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Jeon
Violeta estaba totalmente desquiciada por el dolor. Su llanto era alaridos. Los tres estábamos amarrados; no podíamos abrazarla para darle consuelo; aferramos nuestros cuerpos al de ella, tratando de calmarla. Lo que hizo ese miserable no tiene perdón; está enfermo, desquiciado; nunca confié en él, esa obsesión de estar siempre al lado de Violeta, tratando de forzar algo que no iba a funcionar. Me sacó de su vida, logró que dejara de amarme, pero no la culpó. No puedo culparla después de escuchar las injusticias que han hecho con ella, con su familia, con August, Ho-seok y Jini. Ese maldito infeliz y su hijo tienen el alma oscura; en su ser no existe la mínima empatía. Mi Violeta, mi hermosa Violeta, nunca debí dejarte sola, no debí irme ni un segundo de tu vida, dejarle espacio a ese infeliz. Hubiese sido quien siempre caminase de tu mano; te hubiese dedicado más tiempo. Mostrar el amor que siento por ti. También soy culpable; no te demostré mis sentimientos, los escondí; me faltó amarte más, amar como amas. Ni siquiera puedo cuestionar a August Dipont. No puedo reprocharte el hecho de que estés enamorada de él. Te ha dado el amor incondicional que no te di.
Te ha amado con pasión y devoción. Te ama tanto que prefiere renunciar a ti, antes de que sigan dañándote. Te ama sin miedo, sin peros. Te ama tanto que ha decidido dar su vida a cambio de la tuya; lástima que todo salió mal y su sacrificio sea en vano…
Jeon llora—¡Perdóname Violeta! Quiero abrazarte, darte mi hombro para que llores; duele verte destruida. Namjoon es un miserable, pero su papá es un demonio. Me siento culpable; nunca debí dejarte.
—Quiero matar a esos malditos infelices, quiero tenerlo en frente. ¿Cómo pudo hacerle algo así a mi padre? Era su amigo de toda la vida. ¿Por qué se lo hizo?
—A mí también me gustaría saber qué paso con mi madre; no soporto la idea de saber que por mis venas corre la misma sangre de ese infeliz.
Violeta.
Deseaba con todas las fuerzas de mi ser tener a ese maldito infeliz de Namjoom en frente, que mi deseo se cumplió en quince segundos.
La puerta se abrió.
Era August; un malnacido lo traía arrastrado; su rostro estaba tan golpeado que no podía reconocerlo. Nunca había sentido tanto dolor e impotencia; ni siquiera podía levantarse del piso; ese tipo lo tomó por cabello y tiró en la cama. Verlo golpeado, ver a Kook y Ho-seok a mi lado incierto, a la espera de morir en manos de ese enfermo mental, hicieron que empezara a llenarme de valor. No puedo seguir tolerando más injusticia; no iba a morir sin luchar, no iba a permitir que mueran por los caprichos absurdos de otros. Sabía que ese infeliz iba a entrar en cualquier momento, que venía a dar su toque final antes de acabar con nosotros, desaparecernos, convertirnos en una cifra más en la lista de víctimas de las injusticias del cerdo de su padre. No permitiré que se salga con la suya. Estaba segura de que estaba afuera, maquinando su entrada, buscando una forma de mirarme a los ojos y justificar sus acciones absurdas. Mi corazón latía fuerte, empecé a sentir náuseas y ansiedad, mi estómago dolía. Senti pasos detrás de mí; eran lentos llenos de inseguridad. Sentí repulsión al escuchar su voz.
Namjoon tira la puerta con violencia. —Vaya, qué imagen más conmovedora. —Se para en frente de Violeta; baja para quedar a su altura. La antes mencionada levanta la cabeza: —Cuánto tiempo sin verte, querida Violeta; pensé que me daría gusto encontrarme contigo.
¿Y tú Jungkook? Al parecer, ahora quieres hacer por ella lo que no hiciste cuando la tenías a tu lado, cuando te amaba, cuando perdonaba tus estupideces, tu falta de interés.