Summary: Durante años, Adrian ha ansiado un lugar al cual llamar hogar, sin saber que lo que había estado buscando estaba justo enfrente.
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PROHIBIDA TODA COPIA TOTAL, PARCIAL O ADAPTACIÓN A...
Disclaimer: Si fueran míos, esto no sería escrito, sería vídeo :v
Music:
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No mucho después del show de Adrian y Kim, los invitados empezaron a irse – algo que alegró a Marinette.
Esta fiesta le había quitado la vida en más de una forma, pero al final del día, ver a su pequeño ángel tan emocionado celebrando su día especial hacía que todo valiera la pena.
Así era la maternidad.
El compositor había desaparecido en la casa tras su show, y tras la partida de Kim, Marinette lo encontró extraño, pero no lo pensó mucho. Adrian había hecho suficiente por hoy, más de lo que podía haberle pedido.
Con la ayuda de sus padres y Alya, limpiaron todo en menos de una hora, Marinette les agradeció mucho por ir y ayudar antes de despedirse de ellos para revisar a su somnoliento bebé.
Dentro de la casa había solo oscuridad, excepto por la ligera luz en la habitación de Hugo, y las cálidas velas iluminando la cocina – que Marinette no recordó haber encendido.
Escéptica, regresó sus pasos hacia la fuente de la luz, asustada cuando encontró una simple pero bonita mesa puesta, y a Adrian saliendo de la oscuridad igual de asustado.
—Adrian, ¿qué es esto?
—Se suponía que era secreto pero... ¿Sorpresa?— dijo con una sonrisa tímida. —No has comido todo el día y has estado demasiado estresada las últimas semanas, pensé que merecías una bonita cena. ¿Te unes?— jaló una silla, indicándole caballerosamente a Marinette que se sentara.
—Eres increíble. ¿Alguien te lo ha dicho ya?— Marinette sonrió, permitiéndose ser mimada y atendida por su vecino.
—De cuando en cuando.— Adrian bromeó, bajando un plato de comida frente a Marinette y sirviendo vino en sus copas.
—No puedo creer que hayas hecho esto tú solo.
Adrian ondeó la mano y sonrió.
—Somos un equipo. Un muy buen equipo diría yo. No puedo llevarme todo el crédito, lo hicimos juntos.
Marinette no respondió de inmediato, solo miró al hombre frente a ella, al hombre que era la persona más amable que había tenido el placer de conocer.
—¿Cómo es que eres tan increíble?— se encontró a sí misma pensando en voz alta por primera vez, y esta vez no trató de hacerlo pasar como si fuera un error. Solo quería que Adrian supiera lo increíble que era, que merecía todo eso y más.
—Genética, asumo.— Su vecino se alzó de hombros juguetonamente. —Bueno, no me mires y mejor come~
Riendo, Marinette dio una mordida. Basada en el rechazo de Hugo por la comida de su vecino, sus expectativas no eran tan altas, pero o el paladar de Hugo era quisquilloso o Adrian se había superado.
—¿Qué tal está?— el compositor preguntó ansioso, mentalmente suspirando aliviado cuando Marinette alzó su pulgar, ya que su boca estaba ocupada masticando. —Bien, me alegra.
De postre tenían los cupcakes que quedaron acompañados con vino tinto, ambos brindaron por un exitoso día y una exitosa fiesta.
Hugo nunca había sido tan feliz, y eso solo hacía aún más feliz a Marinette. Su hijo tenía una magia que podía hacer que todos los problemas se fueran, incluso aquellos que había prometido estar ahí pero nunca se habían molestado en mostrarse.
En algún punto a mitad de la celebración, Claude había llamado, pero ella dejó que el buzón lo recibiera, sin querer arruinar su momento de felicidad.
Quizá era el vino, pero ella no podía dejar de preguntarse cómo habría sido el día de hoy bajo diferentes circunstancias. Pensó en cómo habría sido la relación entre Claude y Hugo...
Era tóxico seguir con esos 'y si', lo sabía. Cualquier fantasía que quería crear sobre ella y Claude aun siendo una familia feliz era inalcanzable. Tenía que aprender a aceptarlo. Ellos estaban destinados a estar lejos del otro. Las peleas, el affair, el divorcio; todo eso fue inevitable. Pero eso no la detenía de fantasear con lo que pudo haber sido.
Exhalando profundo, Marinette se recargó en su silla y movió los dedos en el borde de la copa, mirando en blanco frente a ella.
—Claude nunca habría hecho esto por mí, ¿sabes?— dijo de la nada. —Quizá antes, cuando su prioridad era hacer que me acostara con él, pero cuando tuvo éxito en ello, lo olvidó. Tenía suerte de recibir una tarjeta en nuestro aniversario.
Antes, Adrian había admirado a Claude. Él era un hombre que parecía tenerlo todo. Era exitoso, acaudalado, tenía una hermosa familia la cual consistía en una amorosa esposa y un adorable bebé. Él era todo lo que Adrian envidiaba y ansiaba ser.
De cualquier modo, después de mudarse con Marinette y descubrir que Claude era una farsa, la sola mención de su nombre hacía hervir su sangre. No de celos, sino de amargura.
Por mucho que Marinette quisiera negarlo, Claude la había destruido.
Era muy claro que desde que supo que su esposo le engañaba, Marinette no había dejado de culparse por ello, haciéndose menos por no ser lo buena suficiente para su esposo, poniéndose la culpa de su roto matrimonio en sus hombros, llevándolo consigo desde entonces.
No parecía justo para Adrian que Marinette dejara que su antiguo amor tuviera tanto control sobre ella, ¿pero debía juzgar cuando él mismo se había permitido ser cazado por los recuerdos de hace cinco años?
Debido a esta misma razón, todo lo que el mayor podía hacer era simpatizar con ella y escuchar.
—¿Lo extrañas?— preguntó.
La respuesta era mucho más difícil de lo que Marinette quería admitir.
Ya lo había pensado antes, pero hoy más que nunca estaba segura de sus sentimientos.
Continuará...
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