Capítulo 3

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Es extraño verme a mí mismo inventando excusas para faltar al trabajo, pero aquí estoy, con el teléfono en la mano mientras veo dormir al pequeño Frank. Es cerca del mediodía y sus mejillas están demasiado rojas al igual que su nariz. Podría ser un resfrío, una fiebre o quizás es una respuesta de su cuerpo al increíble cansancio que traía encima. Pero de todos modos me preocupa.

— En cuanto pueda recuperaré las horas perdidas, rector —aclaro cuando la negociación ha terminado— que tenga un buen día, hasta pronto.

Corto la llamada y me acerco una vez a la cama. Se me hace tan raro ver a este pequeño extraño ocupando mi almohada favorita y durmiendo en mi cama, pero por otro lado es reconfortante. Durante la noche pensé tanto el tema y finalmente decidí aceptar que Lindsey nos había ocultado la verdad a todos, tuvimos un hijo. Frank.

El chico despierta dos veces durante el día, la primera para ir a orinar. La segunda para comer algo y luego vuelve a dormir nuevamente. Cerca de las once de la noche recibo una llamada, es Shannon preguntándome cómo van los preparativos para la fiesta sorpresa de Jared por su ascenso y sólo entonces recuerdo que no he hecho nada, ahora tengo un hijo al cual cuidar. Le doy excusas vacías y luego de asegurar prepararlo todo al día siguiente, corto la llamada. Por segunda noche consecutiva duermo en mi sofá, deseado que el día siguiente Frank esté lo suficientemente descansado como para permitirme ver sus ojos, aunque sea por unos minutos.

En mis sueños estoy nuevamente en la universidad, Lindsey y yo corremos por el campus cubriéndonos la cabeza con nuestras mochilas, para cuando llegamos al estacionamiento estamos ambos empapados. Conducimos a su apartamento y nos desnudamos ahí, ambos en ropa interior y una camiseta. Tomamos asiento en su sofá y yo enciendo la televisión, ella prepara dos cafés. Cuando regresa yo apago la televisión y empezamos a hablar… Lindsey dice que a veces le da vergüenza admitir que tiene veintitrés años y sigue siendo virgen, dice que le da miedo perder la virginidad con cualquier tipo y dice que quiere que sea especial, en el momento adecuado. Yo le digo que no tiene que avergonzarse por eso, que la hace ser una mujer sumamente respetable, que cuando el momento llegue ella lo sabrá. Se acerca a mí y me revuelve el cabello, nos vemos a los ojos durante largos minutos y finalmente susurra “Este es el momento adecuado”, en un primer momento no entiendo pero luego me está besando y por alguna razón correspondo a su beso, mis manos la rodean y nos acostamos en el sofá, pronto las ropas sobran y las caricias se vuelven más provocativas, por primera vez en mi vida experimento una erección provocada por el cuerpo de una mujer, nos besamos y luego avanzamos, hacemos el amor… y luego lo repetimos en la cocina, luego en su cama, luego en la ducha. Nos estamos besando, ella dice que siempre quiso hacer eso conmigo pero que no se atrevió, yo le sonrío y me burlo de ella en la cara, pero a ella no le importa, seguimos siendo amigos. Ella posa una de sus manos en mis hombros y empieza a sacudirme, primero suave, luego con un poco más de fuerza, y no sé qué pasa… ella repite mi nombre una y otra vez, hasta que su voz se gasta y suena más ronca, nunca dejando de sacudir…

— Gerard, Gerard ¡Despierta! —es la voz de Frank la que me trae de regreso. Me obligo a abrir los ojos y mientras voy recuperando la conciencia descubro que la alarma está sonando en su mano. Recibo el celular y la apago. Él resopla, pero ya no luce tan enfermo— Llevaba veinte minutos despertándote.

— Lo lamento, tengo el sueño pesado —me excuso pero al escuchar el tiempo empleado me alzo de golpe. Sin decir nada corro a la ducha e intento apresurar el proceso. Es tarde, quizás demasiado tarde.

Para cuando salgo de la ducha y entro a la habitación, siento aroma a pan tostado, más no le presto atención. Una camisa con diseños circulares, pantalones oscuros, una chaqueta dos tonos más oscura que el pantalón, calzado formal y el cabello revuelto sobre la cabeza. Me perfumo y abandono la habitación. Frank está esperándome en la cocina, ya está vestido con la ropa limpia que dejé para él a los pies de la cama. Preparó el desayuno y me mira a los ojos, con una sonrisa dibujada en sus finos labios. Quiero decirle que es demasiado tarde, que no tenemos tiempo para desayunar, pero no puedo negarme cuando él me muestra esa sonrisa. Apenas lo conozco y ya tengo debilidades ante él, supongo que es la magia que los hijos traen encima.

our blood • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora