El búho que ya no es búho
•⸙•
La despedida de Hariko afectaría a todo el grupo, sobre todo a Bokuto...
Mio, tras haber finalizado las nacionales, a través de un mensaje les pidió a todos reunirse en aquella cafetería donde solían ir. En aquel entonces solo Bokuto no sabía de la repentina partida de Hariko hacia el extranjero, sino hasta que la castaña sacó la cámara de la chica de lentes que el búho reconoció al instante.
—Esa es la cámara de Hariko —habló emocionado, como si por fin pudiera ver todas las fotos de su amiga—. Por cierto, ¿dónde está?
—Bokuto... —lo llamó Ryoko con un rostro abatido—. Ella... se ha ido a Londres.
—¿De qué hablas? Ella no sale sin su cámara —negó Koutarou seguro de ello—. Seguro que no tarda en llegar —habló despreocupado, mirando por la ventana del local hacia el exterior.
—Bokuto —suspiró Mio desganada—. Hariko se ha ido. Jamás tuvo un problema en casa para irse de las nacionales —confesó, pues, en el pasado, tras terminar su partido, él preguntó por la chica de lentes, a lo que Mio le inventó una excusa para no decir nada más.
Aquello lo tomó por sorpresa. Lo descolocó de inmediato. Porque ¿cómo podría explicar que Ryoko llegara sola? Por esa ocasión la chica no se molestó en justificar a su mejor amiga por no ir, sino que simplemente llegó acompañada de Kuroo, con un rostro entristecido. Sin embargo, ver la cámara de Hariko le daba esa pequeña esperanza de mirarla una vez más, de que llegara disculpándose por no terminar un deber a tiempo y salir hasta haberlo concluido, porque así era ella. Así era Hariko.
—Eso no es verdad ¿cierto? —volvió a preguntar, con la vista clavada en su cámara sobre la mesa de madera—. Hariko vendrá, ¿verdad, Ryo? —cuestionó con una mirada suplicante, provocando un vacío en el pecho de la mayor que no pudo evitar desviar la vista respondiendo la pregunta de Koutarou.
—Dos días después de las Nacionales... —soltó la azabache con pesar—... recibí un mensaje suyo diciendo que ya estaba en su nueva casa. Y ese fue su último mensaje.
—¿Por qué no nos ha escrito a los demás? —cuestionó Mio sin querer creerlo todavía.
—Seguro que se siente mal por no contarnos la verdad —contestó Ryoko de vuelta.
Y Mio, mordiéndose la lengua, recordó lo sucedido ese día, sintiéndose culpable por la forma en que reaccionó y las acciones que tomó para expresar sus sentimientos en aquel momento. Akaashi lo notó y su diestra se situó con suavidad sobre el hombro de la castaña.
—¿Cuándo regresará? —cuestionó nuevamente Bokuto sin despegar su vista de la cámara, aún incrédulo.
—Bokuto... —Ryoko ya no sabía qué más decirle para explicarle y dejarle en claro de una forma sutil que Hariko no regresaría. Nadie sabría cuándo o si regresaría a Japón.
—Sagara-san se fue a estudiar al extranjero, Bokuto-san —habló Akasshi siendo el único que podría utilizar las palabras adecuadas para no preocuparlo demás o entristecerlo—. Seguro que regresa al terminar, así que, mientras tanto —lo miró con seriedad—, deberías esforzarte en mejorar para cuando ella esté de vuelta.
—¿Cuánto tiempo se fue?
—Las carreras universitarias pueden variar en cuanto a su duración, Bokuto-san —respondió el colocador del equipo de Fukurodani—. Quizá cuatro o cinco años.
—Lo mejor que podríamos hacer es desearle lo mejor —intervino Kuroo—. Conociendo a Hariko, seguro le hubiera costado despedirse de todos juntos, quizá lo hizo de alguna manera —concluyó regalándole una mirada escrutadora a Mio, a quien le había entregado sus despedidas dentro de aquella mochila.
—E-es verdad... —la castaña colocó la pequeña mochila de Hariko sobre la mesa.
—A esa tonta no le bastan las palabras al viento —soltó Ryoko con las emociones atascadas en su garganta, observando los sobres de diferentes colores y con el nombre de cada uno en ellos.
—Hablamos de Hariko ¿recuerdas? —Tetsuro le picó la mejilla—. No digas que no la conoces, en algún rincón de tu mente estaba la posibilidad de que ella hiciera esto.
—Y lo peor es que no hice lo mismo antes de que se marchara.
—Nadie lo hicimos —puntualizó Mio tomando su sobre en manos—. No es reproche pero, de haberlo sabido, hubiera hecho lo mismo por ella y no la haría sentirse culpable.
—Sagara-san debió tener sus razones, quizá sabía que no sería tan valiente para despedirse de todos —comentó Akaashi tomando su sobre.
—Me hará llorar, seguro —siguió Ryoko y tomó el suyo.
—¿Ahora quién me dará la receta secreta de sus galletas? —sonrió Kuroo con nostalgia sabiendo que en ese sobre estaría un ligero agradecimiento por ayudarle aquel día.
Sin embargo, Bokuto no agarró el suyo. No podría. No era posible que Hariko se marchara de esa forma y se preguntaba cómo era que los demás se lo tomaban tan bien. Quizá era por el hecho de haberla visto ese día que se fue, y no entendería cómo ellos sí tuvieron la oportunidad de verla y él no
¿Por qué?
Él quería verla.
Quería decirle que se dio cuenta de que era ella quien le escribía aquellas notas.
Deseaba contarle que se divirtió mucho encontrándola y que se sintió muy emocionado al saber que era ella.
Que estaba enamorado.
Pero... tras haberse marchado le quería preguntar qué se hacía con todos esos sentimientos.
Cómo aprendería a vivir con ellos.
Por qué no le escribía.
¿Por qué todo era diferente con él? ¿Por qué pasaría mucho tiempo para verla?
Y, tras no poder encontrar la respuesta a todas esas preguntas, decidió marcharse de ahí. Encontrarlas en otro sitio, dejando a sus amigos preocupados por lo que sucedería con él a partir de ese día.
Pero Ryoko se encargaría de que Bokuto leyera aquella carta y recibiera lo que su mejor amiga había dejado para él.
Nota de la autora: I'm (not) fine
19ABR2023
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Garabatos en papel [Haikyuu] Bokuto Koutarou
Fanfiction[TERMINADA] Ella, en cada nota de papel, dibujaba un corazón a través de garabatos. Tan sencillos y simples, pero llenos de un sentimiento que espera sea correspondido por él, por el capitán del equipo de voleibol, su compañero de clase y amigo. [Bo...