Diecinueve

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Garabato 11

•⸙•


¡Bien hecho! Entonces supongo que ya estás más cerca de encontrarme. Eso me pone nerviosa, quizá mucho, porque no sé qué es lo que esperes al encontrarme... eso me aterra, pero creo que es lo más obvio a suceder si decidí enviarte estas notas.

Suerte Bokuto.

(○♦○)

—Apresúrate Bokuto —Mio le llamó al ver que llevaba un paso más lento al habitual.

Se habían reunido en la estación de Shibuya, donde se encontrarían con el resto de sus amigos solo para ir al parque que Baruta y Kuroo habían descubierto en una de sus salidas. Kaoutarou quiso aprovechar esa oportunidad para leer aquella nota que no pudo el viernes, el día anterior, antes de encontrarse con sus dos curiosos amigos que lo habían pillado leyendo aquellas notas cuando más deseaba no ser descubierto.

Con una sonrisa, aunque preguntándose internamente por el temor que mencionaba la chica misteriosa, acompasó su paso al de sus amigos, adentrándose a la plática que tenía Mio sobre el gesto serio de Akaashi y su parentesco a un hombre enojado con la vida, mientras él decía que esa era su expresión habitual y que nunca estaba molesto con la vida. Fue así hasta que, a la distancia, Matsumae pudo conocer a una chica tímida de lentes que seguramente era molestada por Ryoko y Tetsuro gracias al tema de las notas; sus mejillas sonrosadas le daban el amplio panorama de la situación sin siquiera preguntar y la sonrisa burlona de la azabache terminaba por confirmarlo.

—Al fin llegan —murmuró Ryoko cruzándose de brazos, regalándoles una sonrisa cómplice a Mio y Akaashi por lo que fuera que planearan ese día. Hariko lo notó y no evitó escuchar aquel tema interpretado por Los Tucanes de Tijuana e identificarse con su letra: «Ese compa ya está muerto».

—Sentimos la demora —se disculpó Matsumae sosteniendo de la mano a Akaashi sin que él lo esperara, dio un pequeño sobre salto y solo ladeó la vista hacia otro lado, ignorando la sonrisa juguetona de su novia—. A alguien se le hizo tarde —la castaña señaló a Bokuto.

—¿Qué? —él elevó su tono de voz—. Yo no era quien necesitaba arreglarse el cabello antes de salir de casa —espetó recordando el mensaje de la misma Mio hablándole de su demora.

—Sí, sí. No hay necesidad de buscar culpables, ya estamos aquí —la castaña hizo un ademán restándole importancia al asunto.

El resto de los chicos rio por el momento, sobre todo por el gesto iracundo de Bokuto al querer decir algo más al respecto. Kuroo, palmeando su espalda, fue quien los invitó a salir de la estación para caminar hasta el parque acordado. Pasaron varios puestos de comida, incluso locales que les robaban la vista por unos segundos para apreciar los productos que ofrecían en cada uno, formándoles la idea de comprar algún artículo al regresar del parque.

No era un camino tan extenso, pero las distracciones de Ryoko y Mio con cualquier artículo al que Hariko no le veía necesidad alguna por el momento, limitándose solo a suspirar resignada a ello, prolongaban el tiempo y la caminata. Pero una sonrisa se dibujó en su rostro casi como a la mayoría al ver el parque al que llegaron después de soportar el calor sobre ellos durante varios minutos. Baruta los guió hasta llegar a un pequeño espacio de bancas con mesas para comer en un día de campo; sin embargo, para esa ocasión, no llevaban refrigerios. No fue algo tan planeado, al menos no para preparar alimentos que Ryoko cargaría en una canasta para más tarde.

Garabatos en papel [Haikyuu] Bokuto KoutarouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora