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Era como... una rata de laboratorio para ellos.
Las pocas veces que me dejaban salir de esa... celda de cristal, estaba vigilada por varios guardias. En esos momentos había tratado de escapar, pero no podía. Mi chip estaba demasiado sobrecargado. Mi... contante miedo no me dejaba usar mis poderes con calma. Y eso me hacía fallar.
Si... si no eran ellos los que evitaban que me fuera de este lugar; era mi miedo.
En estos dos días solo... solo me mantuve en una esquina. Haciendo nada. Estaba escondida ahí. Hecha bolita. Tratando de no... sentirme así. Ignoraba completamente lo que pasaba a mi alrededor.
No quería estar... Quería irme... Y... y prácticamente todos los días lloraba por eso.
— Te lo advertí. —a pesar de... de escuchar la voz del que arruinó mi vida, no me moví. Él... él ganó. Todo salió como él quería.— Todo hubiera sido más fácil, si solo me obedecías. Pero... no. No quisiste hacerlo. Es una lástima. Por un segundo, tu mamá estaba por dudar de mí. Pero, no. Con ver cómo... desapareciste esa noche, se convenció de que eras un peligro. Una llamada y... aquí estamos. Aunque, agradezco que no hayas dicho nada. Nadie aquí sabe que tiene que hacer con respecto a ti. Así que soy... necesario.
Al instante sentí un dolor intenso en mi cuello. Lamentablemente, lo recordaba. Estaba haciendo interferencia con el chip.
— Basta... —susurré mientras me... deslizaba contra esa pared de cristal, por el dolor.
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Harper se estaba moviendo demasiado lento. ¡¿Qué no entendía la situación?! ¡Tenía que ir por Jamie!
— Leo, Harper... ¡Quién sea! Tenemos un problema. —dijo Mark por el mech-link.
— ¿Ahora qué? —se quejó Harper.
— Parece que Ryan tiene otra visión. ¡Y se acaba de desmayar!
