One-shots sin relación alguna que muestran mi amor por el Mikey pasivo.
Si no te gusta el anime, ni el Yaoi con amabilidad te digo, por favor no leas ni dejes malos comentarios.
Las imágenes puesta en la portada es del manga, créditos a Ken wakui (D...
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Un flechazo atravesó el corazón de piedra del albino, nunca había visto tal belleza que fuese capaz de cautivarlo con tanta ferocidad, ese hombre representaba lo que comúnmente en Japón se le conocía como Ikemen, un hombre guapo y joven, y por su estado en aquel lugar también con un fuerte libido.
Aquel hermoso hombre cuyo nombre no sabía, estaba rodeado de mujeres, era un bar de acompañantes, no era raro que terminara por "comprarlas" para tener sexo, ellas lo disfrutaban después de todo tenía muy buenos dotes, el lugar solo estaba ocupado por mujeres, el era el mesero y dueño del lugar, por iniciativa propia decidió servirle al rubio, que de seguro era hijo de algún empresario rico.
Sus pies llegaron al lugar donde se encontraban sentadas la mayoría de mujeres, se poso enfrente de todos ellos robando la atención por su linda figura y agraciado rostro, era el dueño del bar y realmente no le molestaba trabajar, así que con mirada prepotente le vio hacia abajo como una pequeñez insignificante esperando su pedido.
-Ugh, trae un Brunello di Montalcino, que sea rápido, sirve para algo- dijo arrogante el pequeño frente a el.
-Por supuesto, ya se lo traigo- el albino se fue con una sonrisa irónica, hoy no se iría sin diversión de ahí, dejaría el lugar a cargo de Takeomi y lo atraparía ahí, junto antes de irse.
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El pequeño rubio se levantó despidiéndose de las chicas educadamente con un beso en la mano de cada una, con elegancia arreglo su gabardina y se dispuso a irse, satisfecho por la experiencia.
El albino al ver las acciones del pequeño se alistó para salir rápidamente dándole las llaves a Takeomi, con audacia llegó más rápido a la salida del bar y espero al rubio ahí.
-Hey, niño ¿Como te llamas?- pregunto el albino no muy seguro de la respuesta.
-¿Jaah?¿Eres tú el chico que me atendió?, Muy mal servicio por cierto- regaño el pequeño arrogante con aires de superioridad.
-Heey, no me respondas con preguntas, dime cuál es tu nombre- enojado el albino respondió tomando bruscamente de la barbilla al pequeño obligandole a mirarle.
-Ugh, me llamo Manjiro Sano, idiota.
-Me gusta tu cuerpo, tengamos sexo- la mirada azabache del rubio se encontraba sorprendida, su rostro se invadió de vergüenza y algo de miedo.
-¡¡C-CLARO QUE NO!!, N-no soy gay, déjame en paz- grito consternado el hombre evidentemente menor al albino.
-Aw, no te asustes, si gustas te pagaré, solo entrégame tu bonito cuerpo y no pasará a mayores.
-¡No!- un golpe en su nuca le durmió, cayó sobre los brazos del mayor y este sonrió victorioso cargandole, llevándolo a su auto para finalmente encerrarlo, su pasado como delincuente de alguna manera había contribuido para que sus decisiones compulsivas fueran más frecuentes al igual que su búsqueda constante de hacer lo que quiere si así lo desea.
-Oh bueno, tendrá que ser a la fuerza.
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Manjiro se despertó confundido en un lugar lujoso completamente blanco, su cuerpo estaba sobre una cama que resaltaba al ser de color rojo, un rojo vivaz que le recordaba su niñez cuando en ocasiones se lastimaba y salía aquel líquido rojo.
-Despertaste, que bueno, ya ha pasado un tiempo y se ha vuelto aburrido.
-¿P-por qué haces esto?
-Bueno, te lo explique, quiero tener sexo y tú belleza me ha cautivado fuertemente, creo que tenerte encerrado aquí por un tiempo será una buena opción.
-Me buscarán, no esperes que dure mucho aquí.
-Lo harán, pero no te encontrarán, seguramente tu cuerpo se estará pudriendo en un basurero- la mirada del pequeño se nublo por las lágrimas encogiéndose en su lugar gracias al miedo.
-Jeje, bromeo. Aun con ello, comencemos- su presencia se acercó al rubio tomándole del rostro para besarle, su lengua entro profundamente estimulando el paladar del menor con audacia, sus manos tomaron los redondos glúteos y los masajearon. Aprovechando la cercanía con la rosada entrada el mayor toco por encima de la ropa con perversión.
Separándose del beso, el pequeño gimió en busca de aire, cayó sobre sus brazos exhausto, aquel toque fue tan brusco y demandante que le dejo un tanto consternado, el albino aprovecho la cercanía de su pene con la boca del menor, liberando la extensión, terminando por tomar la cabeza del pequeño obligandole a tomar el enorme pene palpitante.
Sin mucha experiencia el rubio sumiso obedeció a la "orden" y le estímulo, sin culpa sus dientes presionaron muy levemente el pene, enojando al mayor.
-Hey, no muerdas pequeña perra- regaño el albino tomando violentamente el cabello del menor, quien se encontraba un poco cansado por la pesadez en su mandíbula- No eres muy bueno, detente- el menor hizo lo pedido, su cabeza se alejo lentamente, el pene apenas fuera rebotó justo en la frente del menor, dándose cuenta este de que ni siquiera la mitad había entrado.
Wakasa tomo de los hombros a Manjiro volteando su cuerpo quedando en cuatro de espaldas, los pantalones fueron bajados rápidamente y sin cuidado, su entrada fue penetrada, la sangre recorrió el pene ajeno, aún así el interior consiguió sorprender al mayor por su suavidad, los gritos de dolor se escucharon y sin límite el albino continuo arremetiendo duramente contra el cuerpo ajeno, con mordidas y laceraciones causadas por sus propias manos, tiñiendo el cuerpo con manchas rojas de sangre.
De pronto, la respiración del menor se dejó de oír en la habitación, sus manos blancas se alejaron suavemente del cuello más delgado, había sucedido de nuevo, lastima, este era realmente bonito incluso había planeado atesorarlo.