SACRIFICIOS
—Come al menos un bocado del caldo por favor—le pedí a Edén, que el día de ayer llegó en la noche.
El pobre había dormido junto a mi fea cama de hospital, su mano había agarrado la mía toda la noche, estaba cansado, hasta los malditos huesos.
—No tengo hambre—su mano seguía jugando con la mía, mientras veía un punto fijo en la habitación.
—Oye—le apreté el brazo para que viera. Sus hermosos ojos verdes me miraron, exhausto—Puedes ir al hotel a dormir, el parto está programado dentro de dos horas.
—No quiero dejarte—negó y extendió su mano a mi panza—. No quiero dejarlas solas, no en este momento.
—Lo sé, amor—tomé su mano y le dejé un beso—. Pero tampoco me siento cómoda sabiendo que estás aquí cuando te cuesta estarlo, no puedo hacerte quedar cuando sé que seguramente no quieres estar aquí. No puedo obligarte a que estés conmigo después de que yo arruiné esto—un vómito verbal se adueñó de mí, uno que no pude controlar—, no quiero tenerte aquí para que veas como lo volví arruinar y te decepciones o tal vez busques alguien que no te mate a un hi...
—No me voy a ir—su voz me interrumpió al verme de nuevo ansiosa—. Este es sólo otro obstáculo en nuestra relación muñequita—se puso de pie y me movió un poco para que se acostara a mi lado, apoyé mi cabeza en su hombro—. No te dejé cuando me vomitabas la comida que te hacía en mi propia ropa en tu recuperación, no te dejé cuando me dijiste lo que tú familia te hacía, no te dejé después de lo de Lugur, no te dejé cuando escuchaba que hablabas con Ash sobre que este bebé no es mío, no te dejé luego de saber que me engañaste con él.
Lo último me alarmó y levanté mi rostro con rapidez para verlo.
—¿Cómo sabes de Ash? —ella y yo habíamos tenido mucho cuidado en que Eden no la conociera, que no supiera de los demás.
—En estos últimos meses ella iba a verte mientras dormíamos, entraba a la casa y te miraba un rato, como si te cuidara, siempre sonreía o te acariciaba la barriga. Pensaba que eran pesadillas mías, hasta que un día murmuraste el nombre de ella y se alarmó, así que supe que ella se llamaba así. Un día cuando yo iba despertándome, tú ya estabas haciendo el desayuno y hablabas al teléfono con ella, acerca de qué tenías miedo de que yo no fuera amar a esa bebé porque era de Lugur, acerca de que te fuera a dejar por un error—sus dedos me acariciaron la barbilla—. No sé, si estoy idiota o te amo, pero, aunque te oí decir eso, mis sentimientos por ti no cambiaron, nunca lo hicieron. Yo siempre te voy amar Donna, y no sé si eso está bien o mal para mí.
—Edén, escúchame—me apoyé en mi codo, para verlo, debía de tener una explicación.
—Está bien Donna. Porque yo amare a este bebé de la misma manera en la que te amo a ti, aunque no lleve mi sangre, no quiere decir que no lo querré. La amo y si me lo permites, quiero que lleve mi apellido.
Este maldito hombre, solo hacía que lo amará más. ¡Dios mío gracias por mandarme este chico!
Edén no merecía que lo hubiera engañado y a partir de ahora, nosotros seríamos nuestras únicas prioridades, este hombre había hecho todo bien desde que no lo conocí. Incluso sus arranques de celos que tuvo y de Ira no habían sido por su culpa, había sido culpa de los Pecados, sobre todo de uno.
Lo amaba, amaba a este sexi y perfecto alemán.
—Amor—imité su acción y acaricié su mandíbula—. La bebé si es tuya—sus ojos se abrieron emocionados—. Lamento mucho haberte engañado con ese maldito, no sabía lo que hacía, estaba mal, me sentía sola, sentía que estaba recayendo de nuevo y me odié, te juro que me odié tanto por haberte hecho lo que hice. A partir de ahora, no más secretos, no más engaños ni infidelidades.
ESTÁS LEYENDO
PECA CONMIGO
ActionAmbos habían cumplido su cometido, a su manera lo habían hecho. Ella, ahora era libre y estaba curando y tratando ese pasado que la atormentó. Él, se había hecho más fuerte, más poderoso e invencible. Ella trataba de seguir su vida, trataba de olvid...