Extra #2 | Navidad

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Frank hizo una mueca.

Era totalmente estúpido que su padre le mandara a la cama tan temprano, ¡totalmente estúpido! Ya casi era mayor de edad y más encima sólo estaban ellos dos. No era como que su padre fuese a tener un súper panorama cuando él se fuera a dormir, posiblemente se quedaría en la sala, mirando la pantalla de su portátil, o en el jardín, fumando cigarrillos como loco. Era lo que solía hacer cada vez que estaba solo, como si su cabeza estuviese llena de mil cosas totalmente importantes y totalmente diferentes entre sí.

— Vamos, Frankie —apremió Gerard, secándose las manos en el mantel de cocina mientras regresaba al comedor—. Ya cenamos, ahora debes ir a la cama o Santa no pasará a dejarte tus regalos.

— Papá...

— Sé un buen niño y vete a la cama —insistió.

— Gerard...

— No seas un Grinch, por favor —Gerard puso los ojos en blanco—. Vete a dormir, soy tu padre, yo mando.

— Santa no existe —bufó Frank, pero por alguna razón había cruzado la sala hasta el pie de las escaleras—. Ya vi los regalos, estaban en tu armario. No hace falta que los envuelvas.

Gerard estiró los labios en una fina línea, mirándole con el entrecejo fuertemente fruncido. Por instantes Frank pensó que realmente estaba en problemas, pero luego recordó que era ya la tercera Navidad que pasaba con su padre, y nunca se había enojado realmente con él.

— No lo volveré a repetir —dijo Gerard.

— Eres un bobo, ¿sabes? Y un terco.

— Heredaste tu terquedad de mí, Frank —Gerard sonrió—. Pero no heredarás nada más si no te vas a la cama ahora mismo. Apresúrate o apagaré el módem del internet.

— No te atreverías —dijo Frank.

— Mírame.

Gerard cruzó la sala mucho más rápido que Frank, pero en último minuto el menor de ambos se le lanzó en la espalda y forcejearon un rato antes de caer juntos a la alfombra, dieron entonces un par de vueltas hasta que Frank quedó encima, y sus dos manos fueron a dar sobre las mejillas de su padre, estirando la piel recién afeitada, con una infantil sonrisa en sus rosados labios.

— Buenas noches, papá —suspiró Frank, acercándose a dejarle un beso sobre los labios. Gerard se le quedó mirando totalmente pasmado, y después del contacto también lo hizo Frank, pero logró apartarse y con paso rápido regresó al pie de las escaleras y luego de mirar una última vez a su padre, corrió escaleras arriba. Gerard seguía acostado en la alfombra. Era esa la única Navidad que habían pasado totalmente solos hasta entonces, y si Gerard quería que fuese algo especial entonces se lo concedería. — ¡No te vayas a la cama demasiado tarde o Santa no te traerá nada! —gritó una vez estuvo en la cima de las escaleras, recibiendo una especie de gruñido como respuesta. Con una sonrisa en sus labios se fue a su habitación, todavía tenía tiempo para envolver el par de regalos que había comprado para su padre.


our blood • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora