verdad, ha sido una pedazo historia y creo yo que me merezco un descanso.

Mierda, había vuelto a aquél pasillo. No se si era mejor eso o el laboratorio. Por lo menos me lo empecé a plantear cuando me acordé que un dios con cuerpo robótico me estaba persiguiendo para posteriormente matarme. Me levanté rápido y corrí por aquél pasillo de dos salidas, una a la recepción y la otra al gran comedor. Vi como Mercurio empezaba a volar y caía en el pasillo, preparada para matarme. Su pecho se abrió y un gigante aguijón salió de él. Salté hacia el techo y conseguí evitar el aguijón, pero ahora tenía que esquivar los misiles.

-HO HO HO!—Dijo Mercurio.

Yo me impulsé hacia el suelo para evitar los misiles superiores. Pero aún quedaban misiles que se me aproximaban por el suelo. Agarré un perchero que había en ese largo pasillo y con él desvié uno de los misiles. Ahora solo me quedaba un misil más. Esto era ya más fácil, simplemente lo esquivé y dejé que explotase con una de las paredes. Salí corriendo hasta el final del pasillo.

(https://youtu.be/GXFSK0ogeg4 / O Fortuna (Carl Orff-Carmina Burana) Para la experiencia definitiva.)

Llegué a un amplio comedor con una gran mesa en forma de humano. Las sillas estaban bien colocadas y parecía que estaba el sitio preparado para comer. MER me siguió y llegó conmigo a la gran sala, tapando la salida.

—Todo lo que has hecho... Para que yo lo acabe tan rápido?

—Pero esta chavala?—Respondí.

Salté hacia la lámpara de saltamontes del techo y agarré las velas de fuego mojado para lanzárselas. Los ojos de MER empezaron a brillar y el espacio en el que nos encontrábamos empezó a distorsionarse. De repente aparecimos en el bar al que siempre iba. Perros furiosos empezaron a salir detrás de MER e intentaron morderme. Utilicé las velas para evitar sus mordeduras pero acabaron destrozadas y las retiré. La MER me miró y preparó unos misiles que saldrían a por mí. Me escondí bajo una mesa pero los misiles destrozaron la sala, dejándome al descubierto. La MER se acercó poco a poco con un aguijón en el brazo. Apareció al lado mío y los perros me mordieron las piernas. Intenté escapar pero MER ya estaba al lado mío, con el aguijón listo. Mis alas se agitaron y una espada surgió de mi espalda. Agarré la espada y ataqué a los perros para que me soltasen. MER se apresuró a matarme pero yo salí volando hacia la puerta. Entonces el lugar se volvió a distorsionar y aparecimos en la comisaría de policía. Intenté salir lo antes posible pero MER y los guardias de policía me acorralaron. No tenía otra.

Volé hacia aquél pasillo lleno de pinturas y entré a la sala de juicio. MER entró destrozando la puerta y el pasillo.

—No tienes escapatoria piojo...

De la nada aparecieron los seres rosas, con su gran mandíbula. Mer abrió su pecho y salió un gran aguijón de él. Sus ojos empezaron a brillar más y más y poco a poco todo se empezó a derrumbar. Los seres se acercaban más y más a mí y no sabía a dónde ir. Cuando MER estaba a punto de lanzar aquél poderoso ataque que con tan solo cargarlo podía destruir la sala algo cayó de un agujero en el techo. El polvo no me dejaba ver bien pero pronto me di cuenta. Naiarita estaba delante mío, observando a MER y apuntándole con su martillo. No veía su cara pero estaba seguro que tenía la mirada más escalofriante de la historia.

—Esta historia es un rollo... Por eso tengo que ponerle final.

—Final le darás, pero el final será tu cadáver muchacha!

MER lanzó el aguijón desatando un terremoto y perforando a Naiarita. Pero de pronto el aguijón volvió a MER, sin haber sido activado. Todos miramos detrás de la multitud, hasta los seres de rosa. Un chaval, con larga túnica y cabello largo. Un chaval con mirada muerta pero un poderoso aura había aparecido. Puerro.

La alucipante aventura sin sentido.zipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora