Odisea - 08.

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C A S T I G O

C A S T I G O

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Harry.

—¡Esto no es posible, padre!

—¡Tantos años siguiendo las reglas para que se desobedezcan en un segundo!

—¡Y en nuestra cara! ¡Es un desgraciado!

—¡Debe haber una buena explicación! —Gemma intenta calmar las aguas.

El panorama es horrible.

Mis hermanos y mis padres se encuentran parados al pie del Olimpo, gritando y caminando de un lugar a otro.

Lo que hice no tiene perdón, y lo sé, solo esperaba que no se supiera.

Pero se supo y en menos de cinco segundos, todos nos encontrábamos arriba, mirando la tierra seguir con la celebración, mientras a mí me crucificarían por lo que hice.

Pero ella estaba bien, y era lo único que importaba.

—Yo le advertí —y entre toda la bulla y gritos, mamá se encuentra parada mirando al piso, luce apaga y decepcionada, sé que lo que hice tendrá consecuencia, solo espero no sean tan graves.

Espero que sea lo que sea, pueda verla.

—¡Apolo! —un trueno brilla en el cielo cuando mi padre grita, me hago pequeño, pero con la cabeza arriba, camino entre ellos.

Se abren, Zayn me mira de arriba a abajo mientras que Louis está demasiado sobrio como para poder opinar, Liam ni siquiera se digna a observarme. Niall abraza a mi madre y Gemma solo tiene una mirada de confusión.

Y ahí estaba él.

Tan imponente y grande. Zeus voltea y me mira, con impotencia, rabia y decepción.

Me tiene enfrente pero apenas puede sostenerme la mirada, apenas yo puedo sostenerla. No me salen palabras de la boca y puedo escuchar la respiración agitada de mi madre a mi lado.

—No creo que merezcas ni siquiera pisar este suelo —comienza diciendo. —Por años, fuiste educado para llegar a la omnipotencia, como tus hermanos —los señala y una fila a la derecha de ellos brilla, son los dioses, son mis hermanos. —Cada uno vino con una misión al mundo, una misión que debía seguir hasta la eternidad, cuidar al humano era responsabilidad de cada uno de ustedes —la voz comienza a alzarse. —¡Alejarse de ellos era su obligación! ¡Y tú, me desobedeciste!

Los truenos retumban en suelo como si mi carro del sol estuviera corriendo sobre él.

—Padre, yo...

—No me interesa si la amas, no me interesa si la cuidas, no me interesa si te importa ¡Es humana! ¡Tu responsabilidad! ¡No tu amante!

Amante.

Las palabras retumban en mi cabeza y me fastidia, porque ella no era una aventura, ella era el amor de mi vida. Siento la boca amarga del fastidio y por fin, subo la mirada, porque ni siquiera el Dios más sagrado merece mencionarla, no puedo permitirlo.

Apolo [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora