Capítulo 11

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Mientras lo observo dormir siento como mi cerebro sigue procesando toda la información nueva, siento mis manos cerrarse en puños y la respiración de mi hermano me avisa que sigue en la habitación, pero está sumido en un silencio sepulcral. La verdad sea dicha… ambos estamos en shock.

Cierro los ojos y suspiro, estoy cansado, estoy… hay mil cosas que pasan por mi mente, pero la imagen del Frank que conocí, ese muchacho brillante y contento es muy diferente al Frank que mi febril hijo describe, y me siento pésimo conmigo mismo, con mi labor de cuidador y padre al no haber notado antes que algo horrible había sucedido con él. Me culpo aunque todavía no decido en qué fallé, culpo a Lindsey por haber muerto y a esa abuela desconocida por negarle la ayuda, pero por sobre todo… cuido al hijo de puta que lo abusó; se suponía era su padre. Pero… no puedo evitar pensar también en mí, en recordar los pensamientos que he tenido para con él. Desde ese punto de vista… el tal Chad y yo, no somos muy diferentes.

“Tú no le has hecho nada malo”, me digo a mí mismo para tranquilizarme, pero no puedo evitar sentirme sucio.

Llevo nuevamente la mirada al menor, sus ojos están cerrados y su rostro luce tranquilo. Me limito a acomodarlo sobre la cama, lo cubro con las frazadas y luego beso su frente. Regreso a la puerta y apago la luz de la habitación, siento las pisadas de mi hermano pisando mis talones cuando salgo al pasillo. Todo parece tan tranquilo, es como si nunca hubiese sucedido nada… como si todo hubiese sido parte de una broma o un comentario al azar; pero no fue una broma. Todo es terriblemente real. Y una sola palabra da vueltas por mi cabeza, una palabra tan arruinada por el uso que se le ha dado con el paso de los años, pero terriblemente necesaria para este caso: Justicia.

— Esto no se va a quedar así —me escucho decir, tomo asiento en el sofá de la sala y alzo la mirada a mi hermano, mis manos tiemblan y ansiosamente viajan a frotar mi rostro. No pasa un minuto hasta que escucho un encendedor accionarse y seguido a eso, veo un cigarrillo cerca de mi agarre. Agradezco en silencio y lo tomo, dándole caladas largas.

— ¿Qué planeas hacer? —suena tranquilo, pero sé que por dentro está tan mal como yo. Es sólo que él tiene el poder de mantenerse calmado en cualquier situación que se presente.

— Voy a ir a Camden.

— ¿Jersey o Maine? —murmura Mikey, alzo la mirada con el entrecejo fruncido. Más no respondo nada, a decir verdad… tampoco sé de cuál de los dos Camden se trata. Y la culpa de padre irresponsable regresa, ¿Cómo es posible que no me haya dignado a preguntar ni una bendita cosa?

Quizás es porque para mí el pasado es tabú, simplemente no es mi asunto o eso me he acostumbrado a pensar. Pero cuando se trata de un hijo es diferente, ahí claro que es mi asunto. Cada suceso cercano a él, desde su nacimiento al presente… es asunto mío.

— ¿Crees que Frank va a aceptar?

— Tiene que hacerlo —respondo botando el humo por la nariz—. No es como que esté buscando su aprobación. Ese hombre abusó de él.

— Pero… ¿Pretendes ir y denunciarlo o…?

— ¿O qué? —inquiero, alzando nuevamente la mirada a su rostro ansioso.

— No sé. Quiero decir… eso me pilló por sorpresa, y sé que a ti también. Pero sé que no eres el tipo de persona que busca hacer justicia con sus propias manos.

— ¿Crees que quiero matarlo? —Michael asiente. Parpadeo un par de veces y bajo la mirada a la alfombra, por instantes me veo cubierto de sangre de alguien más y estremezco por completo. Eso no es lo mío, no como él dice, no soy ese tipo de persona— Quizás lo golpee, según como salgan las cosas. Pero quiero verlo en la cárcel, por Frank… Frank debe saber que la justicia existe, que ese hombre no se saldrá con la suya después de las atrocidades que le hizo pasar. ¿Acaso no lo escuchaste? ¡Estuvo cerca de suicidarse!

our blood • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora