Capítulo 25

3.5K 383 275
                                    

Un suspiro escapa de mis labios cuando le veo entrar en la cocina, ya es pasado el mediodía y hace bastante yo abandoné la cama en donde juntos yacíamos dormidos para bajar a preparar algo para desayunar, o almorzar. Al no saber qué demonios preparar decidí hacer mi especialidad, aunque dejo de parecer un experto en la preparación de panqueques cuando la atención se desvía del sartén y barre el desastre en la cocina. Pero él, con mi camiseta cubriendo parte de sus muslos y unos sucios calcetines abrazando sus pies parece no percatarse de nada, desde el refrigerador toma una caja de leche, bebe un largo sorbo y luego la vuelve a dejar en su lugar antes de girarse hacia mí, talla uno de sus ojos y un bostezo abandona sus preciosos labios antes de hablar.

— ¿Qué hay?

— Panqueques —respondo simplemente, él sonríe.

— No estabas en la cama cuando desperté —murmura.

— Me levanté porque tenía hambre —digo con un encogimiento de hombros—. Ahora vístete, hoy iremos al cementerio a visitar a Lindsey.

— Iba a dedicar mi tarde de domingo a preparar el informe que nos dejaste —murmura él, aunque no estoy mirándole a la cara sé perfectamente qué está haciendo y un estremecimiento me recorre de pies a cabeza.

— Te daré más tiempo.

— O podrías...

— ¿Qué?

— Eximirme de la materia.

— Si hago eso no volveré a ver tu cara en mis clases... no estoy dispuesto a eso.

Mientras las palabras abandonan mis labios decido apagar la cocina y tomo un panqueque en blanco para darle un mordisco, con el disco colgando de mis labios me acerco a él lo abrazo por la cintura para subirlo a la encimera, con una de sus manos me lo quita, enrolla parte del mismo y luego se lo come de un bocado, acercándose a besarme los labios luego. Siento mis pies cosquillear cuando su suave boca se toca con la mía, mi vacío estómago se llena de mariposas ante el cálido tacto y las ganas de regresar a la cama con él a rastras toman lugar en mi cabeza.

— Me lo has hecho en la escuela... en tu cama... en el piso de la sala... en mi cama... en el sofá... en la ducha... y esa vez que te hice sexo oral en el auto cuenta también, pero... no me lo has hecho en la cocina, viejo pervertido.

Su sola voz toma un tinte sexual y se me es imposible ignorarlo, de pronto la incomodidad en mi estómago baja a mi entrepierna y todas las mariposas se instauran en mi pene para crear una erección totalmente involuntaria, pero que él descubre al instante. Una sonrisa se forma en sus labios cuando una de sus manos va a tomar posición por sobre el pantalón de mi pijama, justo en la zona en done todos mis nervios estallan.

— Pero qué tenemos aquí... —susurra, rozando sus labios contra una de mis mejillas. Trago saliva pesadamente y aunque me cuesta, me aparto de él para ir a prepararme una segunda taza de café.

Mientras estoy en eso le observo por el rabillo de mi ojo, sigue sobre la encimera de la cocina, comiendo lo que queda de aquel panqueque y lo mueve en su boca como si estuviera practicando sexo oral. La sola idea me hace estremecer, pero sé que si comenzamos no terminaremos hasta que sea demasiado tarde. Y debemos ir a visitar a Lindsey.

Me giro con la taza ya preparada y bebo un largo sorbo de café, con mis ojos fijos en su silueta. Un panqueque con manjar en su interior va a dar a mis labios, y realmente es una imagen atractiva para desayunar. Demasiado atractiva. Frank sonríe con malicia y se baja de la encimera, dispuesto a acercarse a mí, pero a mitad de su caminata le interrumpo y lo envío a vestirse para ir a visitar a Lindsey. Realmente me sorprende que a pesar de la extraña naturaleza de nuestra relación actual siga tomando en serio mis palabras cuando lo envío a hacer algo, pero me hace sentir enormemente agradecido por eso, cuando posiblemente no debería ser de ese modo.

our blood • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora