Capítulo 14

3.5K 435 306
                                    


Recuerdo que la primera vez que me debatí a golpes con alguien fue a los seis años con Mikey, quien en ese entonces apenas tenía cuatro años. Me gané un castigo. Años después volví a pelear con alguien con sólo nuestros puños por medio, esa vez me gané una golpiza horrible y otro castigo, una semana suspendido de la escuela. La última vez fue cuando ya era grande y estaba ebrio, en un bar, aunque no recuerdo muy bien la razón. Sólo recuerdo haber pegado un golpe, pero quien recibió la respuesta no fui yo, sino que fue mi hermano.

Fue una carnicería.

Pero horas más tarde, con Michael en el hospital, su tabique desviado y algunos puntos en la parte interior de su labio inferior pudimos reír acerca del asunto. Sigue siendo algo gracioso para contar de vez en cuando, de hecho, planeo contárselo a Frank en cuanto todo esto acabe.

Mientras tanto...

— ¡Deténganse! —la voz de Frank es la que me trae de regreso, decido detenerme tal y como él pide. Sólo entonces noto que hay sangre en mis nudillos, que mi abdomen duele terriblemente y que mi mejilla derecha está escociendo y por consecuente, no puedo ver mucho por el ojo de aquel hemisferio de mi rostro.

Mi contrincante luce peor de cómo imagino que luzco yo.

Su rostro luce hinchado, uno de sus ojos está cerrado, y supongo que el mío luce similar. Pero su nariz sangra y también su boca, jadea dificultosamente y con una mano sostiene su abdomen. Luce bastante mal, como si no pudiera responder a ninguno de mis golpes futuros. Pero entonces vuelvo a mirar a Frank y... mis puños vuelven a picar.

A lo lejos escucho otras voces, pero mis puños están ocupados reduciéndolo y cuando cae al suelo, son mis piernas las que deciden querer terminar con la tarea. ¿Hasta qué punto?  Ni siquiera yo lo sé.

Sólo sé que debo hacerle pagar físicamente todas las lesiones psicológicas que causó en el psique de mi hijo. Mi mente se queda dando vueltas en torno a eso, quizás mis golpes no son suficientes, quizás debería llamar a la policía para que de una vez por toda se haga justicia en nombre de Frank.

Y al parecer alguien escuchó mis pensamientos, porque las luces rojas y azules aparecen en la escena, seguidas de una sirena de policía.

Jadeante me aparto de mi contrincante y en el tiempo que tardo en recuperarme noto que él está incorporándose, más no está en condiciones de decir nada. Pero sí de seguir con la pelea. Cuando se lanza contra mí me preparo para enviar una defensiva, aunque la voz de un policía interrumpe mis acciones.

— ¡Pongan las manos en donde pueda verlas!

Mi mirada se desvía hacia un costado, un hombre con uniforme azul está apuntándonos con su arma. No parece querer ocuparla, pero de todos modos lo hace. Mis ojos viajan a la mirada aterrada de Frank y luego a la multitud congregada en la acera.

Demonios.

Quiero pedirle disculpas a Frank, pero un nuevo golpe me hace perder el equilibrio y luego llegan un par más. Siento que mis manos pesan demasiado como para ayudarme a defenderme, y mi cuerpo se sacude entre los golpes. Pero esto no dura eternamente. Un par de minutos más tarde Chad se detiene y siento manos duras ayudarme a incorporarme.

Logro ver que son policías, y suspiro agradecido.

Para cuando abro los ojos nuevamente noto que todo el escenario ha cambiado. Alzo una mano para frotar mi mejilla adolorida, pero mis manos están inhabilitadas y luego de un par de segundos descubro por qué. Al pasear la mirada descubro que estoy en la parte trasera de un coche patrulla, mis manos están esposadas frente a mi regazo, a mi lado hay un enorme policía y a su otro costado, está Chad. Maldito.

our blood • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora