Summary: Durante años, Adrian ha ansiado un lugar al cual llamar hogar, sin saber que lo que había estado buscando estaba justo enfrente.
REGISTRADA EN SAFE CREATIVE (CON SUS PERSONAJES ORIGINALES.)
PROHIBIDA TODA COPIA TOTAL, PARCIAL O ADAPTACIÓN A...
Disclaimer: Si fueran míos, esto no sería escrito, sería vídeo :v
Music:
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Fueron escoltados dentro, les ofrecieron una botella de champagne – cortesía de la casa – y disfrutaron la melodía del jazz.
Brindaron por otro año de vida de Marinette, chocando sus copas y rememorando los veintiocho años de la laboratorista.
Cuando les sirvieron la comida, otra botella de champagne llegó, y Adrian – en particular – le había tomado gusto a la bebida, vertiéndose una copa entera y terminándola en tiempo récord.
—Más lento, cariño. Deja algo para el resto de nosotros.— Marinette juguetonamente regañó.
—No sabía que el champagne fuera tan bueno. Soy más de vino.
—La botella cuesta trecientos dólares, así que tiene que ser bueno.— La cumpleañera dijo, riendo de la reacción de Adrian. —Pero te diré, cuando lleguemos a casa, podemos destapar una botella de vino que he estado guardando, solo los dos.
Adrian pasó saliva. Él, a solas con Marinette y una botella de vino. Eso no podría terminar bien.
Rio nerviosamente y dio otro sorbo a su copa. Necesitaría todo el valor que pudiera obtener si planeaba salir vivo de esta cena.
Un ebrio Adrian era un risueño Adrian.
—No estoy ebrio. Solo algo mareado.— Insistió.
Corrección: Un 'ebrio' Adrian era un risueño Adrian. Muy risueño.
Tras cada palabra que salía de su boca había una risa. Era tan ridículo, casi hilarante. Pero lo mejor de esto – para Marinette, claro – era que Adrian no solo soltaba risas. Él reía con todo el cuerpo, sus ojos brillaban, sus manos aplaudían.
Nino lo encontró especialmente entretenido, así como también un increíble conversador, ambos hablaron de deporte y equipos de sus antiguas universidades. Adrian estaba en su sexta copa de su burbujeante licor cuando el pastel de Marinette llegó, las bromas siguieron, brindaron y Marinette escondió su rostro de lo adorable pero vergonzoso que su 'cita' estaba siendo con sus bromas.
—Ok, creo que es hora de llevarte a casa. Has bebido demasiado champagne hoy.— Marinette rio, palmeándole la cabeza.
Aunque renuente, Adrian cedió y se dejó ser llevado por su cita y se sentó en el asiento de copiloto, el licor hizo que durmiera tan pronto como Marinette empezó a ir de regreso a la casa de Nino y Alya.
La hermana de Alya les informó que los dos niños estaban dormidos y Marinette decidió que prefería dejar que Hugo pasara la noche ahí, que tener que lidiar con la resaca de Adrian y los locuras de un bebé de once meses en una misma mañana. Después de revisar a su hijo y despedirse de sus amigos, Marinette condujo a casa. Al llegar, jaló a su vecino a la sala porque el hombre ni siquiera podía coordinar sus pies.
Pero claro, solo estaba algo 'ebrio'.
Como no.
—Puedes olvidarte de esa botella de vino, señor. Te llevaría a tu habitación, pero no creo tener la fuerza suficiente, así que te quedas en el sofá. Lo siento.
Adrian arrastró las palabras en forma de un 'de acuerdo', palmeando su lado. Marinette rio, pero se sentó.
—¿La pasaste bien?— el compositor preguntó, con sinceridad en su voz.
—Claro. Pudo ser mejor sin las bromas locas, pero, ya sabes...— bromeó, quitándose los zapatos y colocándolos bajo ella en el sofá. —Pero me alegra que hayas venido. Hiciste que toda la noche fuera mejor. Le agradas a Alya y a Nino.
—¿De verdad? A mí también me agradaron. Son geniales. Aunque... Alya podría tomar Xanax... Aun así, es agradable.
—¿Qué tan ebrio estás?— Marinette preguntó, pero Adrian sostuvo un defensivo dedo.
—Ya te dije, no estoy ebrio, solo mareado.— Aclaró. —Pero sí, creo que estoy algo más que mareado. ¿Por?
—Tengo preguntas que requieren de respuestas honestas. Sabes lo que dicen, los niños y los ebrios siempre dicen la verdad.
—¿Qué quieres saber?— dijo, intrigado. Se puso más cómodo en el sofá para poder mirar a la madre de Hugo.
—Eres increíble con Hugo. ¿Cómo lo haces? Eres talento natural.
La sonrisa que Adrian había tenido ya no estaba tan animada como había estado la noche entera. Todo lo que había tomado era una pregunta de Marinette para dejarlo lo sobrio suficiente como para tener una decente conversación, pero, esta era una que Adrian había estado tratando de evitar durante los últimos cinco años de su vida.
¿Debía contarle? ¿O lo culparía como los demás lo hicieron? ¿Pensaría mal de él?
Todas esas preguntas y sus posibles respuestas le ponían nervioso, haciéndole revolverse incómodo. Marinette había compartido una parte de su pasado con él antes y había confiado, no sería justo que callara solo porque revelarlo lastimaría mucho.
Cuando Kim lo había mencionado el otro día, nunca se había sentido tan hipócrita. Le había dicho a sus amigos que cinco años eran suficientes para él y que lo había superado, pero la verdad era que una parte de él nunca aprendería a aceptarlo.
Pero esta noche, estaba ebrio. Tenía la guardia baja. Estaba con Marinette.
Estaba seguro.
—Supongo que siempre me han gustado los niños. Al crecer, cuidé de mis sobrinos o primos, en secundaria fui voluntario en un hospital para niños, quizá he leído cada libro de guía paterna... He hecho de todo.
—Lo haces sonar como si hubieras estado preparándote para algo.
—Así fue.
Marinette ladeó la cabeza, curiosa, sus cejas se fruncieron. Adrian respiró hondo.
Y aquí iba...
Continuará...
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