Odisea - 03.

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P A N D O R A

Harry.

Prometeo, un titán amigo de los Dioses, cansado de ver al pueblo pasar frío y hambre, roba el fuego de los Olímpicos para dárselo a los humanos. Zeus, descubre el hurto y sintiéndose traicionado por tal osadía, decide castigarlo. 

Y para vengarse, Zeus le otorga a Epimeteo, hermano de Prometeo, una compañera. 

Pandora.

Mujer dotada de grandes virtudes gracias a que Zeus ordenó a sus hijos regalarle dones.
La belleza por Afrodita, la sabiduría por Ateneo, la música por Apolo, un sinfín de talentos.
Cuando los futuros esposos se conocieron, Pandora llevaba con ella una pequeña caja de loza que no debía abrir por ningún motivo en el mundo.
Epimeteo, haciendo caso omiso a su hermano de no recibir nunca un regalo de los Dioses, se enamora de Pandora por su belleza y la acepta a ella con su pequeña caja, escondiendo a esta última en un lugar seguro.

Pero los humanos son débiles, y el amor los vuelve tontos.

Una noche, mientras Epimeteo dormía, Pandora sin poder cerrar los ojos y con la gran curiosidad que Zeus le otorgó, corre al escondite y toma la caja entre las manos.
La llave es colocada en su lugar, la caja se abre destellando una gran luz y haciendo que los males se esparzan por todo el mundo.

Enfermedades, guerra, ira, sufrimiento, hambre.

El Olimpo tembló haciendo que la tierra temblará con él.
Pandora asustada cierra la caja rápidamente, dejando lo único e importante dentro de esta.

La esperanza.

—El día de hoy iniciaremos con una nueva clase —el maestro Calix toma un arco y lo alza en el aire. —Su padre, mi rey, cree que es importante que aprendan a ser tan diestros en el arco como Artemis.

Niall sube y baja las cejas, ruedo los ojos y me cruzo de brazos.

—¿Realmente es necesario? —Zayn cuestiona, cansado de tanta charla.

—En tiempos de guerra, ustedes como Dioses deben proteger al mundo de los titanes, y eso no lo lograran solo con sus dones nacidos.

—No va a haber guerra en muchos años más, nuestros queridos primos están encerrados en el Tartaro y no van a salir de ahí —Louis ríe.

Calix chasquea los dedos y aparecen a nuestro lado arcos de oro, tan brillantes como estrellas en el cielo del norte.

—Tomen sus arcos y disparen al objetivo de allá —a muchos kilómetros, se encuentra un círculo de fuego en el aire.

—Está muy lejos —Gemma cierra un ojo mientras intenta dimensionar la distancia.

—Los objetivos no siempre estarán a pasos suyos, sus majestades. Niall, tú no practicarás, serás mi ayudante.

Y bajo alaridos de él y quejas de nosotros, empezamos a practicar con flechas hechas de oro puro y macizo que aparecían cada vez que estiramos la cuerda. Cierro un ojo y apunto hacia el fuego, ser un Dios inteligente era muy útil ya que, dentro de todos los dones que tengo, tener una visión tan buena como la de un halcón me era suficiente para lanzar la flecha y que quede dentro.

Uno, dos, tres tiros y mis flechas iban una tras otra dentro del aro, realmente esto me parecía estúpido.

—¡Vamos, Louis! Estás tan borracho que apenas puedes disparar —Niall se burla de nuestro hermano, que lejos de ofenderse, sigue intentando darle al aro.

Apolo [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora