Capítulo 5: ¿Celosa yo?

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Mi primer noche a su lado, estoy tan nerviosa, tan preocupada, tenerlo tan cerca sin poder tocarlo es un verdadero martirio, lo amo cada vez más, su sonrisa me vuelve loca, sus manías son únicas e irrepetibles y quién podía considerar en él defectos, para mí son las mayores virtudes que tiene Don Fernando, su neurosis, su impaciencia, su manera extrovertida de ver la vida, sus locuras, todas y cada una de ellas las amo con toda mi alma.
Pero aún así debo ser fría e indiferente, no puedo caer otra vez como una tonta entre sus brazos, porque aunque lo amo, necesito en mi vida un amor puro, incondicional, que siempre esté a mi lado, un amor que sea sincero, sin mentiras, alguien capaz de amarme cuando ni yo vea esa capacidad en mi misma. Un amor que luche, y dejé todo para estar a mi lado porque yo haría eso por su amor. Y en si ¿Eso es el amor no? Dar todo por alguien y saber que valdrá la pena porque juntos serán más fuertes que uno solo.
Querer el bien del otro, edificar un futuro en confianza, comunicación, respeto y sobretodo lealtad.
Pero lamentablemente y por mi experiencia dudo mucho que Fernando Mendiola sea capaz de dar un amor así.

***

Cerré mi diario con brusquedad, cuando vi que Don Fernando entró a la habitación con la cena. La habitación del hotel era muy amplia tenía una recamara con cama matrimonial, un baño con jacuzzi, una sala y un lindo balcón donde se podía ver la hermosa ciudad de Nueva York.

"Mire Doña Lety." Decía mientras dejaba la bandeja en la cama. "Espero que le guste." Sonrió de lado para mí, y no pude evitar suspirar. Es que todo me parecía tan irreal. No quería despertarme si es que era un sueño.

"Gracias. Se ve delicioso." Y si se veía todo muy rico, en un plato había ravioles en salsa de queso, y otro era una lasaña de camarones y espinacas. También había dos copas y un espumoso, fresco y ligero vino blanco.

"¿Qué plato prefiere Lety?" Dijo cuando se sentó a mi lado para cenar.

"La lasaña está bien." Sonreí y empecé a comer estaba muy rica.

"Le gustó." Preguntó y volteé a verlo, él ni había probado el suyo, asentí y rió. "Permítame Lety es que." Llevó su dedo a mi boca y con el mayor de los cuidados la limpió, a su toque no pude más que mirarlo y suspirar, estaba tan cerca, pero aún así lo sentía tan lejos. "Listo." Empezó a comer y me quedé viéndolo como una tonta, recordando aquel fin de semana en Cuernavaca, pareciera que el tiempo no pasó entre nosotros y todo siguiera igual como en aquellos maravillosos días. "¿Quiere Lety?" Me dijo cuando volteó a verme y lo seguía mirando. "Se le antojaron más los ravioles y no la culpo están muy buenos." Al decir eso tomo uno y lo llevo a mi boca. "Verdad que sí están muy ricos."

"Sí, Don Fernando." Sonreí y nos quedamos mirando fijamente, me perdí en la profundidad de sus ojos, unos que me quería decir tantas cosas, cosas que tal vez no quería saber, así que mejor desvíe mi vista y me concentré en comer.

"Sabe Lety me acordé de cuando estábamos en Cuernavaca." Escuché decir eso y se me atoro el bocado, empecé a toser, porque yo también lo recordaba, sentía como si estábamos como aquella vez. Tomé de mi copa de vino todo el líquido hasta ver el fondo. "Ese fin de semana fue el mejor de mi vida. Y ahorita estar así con usted me hace revivir lo felices que éramos." Volteó a verme. "Bueno al menos yo lo estaba." Bajo la mirada. "A su lado Lety podía ser Yo mismo, era inmensamente feliz." Sonrió con melancolía y no supe qué decir, no estaba preparada para este momento, a su lado me sentía vulnerable.
Las lágrimas estaban por asomarse por mis mejillas, pero apreté fuerte los ojos y me dediqué a cenar. "Usted no era feliz, Lety." Tomó mi mano y la apretó fuerte.

La Fea Más Bella: Por siempre mi amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora