PRÓLOGO

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Corrí los más rápido que podía, mis piernas estaban cansándose, mis manos no podía soltarlas de las cadenas que estaban alrededor de mí, el sudor hacia que se pegara el cabello y los gritos de Elijah, los pecados, Lucifer, Mariano y Miguel, eran lo último que me ayudaba.

Una pequeña preocupación se instaló en mi cuando las escaleras se me terminaron, con toda la fuerza que tenía empujé la puerta de la azotea.

La cara de Elijah y Lucifer fue lo primero que vi, ambos jadeando y molestos.

Creí que los había dejado abajo.

Mierda, seguro fue otra de sus ilusiones de esa maldita.

—Vamos, tírenme por el puto edificio, hagan que mi cuerpo impacte y muera en unos segundos ¿Pero saben qué? Ya no soy la niña que les tenía miedo, saben que Ash ya no es la misma tampoco, así que talvez busque aliarme con ella, los odia igual que yo.

Les hice frente y en el edifico de mi derecha, pude ver a los pecados, igual que yo, solo que ellos también tenían sus alas amarradas, sin poder utilizarlas.

April estaba encadenada y la veía cerrar sus ojos y tratar de hacer su magia.

Pero sabíamos que no funcionaría.

—¿Te atreves amenazarnos, abusada?

El apodo que me dijo Lucifer me hizo sonreír.

—Si lo que buscan es dañarme, busquen otros adjetivos, ¿Son sordos? Porque creo que no entendieron cuando les dije que ya no les tengo puto miedo.

Eso hizo enfadar a Elijah y me tomó de tal manera que arrastró mi cuerpo hasta la orilla de edifico.

Estábamos en el quinceavo piso.

—¿No tienes miedo de que ella te tire? Sería un favor para ti, acabar con tu vida es lo que siempre has querido—Lucifer seguía provocándome.

—Eso lo hubiera querido la Donna de hace unos años, ahora esta Donna quiere hacerlos pagar por todo lo que me hicieron.

—¡Donna, ya cállate joder, que lo van a usar en tu contra!

Giré la cabeza para ver como Lugur se removía desesperado por salir de sus cadenas. Sus ojos seguían sin tener esa chispa que hace unos años tenía cuando nos veíamos, pero la preocupación estaba clara.

—Bien, pues sigue intentándolo en otra vida.

Un grito salió de mi boca cuando me arrojó.

Esto era lo que él y yo queríamos hacerles, queríamos provocarlos.

No negaré que cuando mi nombre empezó a salir desesperadamente de los labios de Lugur, me corazón se hizo un vuelco. Pero Lujuria debía saber que, aunque ambos teníamos el mismo objetico, nuestros planes eran diferentes.

Y me sentí segura cuando un fornido cuerpo me agarró antes de que cayera al suelo e impactara.

Sus bellas alas nos llevaron cada vez más arriba, ser amiga de este demonio definitivamente había sido una de mis mejores elecciones, porque ambos sabíamos que podíamos destruir a Lucifer, sin ayuda de terceros.

PECA CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora