Capítulo 12

4K 478 363
                                    

El reloj marca las doce del mediodía para cuando Mikey regresa a casa con el almuerzo. Trae consigo un par de bolsas de comida china y la respuesta de mis jefes en la universidad. Fingiéndose demasiado ocupado como para abrir la puerta me orilla a hacerlo por él, sonriendo a pasar junto a mí, sin detenerse hasta llegar a la cocina. Sólo cuando las bolsas han abandonado sus manos y el hervidor está encendido para su, quizás, tercer o cuarto café del día, comienza a hablar.

— Me debes veinte dólares —dice, yo pongo los ojos en blanco, es claro que no es de la comida de lo que quiero hablar—. El señor Young dijo que habías estado faltando mucho este último tiempo, que está preocupado y molesto.

— ¿Le dijiste por qué tenía que irme ahora?

— Le dije que nuestra tía Marie estaba enferma y que obligatoriamente deberías estar ahí porque ese es su último deseo —contesta mi hermano encogiéndose de hombros, creyéndose un genio de la mentira por eso—.Y que vuelves dentro de dos semanas.

— ¿Dos semanas? —exclamo dejando mi tarea con las bolsas para llevar las manos a mis caderas— Michael, ¿Cuándo has visto que procesen a un hijo de puta en menos de dos semanas?

— Si necesitas más tiempo entonces renuncia, es simple —contesta él, yo suspiro.

Sin decir nada más termino de servir el arroz y el chapsui en tres platos, ordeno parcialmente la mesa y con eso listo abandono la cocina, Mikey  ya está a la mitad de su café. Frank me espera en su habitación, sentado sobre la cama, con una montaña de ropa sobre la cama y la mochila abierta, vacía.

— ¿Sucede algo? —pregunto apoyándome en el marco de la puerta, él me mira un poco sobresaltado— ¿Necesitas ayuda?

— Estoy un poco cansado —suspira arrugando el entrecejo—. Pero estoy bien, terminaré en un par de minutos.

— Yo te ayudo después, ahora vamos a comer —digo y le guiño un ojo, él me dedica  una sonrisa y sin decir nada se pone de pie, apresurándose camino a la cocina. Me permito sacudir su cabello cuando paso a su lado para tomar asiento junto a la mesa y él me dedica esa sonrisa una vez más, sin saber qué significa correspondo con una sonrisa gemela.

Podría decir que es algo de gratitud, con cariño y... algo más, algo que no logro descifrar todavía. Pero que quizás en el futuro lo haga, o quizás nunca, quien sabe.

Terminamos de comer en completo silencio, este siendo roto sólo por comentarios ocasionales de Mikey hacia Frank, provocando sonrisas en mis labios ante lo banales de sus temas. Unos quince minutos después estuvimos libres, Frank se excusó para terminar de empacar y yo fui a  hacer lo propio a mi habitación, aunque ya no quedaba mucho por hacer ahí.

Antes de las dos de la tarde tenemos todas las cosas listas para partir en el viaje que promete durar entre seis y siete horas por la carretera, Frank ha escogido cuidadosamente la música y también algo de material de lectura para no dormirse tan fácilmente. Lo veo montarse en el automóvil y regreso al interior de la casa, mi hermano me espera desde la comodidad del sofá, con la televisión encendida y un infomercial ocupando la imagen.

— ¿Te quedarás aquí? —pregunto enarcando las cejas, él menea la cabeza, como si todavía lo estuviera pensando— Ya conoces las reglas. No toques las botellas del bar, tampoco las cosas en mi estudio. Nada de prostitutas en mi cama y no quiero fiestas aquí.

— ¿Quién crees que soy? —dice fingiéndose ofendido pero termina por acceder, asintiendo lentamente con la cabeza— Ah, y Gerard...

— ¿Sí?

— Buen viaje. Ojalá que encierren en la cárcel al hijo de puta ese.

— Espero lo mismo —sonrío levemente, convenciéndome a mí mismo de la efectividad de mí meta.

our blood • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora