Treinta y dos

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El búho ya no responde 3

•⸙•


—Deberás tener tus cosas listas, Hariko —recordó su madre caminando de un lado a otro por toda su casa, moviendo cajas de aquí y para allá—. En cuanto te llamemos deberás salir o perderemos el vuelo.

—Lo sé, mamá.

¿Cómo podría decir que le dolía ver todo lo que conocía dentro de cajas apiladas al pie de su sala? Pasó toda su vida en esa casa que se veía obligada a dejar hasta quien sabe cuánto tiempo, pues no sería vendida, habría donde regresar, quizá.

Pero eso no le quitaba la nostalgia y la tristeza que sentía por saber que solo era cuestión de horas para estar en el aeropuerto esperando por un vuelo que la llevaría a su nueva vida fuera de Japón; sin saber si en ese tiempo podría ver a Bokuto antes de marcharse.

—¿Llevas todo lo necesario hasta que te recojamos? —cuestionó su madre yendo a la cocina.

—Si.

Así era. Desde una noche antes estuvo cuidando lo que se llevaría ese día a las nacionales, y una caja que guardaba algo tan preciado para ella la acompañaría hasta el momento adecuado.

Tras eso, solo se despidió de sus padres acordando el lugar donde se reunirían para ir al aeropuerto después y se marchó a por su cuenta. No se encontraría con Kuroo ni Ryoko porque ellos ya estarían preparándose para enfrentar el segundo día en las nacionales, era una mala suerte no haber ido el primero por empacar y cuidar la mudanza mientras su padre trabajaba su último día.

Llegó a la estación y solo dio un suspiro cargado de nostalgia al saber que ese día sería el último que tomaría el tren en un largo tiempo y se encontraría con Mio ahí, por lo que se dedicó a admirar cada sitio y rincón que componía la estación del tren, le sorprendía encontrarse con detalles a los que nunca le había puesto atención y le llenaba de cierta tristeza darse cuenta de ellos cuando ya no los vería más. Sin embargo, eso no la desanimó y no pudo evitar sonreír más al ver a Mio con la mano en alto, esperándola.

Se dijo que ese día no podría ser la misma de siempre, se dijo que cambiaría y que tal vez, a partir de ahí, su otra vida sería diferente.

—Vamos o llegaremos tarde —urgió Mio tomándola de la mano, tirando de ella, pero se llevó una gran sorpresa cuando Hariko cambió de posición y era quien jalaba de su mano para salir de la estación cuanto antes.

—No quiero perderme de nada.

Mio sonrió creyendo que Hariko estaba por dar un gran paso en su vida.

(...)

Al llegar, se encontraron con el partido del Karasuno contra Nekoma que por lo visto apenas iniciaba.

—Podemos ver el primer set y luego buscar el partido de Fukurodani —comentó Mio en medio del bullicio de los espectadores, pues su mejor amiga Ryoko se encontraría con os chico del Nekoma.

Y aunque hariko ansiaba ir a ver a Bokuto más que nada ese día, tampoco quería dejar a su mejor amiga en ese encuentro que, como le contó en el pasado, significaba tanto para su equipo e incluso para el contrario, lo que tal vez levantaba su curiosidad por saber cómo se desenvolvía aquel partido que era muy esperado, quizá, hasta por las personas en las gradas que los animaban.

—Ese chico salta muy alto para su altura —habló Mio tras ver cómo el número diez del Karasuno remataba una colocación perfecta de su compañero.

—Es verdad... —respondió Hariko antes de observar su teléfono, asombrada por el desempeño de ese chico pelnaranja.

Pero para ese momento, sin haberse dado cuenta, ya se encontraban en el tercer set que definiría quien sería el ganador, y el encuentro estaba ser muy reñido; tanto, que incluso el amigo de Kuroo, Kenma, parecía esforzarse mucho más en vencer al equipo contrario. Sin embargo, desafortunadamente para ella, el tiempo ya estaba por acabarse.

Garabatos en papel [Haikyuu] Bokuto KoutarouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora