Capítulo 12: Te extraño.

337 24 9
                                    

Cuando extrañas a alguien no es más que tú corazón recordándote que lo amas.
Dicen que el extrañar con nostalgia es amor, al recordar y añorar todo lo que han vivido juntos, y eso es lo que me pasa, tengo un apego positivo o la necesidad de estar al lado de Fernando para seguir compartiendo momentos inolvidables que se queden por siempre en nuestra memoria de amor. Por qué al extrañar siento paz, una que inunda mi vida, que solo retoma lo bueno del tiempo, lo convierte en las mejores emociones, para pensar en las palabras y aferrarme a esa sonrisa que abre las puertas del cielo en la tierra, estoy segura que cuando lo vuelva a ver será el mejor de los instantes. Con un beso recuperaré todos estos días de distancia, con un abrazo reiniciaré mi vida para continuar nuestra mejor historia, esa que viviremos por siempre.
Por eso extrañar no es estar vacío sino estar lleno de alguien que se hace presente a pesar de su ausencia. También es el precio que estoy pagando por pasar momentos inolvidables a su lado, vale la pena porque cuando estemos juntos todos esos recuerdos los volveremos hacer realidad. Ahora el único deseo que pudiera pedirle a la vida es que pasen esos nueve días pronto para volver a verlo, estar a su lado, para caminar de su mano porque él siempre será mi razón y motivo para existir.

***

Decidí hacerme una coleta alta, era raro pero me estaba gustando experimentar con mi cabello. Me puse un pantalón de vestir beige, una blusa blanca y un blazer color magenta, me veía bien, no sé es que últimamente me encantaba verme a través del espejo. Después me encontré con mis padres en el comedor, solo me tomé un jugo de naranja, y salí de la casa, necesitaba ir a la óptica antes de llegar a Conceptos. Llevaba los pedazos de mis anteojos para que me los reconstruyeran. Pienso que si se podía ¿no? Para mi mis lentes eran perfectos.

Llegué a las 8:40 a la óptica Devlyn, menos mal que fui la primera, me hicieron un examen de la vista y me dijeron que necesitaba otra graduación, no se me hizo extraño desde que salí de la universidad no había cambiado mis anteojos, mucho menos me había hecho un examen.

"Señorita disculpe quiero que me ponga mi nueva graduación en estos lentes." Le dije a la joven que atendía enseñándole mis anteojos un poco rotos.

"Está segura." Volteó a verme mientras los agarraba. "Mire, veo casi imposible que estos lentes tengan alguna solución." Sonrió. "Aparte tenemos muchos modelos nuevos que pueden ir mejor con la forma de su rostro." Se volteó y fue a una pared repleta de gafas tomó unos y me los dio. "Mire estos se verían perfectos en usted."

Los tomé en mis manos, estaban muy estilizados, de forma cuadrada, con un armazón que casi ni se notaba.

"Puede probarlos." Me dió un espejo. "Verá que le quedaran muy bien, sus ojos son muy lindos para cubrirlos con un armazón tan grande y anticuado."

La miré sonriendo, respire, me los puse, al verme al espejo la señorita tenía razón, mi mirada se iluminaba más con ellos. "Está bien que sean estos."

"Perfecto." Empezó a escribir en una nota y me dio para que la firmara. "En una hora puede pasar por ellos."

Le agradecí y salí de ahí, no podía irme a Conceptos una hora y volver sería inútil. Así que decidí ir a desayunar, no lo había hecho y moría de hambre. Entre a un lugar de chilaquiles y pedí unos verdes, estaba tan concentrada en mi desayuno hasta que mi celular interrumpió.

—Hola. (Dije con la sonrisa más grande del mundo, esa que podía llegar hasta mis orejas).
—Hola mi Lety ¿Cómo estás? (Escuchar su voz, hacía que se despertarán todas las mariposas de mi estómago.)
—Ahora que me llamas mucho mejor. (Le dije mientras movía el tenedor, creo que sí me veían pensaban que estaba loca, y no lo estaba, solo estoy enamorada.)
—Es que te extraño tanto. (Suspiró) Y como no respondiste mi mensaje pensé que algo había pasado. (Guardó silencio.) Espero no estés muy ocupada, no quiero molestarte. (Pero que bruta el mensaje no lo respondí, ¡Ay Fernando Mendiola! Así me traes despistada.)
—Oh no, no, tu nunca me molestas mi amor. Y disculpa que no te respondí, pero me habló Carolina y se me pasó hacerlo.
—¿Mucho trabajo en Conceptos? (Esperaba que sí.)
—No lo sé ¡Jijijijiji! Es que todavía no llegó a la empresa. Tuve que pasar a la óptica, ayer en el aeropuerto, me caí y mis lentes se rompieron. (Ahora que lo pienso es gracioso, fue mi culpa, me quedé viendo cómo una tonta su mensaje.)
—¿Estás bien mi Lety? ¿No te pasó nada? Pero ¿cómo que te caíste? ¿Por qué no me habías dicho nada? (Me daba risa su desesperación, esa neurosis un día me lo va a matar. Me lo imaginaba caminando de un lado a otro rascando su ceja.)
—Calmé, calmé, fue solo un accidente, todo está bien. Yo estoy muy bien. Pero dime ¿Tú cómo vas? (Sonreí.)
—Bien en una hora salgo para Chicago estaré tres días ahí, luego volaré a los Ángeles, después a México. Ya quiero verte.
—Y, ¿vas solo verdad? (Pregunté al recordar a Karla Santibáñez.)
—¡Jajajajaja! Mi Lety, mi Lety. (Suspiro.) Yo ya nunca estaré solo, tú estás en mi corazón. (Es que como no amarlo.)
—Fernando. Estoy hablando en serio. (Puse mi codo en la mesa y recargue mi cara en mi mano.)
—Yo también estoy hablando en serio. Pero si preguntas por pensar que iré con "la ejecutiva neoyorquina esa." (Rió.) "Voy solo. Y aunque fuera con mil ejecutivas yo te elegiría sin pensarlo a tí.
—Te amo mi amor. (Le dije con la mejor sonrisa en mis labios.)
—Por siempre mi amor. (Estaba segura que será por siempre.)

La Fea Más Bella: Por siempre mi amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora