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— Hola. —saludé a Jamie, cuando me la crucé en la escuela. Ella trató de sonreírme, pero... no era la sonrisa de siempre. Algo le había pasado.— ¿Qué tienes?
— No es nada. —sí era algo.
Ya habían pasado casi cuatro meses, desde la primera vez que hablé con ella. Más o menos ese tiempo. No estaba del todo seguro. Y... al final no pude pedirle que fuera mi novia. Me asusté a último minuto, y no se lo dije.
Lo importante era que la conocía. Y ella no solía ser así conmigo. Ya conocía perfectamente su sonrisa, y la de hoy era muy diferente. Como si solo lo hiciera por cortesía.
— No creo que sea nada. Alto, eso no es lo que trataba de decir. —por alguna razón, eso la hizo sonreír de verdad, aunque no... no veía esa felicidad en sus ojos.— Sé que algo pasa. —cuando mencioné eso, la sonrisa de antes volvió. Ella desvío la mirada, mientras suspiraba. Tenía que... hacer algo. Era hora de ser el pegamento.— No sé qué te pasa, pero... puedes contar conmigo. Solo quiero que lo sepas. —dije mientras tomaba su mano.
— Gracias. —murmuró, mientras se acercaba a abrazarme. No dije nada más. Podía escuchar como suspiraba en mi hombro, pero preferí no arriesgarme a decir algo inapropiado. No era el momento para mis chistes. Y, si abría la boca, probablemente arruinaría todo.— Es... lindo saberlo. —dijo mientras se alejaba de mí.
Otra vez volvió su sonrisa de siempre. Y eso era suficiente para mí.
— Créeme que quiero decir algo más, pero será mejor que no lo haga. —eso la hizo reír brevemente.
— No te preocupes.
— Eh... yo...
— Spyder, tenemos que irnos. —dijo Harris, llegando con nosotros.— Yo... lamento interrumpir. Pero tenemos que ir a... ayudar... a... Ryan... con su... juguete.
— ¿Cuál juguete? —Harris me miró algo desesperado. Se puso entre Jamie y yo, dándole la espalda, e hizo una pequeña x, en su pecho, con sus dedos.— Oh, ese juguete.
— Sí, ese. Ya vámonos. —dijo mientras me empujaba a la salida.
— Lo siento. —le dije a Jamie, antes de que Harris me sacara de ahí.
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