CAPITULO 10

2.5K 213 65
                                    

REGRESO

El overol se me ajusta a mi nuevo cuerpo, mientras trataba de recuperar el viejo.

Una canción sonaba por el estero de que había comprado. Estaba doblando la ropa y balanceaba mis caderas al son de la melodía. Un grito me hizo girar a mi cama, fingí sorpresa y me llevé una mano al pecho.

—¡Ismael! —lo reprendí al verlo levantarse de la cama y bajar de esta para casi lanzarme a mí y abrazarme de la espalda, sus manos las apoyó en mi vientre.

Reí y le revolví su cabello castaño para seguir en mi tarea de la ropa. Isma trataba de seguir la canción que se reproducía, pero sus intentos fallaron llenándome de gracia.

—Oye, lleva tu ropa a los cajones—se los señalé y asintió muy obediente.

Los gritos que veían del comedor me quitaron el buen humor que tenía. Me asomé encontrando al demonio destruyendo la mesa donde comíamos.

—¡No me importa quienes viven y quienes mueren! ¡Mata a quienes sea necesario! —se comunicaba por el teléfono de la pared—¡No me interesa mujer! Casi pierdo hace un año, no volveré a caer.

Colgó y empezó azotar el teléfono, me le acerqué antes de que despertara a los demás y le tomé la mano, le levanté la cara y sus ojos estaban más negros que antes.

—No hagas más problemas, aún siguen dormidos.

—Trato de mantener vivo lo que me mantiene a mí.

El sueño se pausó cuando Edén abrió las cortinas del hotel donde nos quedábamos. Mi espalda desnuda se removió y el poco frio que se filtró me erizó los pezones.

—Cierra eso—mascullé tapándome hasta la cabeza con la sabana.

Soltó una carcajada y la cama se sumió a mi lado.

—Mi futura esposa es toda una dormilona—susurró en mi oído que salía de la sabana.

Me destapé y lo vi feo.

—Que grosero, si quieres, ya mejor lo cancelamos y te consigues a otra mejor.

Sus brazos me envolvieron y me hizo apoyar la cabeza en su pecho.

—Jamás, eres la única mujer en mi vida, muñequita.

Luego de nuestra discusión antes de la fiesta, pudimos estar bien. Hablamos las cosas que nos dijimos sabiendo que estuvieron mal. Tanto yo debía decirle y tenerle confianza para contarle sobre mis amistades de aquí, así como él no debía reaccionar de esa manera.

La comunicación era muy fácil con Edén y aunque omití la parte en la que hace una semana cogí con el pecado de la Lujuria y no lo he vuelto a ver, preferí mantenerlo así, era mejor para los dos.

Le dije que había tenido un ataque de pánico, pero le dije la razón que me lo provocó.

No le dije que había tenido un ataque de pánico por estar confundida.

Llevaba una semana y días aquí en Nueva York y había sido el tiempo suficiente para que mi mente empezara hacerme dudar sobre mis sentimientos por la Lugur.

En cuestión de tiempo mi mente jugaba conmigo, haciendo dudar sobre si solo estaba utilizando a Lugur para mi propio bienestar o que lo extrañaba y que todo lo que le dije había sido real y desde el fondo de mí, donde una pequeña parte tenia escrita su nombre.

Durante los dos años que Josefina "me prestó su cuerpo" tuve que tener mentalidades sobre extrañar a Lugur, sobre dudar de mi amor a Edén, para que Pierce no me descubriera y supiera donde estaba en realidad.

PECA CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora