Narra Grace
En ese momento no me interesó nada, simplemente me aferré al cuerpo junto a mí, sintiendo su temperatura.
Éste presionó sus brazos en mi espalda, abrazándome, para luego sobar mi espalda en un lento vaivén.
Sollocé en el pecho del sujeto y apreté mi agarre, sintiendo como se acomodaba un poco, ahora él estaba sentado a modo indio y yo estaba aferrada a él como un koala.
Seguí sintiendo la brisa, el olor a tierra, el pasto mojando mis jeans y el deprimente ambiente del lugar.
Sollocé más fuerte y sentí que con su mano libre acariciaba mi cabello. Traté de calmar mi respiración, pensando constantemente que ella estaba mejor, en un bello jardín encontrando la paz. Pero últimamente no sabía en qué creer, pues por un lado estaba la hermosa esperanza de que las personas queridas siguieran estando en algún lugar sobre las nubes, hablando con Dios en el Edén, pero por el otro lado estaba la razonable opción que el alma fuera solo tu conciencia, y que cuando una persona muriese, naturalmente el cerebro no recibiría ningún tipo de nutrición, y todo ese rollo de la persona se iría a la mierda.
Despejé todas esas deprimentes ideas de mi cabeza, y finalmente junté toda mi fuerza de voluntad para dejar de llorar, aún con los ojos cerrados.
- ¿Qué viniste a hacer aquí? - sentí una voz familiar susurrando en mi oído, maldije mentalmente con todo lo que sabía
Me separé lentamente de él, aún sobre sus piernas, sosteniendo mis manos sobre sus hombros.
Abrí los ojos y me encontré con un par de ojos verdes expectantes.
- ¿Por qué me seguiste, Michael? ¿No me puedes simplemente dejar sufrir en paz? - pregunté mirando al chico de cabello azul
- Sólo quería saber qué hacías con mi guitarra y por qué la sacaste sin permiso -
- Para evitar esto - dije y me maldije a mí misma por soltar una lágrima, que rodó por mi mejilla hasta que el dedo de Mike la apartó
- Hey bebé, ¿por qué lloras? - me preguntó susurrando de nuevo y solté un suspiro encogiéndome de hombros
- Sólo siento que no me queda nada de ella - susurré bajo, giró la cabeza levemente para mirar la lápida blanca - ni de él. Ambos se fueron por siempre -
Aunque nunca le había hablado a Michael sobre mi padre, él me miró con una mirada suave y pareció comprenderme.
- No te sientas mal por eso - dijo y acarició mi espalda - ellos siempre estarán contigo -
- Ya conozco eso, sí, están en mi corazón, y todo el rollo, pero simplemente no lo siento así - le dije y soltó una risita negando con la cabeza
- Tú tienes parte de ellos en tí -
- Ya déjate de esos rollos, no me sirven de consuelo - dije apartando la girando la cabeza hacia un lado
Tomó mi barbilla y la giró, dejándome como antes.
- Grace, no lo has entendido - lo mire con confusión - tú eres un espermatozoide y un oocito. Tu eres, literalmente, tus padres. Si es que los extrañas, mírate a un espejo. Pues ahí estarán ambos. -
Lo miré con ternura y me di cuenta de que tenía razón, yo era mis padres.
Lo abracé fuerte y susurré un "gracias" en su oído.
- ¿Por qué?
- Por hacerme sentir en paz -
Me separé lentamente de él, y con toda la seguridad del mundo, pegué mis labios a los suyos.
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DIOSSSS!!!
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Besos de abuela para ustedes.
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