Ahí estaba yo, to' feliz después de haberme cargado al Emperador de los Gnomos, que posiblemente no estaba muerto del todo ya que Puerro lo había curado. El público estaba enloquecido por la emoción del combate y sobre todo porque nadie en la historia había conseguido derrotar a Adriano. Bueno, eso según el folleto que me dieron al entrar.
En conclusión, yo estaba muy contento. Admito que de normal parezco un amargado que nunca ha conocido la felicidad y que odia a todo el mundo (cosa que es verdad), pero ahora estaba feliz de verdad.
Ni siquiera lo que pude ver desde ahí arriba podía quitarme esa felicidad.
Tras unos minutos, cuando todo el mundo se había ido, me agarraron y me sacaron a la fuerza del lugar. Al salir me dieron mis pertenencias y esperé a que César y Puerro vinieran a por mí.
Esperé y esperé pero los imbéciles no venían.
Me levanté del suelo y fui a buscarlos.
Caminé por los alrededores del coliseo hasta llegar a la última zona del parking, la más vacía de todas. Estaba entre algunos árboles, pero prácticamente rodeada de campo.
César y Puerro estaban haciendo el idiota por el asfalto. César empujaba la silla de ruedas de Puerro con velocidad mientras él se resistía a caerse y gritaba que parase.
Los dos se veían alegres, un gran contraste con los gritos de dolor de Puerro y el enfado borracho de César hace unas horas.
—A ver, a ver, a ver... —Empecé a decir.— ¿Pero vosotros sois normales?
César frenó en seco, mirándome. Por consecuencia, Puerro salió disparado de la silla y cayó de bruces contra el suelo. Segundos después volvió a su posición original.
—No. —Dijo Puerro felizmente.
—Bro, ¿qué cojones dices? Eres un piojo. —Dijo César simultáneamente.
—Hey, Puerro, ya te estás recuperando por lo que veo.
—Seh... —Respondió.— Ahí voy, un poco bien, un poco mal...
—Y no creas que se recupera gracias a ti.—Dijo César.—Aunque tengo que admitirlo, has luchado mejor de lo que esperaba. ¡¡Nos vamos a la mansión de M.E.R.!!
No estaba totalmente seguro si eso era algo bueno o algo malo, pero tampoco iba a darle muchas vueltas.
Tras 20 minutos empecé a pensar en ello, tenía que encontrar algún entretenimiento hasta que los dos subnormales esos se cansasen de hacer cosas temerarias con una silla de ruedas y un cepillo de dientes.
¿Acaso era necesario lo que íbamos a hacer?
Pensadlo bien. Nos habíamos juntado no sé ni por qué, para hacer un plan estúpido que se le había ocurrido a un vendedor de droga mientras consumía su propia mercancía, con unos compañeros un poco idos de olla y todo para arriesgar nuestras vidas para pelear contra el gobierno en una batalla injusta y desconocida que no sabemos cómo acabará.
Ahora viéndolo desde un punto de vista crítico, y esta vez de verdad, ¿tenía algo de sentido lo que hacíamos?
¿No sería mejor irme y ya está?
No iba a aportar nada a mi vida que no fuese una muerte segura. Esos tipos ni siquiera me importaban algo. Tenía muchas fiestas a las que ir y cosas que hacer como para ir a lo loco a por algo incierto.
Los chasquidos en mi frente de Naiarita me hicieron volver a la realidad.
—Ey, nos vamos ya. Bueno, os vais vosotros, yo vuelvo por mi cuenta.
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La alucipante aventura sin sentido.zip
AventuraAkdjajdwaodoj Esta va a ser la historia mas rara que leeréis. Antes de nada decir que esto cambiará todo los estándares que tenéis de un libro. Un piojo junto a una enana, un tipo con muchas sustancias de dudosa procedencia, una chica un poco rarit...