Garabatos en papel [Haikyuu] Bokuto Koutarou

Cuarenta

Un nuevo comienzo 2

•⸙•

—Te ves muy feliz estando aquí —comentó una de sus amigas con esa sonrisa, una que le recordaba a su mejor amiga. Aquella que le decía lo bien que la conocía.

—¿De verdad? —se atrevió a preguntar, acomodando un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—Se nota en la forma en que miras a la cancha —aseguró otra de sus amigas, acomodando sus gafas redondas.

—Cierto. No dejas de mirar a la cancha ¿Algún conocido? —inquirió la primera.

Entonces... ella no supo qué responder. No estaba segura de qué podría decir. No podía evitar sentir nostalgia por soltar todo lo que se acumulaba en su garganta ante aquella pregunta ¿Cómo podría decirle a Aria que en ella veía a su mejor amiga Ryoko? La única diferencia entre ellas era el color de sus cabellos, casi tan distintos, al igual que sus ojos, y aún le sorprendía el hecho de que esa chica supiera leerla justo como Ryoko llegó a hacerlo tiempo después de conocerse. Luego, estaba Hammer, que también usaba gafas, aunque a ella parecía no importarle tanto el cuidado de aquel artículo, pero le gustaría decir que Mio se veía reflejada en ella, aunque más despreocupada y menos enérgica como solía serlo su amiga.

¿Cómo podría explicar lo mucho que su vida y su entorno cambió en esos seis años? Nadie, más que sus padres, podrían saber lo mucho que lloró en los primeros meses de haberse marchado a Londres y sus amigos de Japón no podrían sentirse orgullosos de ella luego de tomar las riendas de su vida para dominar ese miedo a socializar cuando por fin tuvo su primera exposición de fotografía, en la universidad habría que aclarar. Pero ese era un gran paso para ella. Uno muy grande y que le había ayudado tanto a mejorar gran parte de su vida personal.

—Si —se decidió a responder con una sonrisa—. Cinco, para ser exacta.

Ahí, Aria solo pudo sonreír con la sonrisa que seguro Ryoko le mostraría, dejando por terminado el tema hasta esperar a ver qué más tenía preparado Hariko por ese día.

Si le preguntaban, Aria simplemente se limitaría a decir que la conoció un día por casualidad. Cuando no sabía dónde quedaba la librería y Hariko fue la única que le indicó dónde estaba, con un inglés no tan perfecto y presa del temor quizá, porque no era una chica ejemplar si debía ser honesta. Solía meterse en problemas, pero gracias a esa chica de lentes, había recobrado el rumbo, al punto de amar la lectura y la escritura hasta aspirar a formar parte de una editorial o lo más cercano a ella. Por esa razón, se encontraba ahí, en el país natal de Hariko, dispuesta ayudarle en aquel proyecto que tenía en manos con un contacto suyo.

Hammer, por su parte, era buena para la edición. Una chica asocial y poco empática si algo no le interesaba. Hasta que Hariko junto a Aria la integraron a su grupo así sin más, un día de verano en el que ella caminaba en soledad rumbo a la estación. No podría imaginar que a esas dos chicas les agradara caminar por los charcos y comportarse como niñas. Hariko fue quien la invitó a formar parte de su diversión y desde ahí, Hammer descubrió que no estaría mal tener amistades como la que tenía con ellas. Por ello, se aventuró a desarrollar un proyecto que la chica de lentes tenía en mente.

—Ya quiero conocerlos, entonces —comentó la chica de cabello cobrizo con una sonrisa de boca cerrada, observando como el partido terminaba dejando como ganadores de los Black Jackals.

—Vamos entonces —sonrió Hariko de pie para encontrarse con su contacto y ponerse en marcha cuanto antes.