30. Necesito que confíes en mí.

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Raze Vorobiova.

—Oh por Dios, mi hija es una modelo. —exclamo emocionada al ver la foto, siento a Ezra sonreír, veo la foto, se ve hermosísima, las luces a su alrededor y en sus manos destacan sus ojos de una manera muy bonita, brillan, casi más que las luces, las tomaron antes de empezar con el árbol, Ezra parece tener una nueva afición, tomarnos fotos.

—Como la madre por supuesto. —comenta acariciando mi pierna con suavidad, sonrió y bostezo acomodándome mejor sobre su pecho.

—Solo tú me haces ver de esa manera en una cámara. —replico.

—Estoy seguro que eso no es cierto —menciona intentando verme a la cara, pero me oculto en su pecho— ¿Te has visto en un espejo? No creo que exista una cámara que no te amé, pasa lo mismo con Zera. —continua, casi parece que me está reclamando.

—Soy algo tímida con las cámaras. —excuso.

No miento, tener una cámara frente a mí es como un punto débil, no me gustan, no si apuntan hacia mí, me siento intimidada, lo sé, increíble, alguien podría apuntarme con un arma en la frente y ni siquiera titubearía, puedo tener cien personas observándome y jamás me sentiría tan observada como con una cámara.

Soy un poco rara, pero con él no me siento de esa manera, creo que al sentir toda esa confianza, amor, seguridad, que siento por él, lo demás queda en el olvido, el me ve y me ve como la personas más increíble y hermosa que ha conocido, creo que eso hace que estar frente a su cámara sea solo como si el me estuviera mirando y adoro como me mira.

—¿Tu tímida? Eso no tiene mucho sentido.

—Lo sé —digo rodando los ojos fastidiada, bostezo una vez más y los ojos se me cierran, estoy muy cansada, no creí que el papeleo fuera tan agotador, todo el día trabajando con Monroe fue muy cansado—, ¿Qué tal si vamos a la cama? Muero de sueño. —pido abrazándome a su cuello.

—Me gusta cómo suena eso... —murmura deja un beso en mi cabeza, hace algo en la computadora y se pone de pie conmigo en brazos sorprendiéndome, un pequeño grito escapa por mi garganta y se ríe por lo bajo mientras nos lleva a la habitación.

Me deja sobre la cama con delicadeza y se cierne sobre mí apoyando sus manos a ambos lados de mi cabeza, se inclina hasta alcanzar mis labios, deja un suave beso sobre ellos y sonrió, lo atraigo por la nuca cuando intenta apartarse, por mi estaría besándolo todo el tiempo, lo beso con la misma suavidad que el a mí, me gusta cuando me besa de esta manera, quiero decir, me gustan todas, pero me parece muy tierno cuando lo hace con tanta delicadeza, como si fuera una muñeca de porcelana.

Besa mi frente y se aparta, bostezo acomodándome mejor en la cama, me arropa al ponerse de pie lo que me hace sonreír, cierro los ojos por un segundo, los abro al escucharlo moverse por la habitación, se quita la franela que tiene puesta, disfruto la vista de su delicioso abdomen y sonríe al saber que lo estoy observando, muerdo mi labio inferior cuando se acerca después de apagar la luz, la lámpara permanece encendida por lo que durante todo lo que hace solo lo observo cual acosadora.

Se mete en la cama y casi como si de un imán se tratara me acerco hasta estar del todo pegada a él, rodeo su abdomen con mi brazo y apoyo la cabeza en su pecho, lleva su mano a mi cabello acariciándolo tras dejar un beso en mi cabeza.

—Tengo una loca idea.

—Amo y no amo tus locas ideas... —murmuro con los ojos cerrados—. ¿Qué se te ocurre? —cuestiono abriéndolos o voy a quedarme dormida.

—Sé que incluso cuando no lo dijiste, estas de cierta manera accediendo a los cuatro meses, ¿Qué tal si permanecemos aquí por ese tiempo?

—¿Aquí en la cabaña? —pregunto para asegurarme, no diré en voz alta que accedí a los cuatro meses, pero sé que lo hice, es casi como si no pudiera evitarlo.

AnagramasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora